Del Capítulo V de El Principito:
"... El principito no lograba explicarse para qué podían servir, en algún lugar del cielo, en un planeta sin casa ni población, un farol y un farolero..."
"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella..."
"- Tengo un oficio terrible. Antes sí era razonable. Apagaba a la mañana y encendía a la noche. Tenía el resto del día para reposarme, y el resto de la noche para dormir..."
"- ...ahora que da una vuelta por minuto no tengo ni un segundo de reposo. ¡Prendo y apago una vez por minuto !
- ¡Tiene gracia ! ¡Los días acá duran un minuto !"
"El Principito lo miró y se sintió cautivado por ese farolero que era tan fiel a la consigna. Recordó las puestas de sol que él mismo iba antes a buscar, corriendo su silla."
"Ése es el único que podría haber sido mi amigo. Pero su planeta es, a decir verdad, demasiado pequeño. No hay en él lugar para dos..."
Seguramente El Principito pasaría por los Jardines de San Francisco haciéndose estas u otras reflexiones similares al ver la estatua citada del durmiente San Isidro, que visitamos en la Zancada que podéis ver pinchado aquí. Y para terminar concluiría tal y como lo hace el capítulo V:
"Lo que el Principito no se atrevía a confesarse, es que extrañaba ese planeta bendito, debido principalmente ¡a las mil cuatrocientos cuarenta puestas de sol por cada veinticuatro horas !"
@ 2023 by Santiago Navas Fernández.
P.D.- Para ver más atardeceres con El Principito, pincha aquí o en la pestaña "Atardeceres", para conocer LOS 43 ATARDECERES DE EL PRINCIPITO EN MADRID.