Cuenta Mesoneros Romanos en sus crónicas que allá por el XVIII existía una famosa Casa del Duende (cerca de donde hoy situamos Argüelles), llamada así por las continuas apariciones que de estos seres avistaron diferentes testigos: primero fueron unos jugadores clandestinos asustados por la repentina presencia de un gruñón bajito que se quejaba del ruido; luego fue la Marquesa de Hormazas que acusó a sus sirvientes de robarle hasta que apareció un pequeño hombre y un grupo de enanos con sus pertenencias en mano; le siguió el canónigo Melchor de Avellaneda que persiguió a las supuestas apariciones pero acabó por huir ante los inexplicables hechos y la cedió a una lavandera, a la que los enanos ayudaron en su labor inesperadamente, la mujer avisada con los anteriores hechos salió despavorida. Tanto fue que el Tribunal de la Inquisición se interesó por el tema y el Obispo de Segovia se ofreció a practicar un exorcismo. Finalmente, la casa ardió, dicen que por un incendio provocado por los vecinos, dicen que fue derribada para construir otro edificio, el caso es que en ambos casos aparecieron unos hombres bajitos saliendo del sótano donde se habían refugiado y donde tenían una planta de falsificación de dinero, se explica que por su deseo de alejar incómodos testigos, los enanos hacían de duendes.