EL PUEBLO
Vivir en un pueblo no es tan aburrido, sales, entras, paseas. Cuando llega el invierno, tal vez apenas puedas salir de casa, pero tienes las comidas diarias distribuidas en tarteras y congeladas o desecadas o curadas colgando en la fresquera. Siempre hay algo que hacer: preparar conservas de la cosecha pasada, cortar leña, hacer fuego y limpiar la casa, la chimenea, un camino entre la nieve... También puedes leer, escribir, jugar con tu perro y/o tu gato…, si estás con tu familia aprenderás a convivir con ella, incluso si un día no hace demasiado mal tiempo, lo mismo puedes saludar desde la ventana a los vecinos de enfrente. Y si llega la señal, ver la tele, escuchar la radio, entrar en internet… ¡montones de cosas!
En fin, que vivir en un pueblo es muy distinto a vivir en la ciudad, salvo en caso de confinamiento, claro. Entonces… ¡Vámonos pal pueblo, Paco!
FASE 0: ¡POR FIN SALIMOS!
¡Ay, qué emoción! ¡qué ya podemos salir! Pues vamos a organizarnos: