El que pasó a la Historia por boca de don Miguel de Cervantes, al cual no conoció personalmente, como don Quijote de la Mancha, es objeto de la burla y befa que hizo de él el conocido autor. Y tamaño embrollo sólo pudo ser inspirado por alguien que sí lo conocía, tal vez un primo de don Miguel, que a través de sus cartas le daba noticias suyas, prueba de su existencia pueden ser los numerosos escritos que anteceden a la historia en sí, y/o la referencia al autor morisco Cide Hamete Benegeli que presuntamente relató ciertos acontecimientos del famoso caballero y al que cita continuamente. ¿Y por qué tal maleficio para con él? pues parece una venganza ridiculizar de tal modo a un perfecto desconocido, salvo que no lo sea, en cuyo caso podemos pensar que se debiera a su verdadero oficio, no de don Miguel, que de sobra soldado y escritor es, sino al de la triste figura como lo retrató, que fuesen conocidos en otra época anterior al relato y que aquí voy a descubrir tras un sesudo estudio y muchas horas de reflexión.
Puede que esto me cueste, no ya la expulsión de la Academia de la Historia, a la que nunca he pertenecido (dicho sea en su honor) sino que se me prohíba pasar siquiera por la acera de enfrente de donde quiera que esté ubicada, que a buen seguro lo estará en algún sitio y seré advertido por el Juez de ello, bajo pena de lo que sea que él diga, expulsión a Melilla o incluso el destierro a las Seychelles, para mayor vergüenza de mi familia y hasta entonces amigos (que a partir de entonces, ni conocidos siquiera afirmarán haber sido, los muy procaces). Pero la verdad es la verdad y debe ser aireada para público conocimiento y restauración de la figura del hombre que luego se haría caballero al perder su juicio, que no hizo por voluntad, si no por culpa de un radical giro en su vida, inesperado e indeseado, como a muchos nos pasa y a otros puede pasar.