La cámara enfocaba a una mujer tumbada en una hamaca junto a una piscina, de repente la imagen se elevaba y alejaba a una velocidad vertiginosa, se veía sucesivamente el contorno de la urbanización, del país, del planeta, ascendía hasta el cosmos, la galaxia... y cuando ya todo era casi oscuro, deshacía el camino y volvía a pasar por todo aquello que habíamos recorrido antes, pero al llegar a la mujer no se detenía, alcanzaba su piel, se introducía por un poro, el rojo nos rodeaba y seguía penetrando para llegar a un paisaje desconocido, organismos y lucecitas como las del cosmos... y al fin, la oscuridad total, la música se detenía y el vídeo acababa. Me desperté así, recordándolo y a oscuras, sin saber si era pronto o tarde, ningún destello del reloj en la mesilla, ni en la ventana, ni insinuándose por debajo la puerta. Estaba en el negro más absoluto, perfecto.
Comencé a recordar. Julia y las niñas se habían ido al pueblo a pasar el fin de semana y yo me quedé para acabar ese trabajo tan importante que tenía que presentar el lunes "¿qué hice anoche?", a ver, en cuanto salieron estuve preparando las cosas que necesitaría y luego cené, vi una película y me tomé una copa... o dos, no sé. Luego entré en el email para recoger material que me habían enviado desde la oficina y allí estaba el vídeo... Pero no recuerdo más.