Es necesario insistir en esta idea, desde la Constitución de 1978 ningún cementerio público es de una confesión religiosa en exclusiva, tal y como expliqué en anteriores paseos. Incluso el Británico tiene enterramientos católicos, o de diferentes iglesias protestantes y hasta una tumba musulmana. Con ese hecho, el CEMENTERIO CIVIL de Madrid ha adquirido más un carácter histórico que realmente el referente ideológico para todos aquellos que se oponían a una titularidad católica exclusiva, por fe o por convicción, o porque pertenecían a otras creencias del estilo que fueran, o porque fueran otras sus circunstancias excluyentes. De hecho, la foto de la portada de este paseo recoge la entrada al Cementerio, ahí ponía el texto CEMENTERIO CIVIL, ya desaparecido. La Real Orden de 2 de abril de 1883, establecía que en los ayuntamientos que fuesen cabeza de partido judicial y en aquellos con más de 600 vecinos se habilitara junto al camposanto católico, otro con entrada independiente para difuntos no católicos. Inaugurado en 1884 como parte de la Necrópolis (literalmente: ciudad de los muertos) denominada CEMENTERIO DEL ESTE, su nombre verdadero, la construcción de éste no concluyó hasta 1925. La antigua carretera de Vicálvaro, hoy avenida de Daroca, separa al Civil del CEMENTERIO DE LA ALMUDENA, nombre popular que ya no es el oficial aunque todo el mundo siga llamándole así, e igualmente sucede con el CEMENTERIO HEBREO, que también vamos a conocer.
La inauguración del CEMENTERIO CIVIL tuvo dos protagonistas, por un lado Alfonso XII, que presidió la inauguración el día 13 de septiembre de 1884 y por otro, Maravilla Leal González, una joven fallecida a los 20 años el 9 de septiembre de ese mismo año, según las crónicas por suicidio. La joven no sólo inauguró los enterramientos unos días antes del acto oficial, sino que le otorgaron una tumba gratuita y a perpetuidad ¡qué curioso! ¿por qué? Para explicarlo antes debemos remitirnos a lo que hasta pocos años antes había: los cementerios eran terrenos sagrados, camposantos, siendo la Iglesia Católica la que se encargaba de los entierros, lo cual le dejaba una gran contribución económica a sus arcas, casi podríamos hablar de monopolio, pues los ajenos a dicha religión (por profesar otra fe, por suicidas, asesinos o no creyentes e indignos) no tenían cabida y en casos como los suicidas o ajusticiados, eran más bien abandonados, incluso las familias se olvidaban de sus cuerpos por miedo a ser rechazados por la sociedad donde vivían o por vergüenza. De hecho, era común sobre todo en poblaciones pequeñas, que estos dos casos dichos se enterrasen junto a los muros del cementerio pero por fuera, siendo pasto de alimañas y/o rapiña. Así que cuando en el siglo XIX se plantean seriamente los cementerios como no religiosos sino municipales, surge el conflicto por soberbia. En este caso concreto, el CEMENTERIO DEL ESTE, estaba listo para empezar a recibir cadáveres, pero la Iglesia se negó a acoger a Maravilla pretextando la falta de un Reglamento adecuado. Investigaciones posteriores apuntan otro motivo, al parecer la niña era hija de familia católica pero que se había convertido en protestante; así que tras la intervención del alcalde de Madrid y del propio Rey, se la consigue enterrar pero haciéndola pasar por suicida, razón con la que sí pudo enterrarse en esta parcela que también estaba lista ya. Es curioso, porque coincidió en el tiempo con otro caso de otro niño de tan sólo catorce meses e hijo de católicos, que sí se enterró en el lado del Este, como veremos en su momento.
Nada más entrar al Civil encontramos las tumbas más antiguas y según avanzamos, vamos descubriendo nombres de fallecidos más recientes. La nómina de enterrados es larga y entre ellos hay personajes muy conocidos, a pesar de lo pequeño que es el recinto, el índice de fama es muy alto. Serían demasiado extenso que aquí intentara hacer una pequeña biografía de cada uno, así que para no hacer de menos a nadie, pongo nombres simplemente y no descarto un mayor detalle en un futuro anexo. De los primeros mausoleos junto a la entrada, están tres de los cuatro presidentes de la I República Española. Sobre este párrafo vemos el correspondiente mausoleo levantado en 1915 a Nicolás Salmerón, en el que unas columnas delante de una pirámide, encuadran la frase de Clemenceau: «Dio honor y gloria a su país y a la humanidad». Y sobre los capiteles un frontón nos dice año y lugar de nacimiento y de fallecimiento. A la parte de atrás un gran aro de metal a modo de corona de ofrenda floral sobre la puerta de entrada al lugar de enterramiento.
Otro de los presidentes que aquí descansan es Estanislao Figueras, con mausoleo desde 1892 que vemos sobre estas líneas. Aprovechando el desnivel del terreno, se traza una especie de terraza con balaustrada, sobre la que se erige la lápida con su efigie en relieve dentro de una corona. El monumento se pagó mediante suscripción popular de sus partidarios, como consta al pie.
Y por último el de Francisco Pi y Margall, con mausoleo desde 1901 según proyecto del arquitecto Francisco Roca y ejecución de Francisco de la Torre, ver fotos sobre estas letras. Impresiona por su forma monumental que esconde la sepultura dentro de un recinto abierto y visitable, cuatro pebeteros en las esquinas sobre el cruce de columnas arqueadas, todo en piedra, y en la entrada la cabeza alada y coronada por un gorro frigio que nos mira pasar. Aquí nos faltaría el cuarto presidente de la citada República, Emilio Castelar, que está enterrado en el cementerio de San Isidro.
Uno de los que hay que destacar es Barral, no por su sencilla y casi sin identificar tumba, sino por ser el escultor de muchas de las obras que figuran en este recinto, en particular el mausoleo de Pablo Iglesias con sus murales y decoraciones adicionales, motivo por lo que a veces se ha citado el cementerio como el museo al aire libre de este autor. Emiliano Barral (Sepúlveda, 08/08/1896 - Madrid, 21/11/1936) fue un escultor autodidacta del realismo antiacademicista, criado en un ambiente anarquista y solidario donde aprendió a trabajar la piedra desde muy joven, con su arte y vida comprometidos políticamente con la II República, las cuales se truncaron al inicio de la guerra civil española cuando, leal a sus ideales, cayó bajo una bomba. Autor prolífico a pesar de lo joven que murió, tiene una gran obra repartida por diferentes poblaciones españolas, sedes de diversos organismos y partidos políticos, pero en particular sobresale en mausoleos y esculturas en cementerios como este. Antonio Machado le dedicó el siguiente verso:
"Y aunque su vida murió,
nos dejó harto consuelo
su memoria".
Abunda la cantidad de políticos que encontramos desde la misma puerta de entrada, la primera es Dolores Ibárruri "la Pasionaria" acompañada del poeta Marcos Ana que le dedica un verso como homenaje, y le sigue Pablo Iglesias Posse, fundador del Partido Socialista Obrero Español y de la Unión General de Trabajadores, con un mausoleo realizado en piedra que ocupa una buena parcela representando diferentes aspectos de su labor en defensa del mundo del trabajo y de su vida, entre diferentes aspectos destacan la cabeza mortuoria, la escultura de la madre con su hijo y los frisos de los murales que lo rodean, en particular. Por no entretenernos encontraremos también las tumbas de Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero, Marcelino Camacho, Nicolás Redondo, Enrique Líster, Julián Grimau, etc.
Entre los primeros en llegar al cementerio estaban Julián Sanz del Río y Fernando de Castro y Pajares, sacerdote fundador de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer en 1870, provenían del Cementerio de la Puerta de Toledo. O los periodistas Ramón Chíes (con mausoleo propio desde 1894 realizado por suscripción popular) y su compañero Fernando Lozano Montes, "Demófilo". Un detalle que abunda son los símbolos, como vemos en las tumbas sobre este texto.
También vamos a encontrar nombres de escritores, artistas e intelectuales tan conocidos como Pío Baroja, Pedro Laín Entralgo, Almudena Grandes (su tumba aparece sobre estas líneas plagada de flores), Xabier Zubiri, Carmen de Burgos, Francisco y Concha García Lorca, Blas de Otero, Alice Gordon Gulick y su esposo, Alice Pestana, etc.
Hay un grupo de tumbas relacionadas con la Institución Libre de Enseñanza que guarda el recuerdo de varios personajes como Francisco y Laura Giner de los Ríos, Manuel Bartolomé Cossío, Alberto Jiménez Fraud, Gumersindo Azcárate, etc. Y alguno más, este movimiento u organismo, desarrolló una actividad frenética en la modernización de la enseñanza, tanto de los espacios de estudio (son numerosos los colegios levantados que aún siguen en funcionamiento por todo Madrid) como la sistemática a seguir con el alumnado. Todo quedó truncado con el golpe militar de 1936.
Muchos nombres no nos sonarán, por supuesto, pero hay otros cuya presencia responde a una voluntad de estar expresamente aquí como son el urbanista Arturo Soria, Antonio Machado Núñez, Wolf Vostell, Urbano González Serrano, Jaime Vera, Américo Castro, Andrés Saborit, Eduardo Benot, Antonio Espina, Alberto Flórez, etc.
Dentro del recinto, conviven símbolos masónicos y no creyentes, con identidades cristianas; hay que recordar que cualquier otra religión también fue excluida de los cementerios bajo el cuidado de la Iglesia Católica, y fue así hasta hace bien poco, hasta la Constitución de 1978, si bien ya desde Carlos III se fue pergeñando esta no distinción. Además, el franquismo persiguió particularmente a la Masonería equiparándola con el comunismo más extremo, convirtiéndola en una especie de secta criminal, nada más lejos de la realidad; en realidad lo que pasó es que su intento de ingreso fue rechazado, para ser miembro de la Masonería hay que cumplir una serie de requisitos y el general golpista Francisco Franco no los cumplía, al ser rechazado desarrolló un odio tal que hizo inocular ese mismo sentimiento en los españoles. Varios de los enterrados en el Civil declaran su masonismo a través de sus lápidas aún cerca o al lado, de símbolos religiosos, cosa que no despinta, sino que le da mayor riqueza. Como las fotos que vemos sobre este texto con alusión a dicha persecución.
Y también nos sorprenderá la cantidad de nombres y apellidos de lo que parece un origen extranjero, particularmente alemanes, algo lógico y comprensible tras lo explicado, y de cuyas circunstancias hablamos cuando visitamos el
CEMENTERIO BRITÁNICO (ver
aquí). También puede que nos sorprenda algún símbolo más propio del recinto vecino y al que nos vamos a dirigir a través de una pequeña puerta que existe en el muro lateral ubicado más abajo del recinto.
El CEMENTERIO HEBREO se construyó y puso en servicio durante el reinado de Alfonso XIII, en 1922. Su extensión abarca una hectárea y está compuesto de una sola calle, colocadas las tumbas y lápidas a ambos lados. El adorno común y repetido en casi todas ellas lo constituyen la estrella de David y la Menorah, que es el candelabro de siete brazos, uno por cada arbusto que ardía ante Moisés en el Monte Sinaí. Desde 1992, el Estado y la Federación de Comunidades Judías de España, de conformidad con los principios constitucionales de libertad religiosa, fijaron los cementerios judíos como lugares de culto pero visitables. El Cementerio consta de una puerta a la avenida de Daroca, que permanece cerrada salvo el caso de enterramiento, pero se puede acceder desde el Civil salvo los sábados por ser inhábil para los judíos.
El ritual judío es largo a la hora del fallecimiento, en una pequeña pincelada diré que se debe tapar inmediatamente el rostro de la persona fallecida y debe ser lavada en las siguientes horas por personas ajenas a la familia o no de primera línea de consanguinidad, como símbolo de limpieza del alma, motivo por el que siempre existe un lavadero en cada cementerio de esta religión. Luego, la persona fallecida, será cubierta por una gasa durante el velatorio de forma que quede totalmente tapada. No se puede comer ni beber en la habitación del duelo, ni se le entregan flores, si alguien de otra religión las envía por homenaje, se aceptan pero no se ponen con el féretro. El modo de enterrarse también está estipulado y sus tumbas, como vemos, apenas lucen adornos o, raramente, flores, pero sí símbolos inequívocos. En algunos casos, se observan fechas con el año muy abultado, esto es en aplicación del calendario judío que al no reconocer a ningún profeta, ni siquiera a Jesús de Nazaret, sigue su propia cuenta desde la creación del mundo.
Y no quiero acabar sin referirme a tres homenajes que tienen cierta relación con el CEMENTERIO CIVIL. Se trata de los dedicados a las 13 Rosas, a los 43 claveles y el Memorial a los represaliados por el franquismo. En el primer caso y como vemos en las fotos superiores, existe la avenida de las Trece Rosas que se encuentra al otro lado de la avenida de Daroca del CEMENTERIO DEL ESTE. Las trece rosas eran unas jóvenes que fueron sentenciadas mediante juicio militar sumarísimo, es decir, sin garantías procesales, pertenecientes a partidos políticos de izquierda como la JSU, y condenadas a ser fusiladas a los tres días de dicha sentencia, siendo nueve de ellas menores de edad y a pesar de haberse demostrado que eran inocentes de los crímenes de que se les acusaba, o casi de cualquier otro, porque no participaron activamente en el conflicto. En 1988 se colocó una primera placa en un lugar cercano a donde fueron fusiladas un 5 de agosto de 1939, día que cada año conmemora este hecho. En febrero de 1940 fue fusilada la número 14 de este sumarísimo. De entre ellas, Julia Conesa fue la única que no pudo despedirse de su madre por enfermedad, con lo cual le escribió una carta en la que se refleja la frase que ha quedado para la posteridad "que mi nombre no se borre de la Historia". Y siguiendo ese deseo, ni su nombre ni el de ninguna de las otras, ahí van:
Carmen Barrero Aguado,
Martina Barroso García
Blanca Brisac Vázquez,
Pilar Bueno Ibáñez,
Julia Conesa Conesa,
Adelina García Casillas,
Elena Gil Olaya,
Virtudes González García,
Ana López Gallego,
Joaquina López Laffite,
Dionisia Manzanero Salas,
Victoria Muñoz García y
Luisa Rodríguez de la Fuente;
La número 14 fue Antonia Torre Yela. Se dice que no había pruebas contra ellas, e incluso que las casi cuatrocientas detenciones realizadas a consecuencia del atentado contra el comandante Gabaldón que acabó con su vida, la del chófer y de su hija, en Talavera de la Reina, acabaron en fusilamientos sin más. Un prueba de su inocencia es que estaban detenidas en la fecha del atentado. Ese mismo 5 de agosto de 1939, por los mismos motivos y con los mismos argumentos, fueron fusilados 43 jóvenes que también militaban en las JSU sobre las tapias del cementerio tras un juicio sumarísimo. En ambos casos actuó como delator el que se conocería como Billy el Niño, un policía que se incorporó al servicio ejerciendo con crueldad tras la Guerra Civil y que había sido anteriormente militante de izquierdas, según relata con detalle Almudena Grandes en una de sus obras.
En 2019 se levantó un monumento cerca de los dos citados, dedicado a los represaliados del régimen franquista, 2.934 nombres se grabaron sobre sus muros, lo que permitió que muchas familias tuvieran un referente donde ir a homenajear a sus deudos, ya que no tenían conocimiento del paradero de sus restos, aunque se supone que muchos de ellos pueden estar fuera de las tapias del CEMENTERIO DEL ESTE, donde fueron fusilados en los primeros años de la posguerra. Gracias al ingenio del escultor Fernando Sánchez Castillo se instalaron junto al mural homenaje, unos troncos de bronce en el suelo, que en realidad sirvieron para que los familiares guardasen cartas a sus antepasados y un pendrive con los nombres de los 2.934 desparecidos (que puede consultarse en la web de memoriaylibertad.org). Con el cambio de gobierno en Madrid, las tres derechas se unieron y modificaron el Memorial destruyendo las placas con los nombres y poniendo en su lugar la frase: "el pueblo de Madrid a todos los madrileños que entre 1936 y 1944 sufrieron la violencia por razones políticas, ideológicas, o por sus creencias religiosas. Paz, piedad y perdón". Lo que lógicamente, indignó aún más a los familiares de los desaparecidos que vieron como borraban el recuerdo de sus familiares, la represión de las derechas que ganaron el levantamiento militar de 1936 sigue viva.
Y con esto, algo triste, acabamos por hoy nuestro pequeño recorrido. Visitar los enterramientos de Madrid y hablar de ellos, lleva un largo tiempo, parece lo más apropiado hacerlo en un período invernal y en torno a noviembre según la tradición tan extendida, así que aún queda mucho por andar y comentar. Por cierto, que no hablamos nada sobre el arbolado que nos encontramos, pero no es necesario decir que predominan los cipreses ¿verdad?
@ 2024, by Santiago Navas Fernández
P.D.- Con agradecimiento a mi compañera Marisa Fernández que me pidió una vista del Cementerio Civil.