Si por algo es conocida la QUINTA DE LOS MOLINOS es por sus almendros en flor, todos los años, durante la floración, multitud de visitantes hacen casi imposible el caminar por sus senderos, si el tiempo lo permite y el cambio climático no nos modifica el calendario. Más de 1.500 ejemplares tiene censados el Ayuntamiento. Es muy importante resaltar que nunca se deben cortar las flores; se pueden mirar, fotografiar, dibujar... pero jamás tocarlas y menos arrancarlas, pues cada flor dará lugar a una almendra. Pero además, si las cortas, quien venga después ya no podrá verlas, o dicho de otra forma, si todo el que va, arranca algunas flores, puede que cuando tu llegues, veas más huecos que flores; eso por no hablar de la faena que le haces a los insectos que acuden a alimentarse, a los pájaros que se comen los insectos, etc. Para hacer un símil: tu vas al Museo del Prado ¿descuelgas los cuadros que te gustan y te los llevas?, pues las flores son obras de arte de la naturaleza, admíralas, pero no las "descuelgues" de su lugar. Tampoco es aconsejable comer las almendras ni los frutos de los jardines urbanos, pues están tratados con productos fitosanitarios que pueden afectar al fruto, a diferencia con una explotación agrícola, donde se trata la planta y luego se prepara para el consumo humano. Y tras estos consejos, vamos a visitar la Quinta.
Como todas las Quintas que ya hemos visto, tenía una parte lúdica y otra de explotación agrícola, sobre todo en su origen y en algunas más que en otras, aunque luego derivaran más como fincas de recreo. Las Quintas ya hemos explicado a lo largo de las visitadas hasta ahora (QUINTA DE MIRAFLORES ó de la Fuente del Berro, QUINTA DE TORRE ARIAS, etc.), se les llama así porque su explotación se dejaba en manos de agricultores que pagaban un quinto de los beneficios a los propietarios de los terrenos, que solían tener casa-palacio allí. En el caso de la QUINTA DE LOS MOLINOS, su origen está hacia 1920 cuando el VI Conde de Torre Arias, que tenía 500 m2 de terreno perdido, los entregó como pago a don César Cort Botí a cambio de que levantara un palacete en la calle Martínez Campos... para que luego digan que el trueque es cosa de la Edad Media.