Mirasierra debe su nombre precisamente a sus vistas, poco más que decir en ese sentido. En cuanto a su historia, el primer proyecto de urbanización que se conoce data de 1927 dentro del auge de las “colonias de casas baratas” y corresponde al arquitecto Luis Larrainza, del cual hemos conocido en el barrio de Ciudad Jardín construcciones en la misma línea (ver aquí): casas bajas aisladas o pareadas en una Colonia creada en torno a plazas circulares comunicadas por calles interiores, en su caso además, incluía una iglesia y su casa parroquial que es la actual Parroquia de las Nieves. El proyecto no se llegó a concretar, hay que esperar a los años 40 y 50 del siglo XX cuando despega “la ciudad satélite de Mirasierra”, un plan urbanístico en el que aparece Banús Hermanos, S.L. del conocido José Banús, y otros arquitectos no menos destacables aunque no tan sonados. Se cuenta que aquí se usaron presos para la construcción aprovechando la estrategia de trabajo a cambio de días de redención de penas. El proyecto incluía 200 viviendas unifamiliares residenciales a 4 km de Madrid mirando a Guadarrama, se dio la singular circunstancia de que fueron compradas por diplomáticos y otras personas con economías tirando a sobradas. Luego, hacia los 70, se completaría el incipiente barrio con unos edificios de viviendas de protección destinadas a empleados de la compañía telefónica en el entorno del Sacedal. Y de ahí se iría ampliando el carácter residencial del barrio con nuevas aportaciones, tanto colectivas como unifamiliares. Actualmente se articula en calles que no son demasiado anchas pero encuadran el carácter de este barrio, siendo las más conocidas y extensas La Masó, Nuria y Costa Brava, además de Ventisquero de la Condesa, que da acceso desde el barrio del Pilar y la M30 y que nos sirve a nosotros de límite para este recorrido. En torno a los años 80 y 90, la Colonia Mirasierra se fue ampliando y transformando con otras construcciones de casas independientes de lujo y bloques de viviendas de cierto nivel que contaban con jardines, piscinas y zonas de ocio en sus parcelas privadas, al tiempo que iban apareciendo construcciones de hospitales, colegios, etc. de un nivel acorde al barrio. En su momento por tanto, confluyeron una diversidad de procedencias y estatus social en la zona que al seguir creciendo ha variado la fisonomía de lo que podíamos considerar pre Monte de El Pardo.