El Puente Cáscara del Invernadero y el Puente Cáscara del Matadero, también conocidos como los Puentes Gemelos son dos construcciones singulares que han marcado un hito tanto por su forma de construir como por su estética y materiales usados.
El Puente Cáscara del Invernadero y el Puente Cáscara del Matadero, también conocidos como los Puentes Gemelos son dos construcciones singulares que han marcado un hito tanto por su forma de construir como por su estética y materiales usados.
Lo primero que nos llama la atención, visto desde la plaza de Legazpi, es el Depósito que, con sus casi 20 metros de altura y 14 de diámetro, acumulaba el agua que iba a dar servicio a los edificios que el proyecto de Matadero tenía, es el único construido de los cinco previstos cuya misión era acumular agua por la noche para garantizar el suministro diario si fallaba el habitual. Se levantó entre 1916 y 1918 con una capacidad de 800 metros cúbicos. Está en una de las entradas desde la plaza dicha separado con una valla, pasó por diferentes circunstancias como estar rodeado de árboles frutales plantados por los propios trabajadores, o por maleza salvaje cuando quedó abandonado el recinto, etc. Condenado a desaparecer si no se encontraba otra opción, en 2011 se decide su rehabilitación para crear una sala de exposiciones temporales adaptada en la cuba interior y replantando la vegetación que habitó su entorno en la base.
En esta segunda Zancada vamos a recorrer el REAL JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID, para lo cual conviene proveernos de un plano que podemos recoger a la entrada o bien descargarlo aquí (es el oficial) y aún así, os lo dejo a continuación por si acaso. El Jardín cuenta con varios caminos principales paralelos entre sí y al Paseo del Prado, que delimitan y/o atraviesan las Terrazas formando un eje norte sur; al tiempo que otros caminos perpendiculares más estrechos van dibujando figuras geométricas como se ve en el plano, en las dos terrazas más bajas cuadrangulares y en la tercera circulares. El Paseo de Minuart va paralelo a la verja del Prado y pasa ante la Puerta Real, desde ésta se abre el camino más ancho, el Paseo de Carlos III, que nos lleva hasta el Pabellón Villanueva salvando algunos tramos de escalones según ascendemos por las terrazas. Ni que decir tiene que jamás se puede "pisar lo verde" ni coger frutas o cortar flores. Así que a pesar de que hagamos un recorrido que resulta "lógico" a vista de pájaro y por razones obvias, debéis saber que podéis callejear cuanto queráis.