Goya, del cual hablamos en la Zancada anterior largamente, nos dejó testimonio de lo que sus ojos veían durante su tiempo. Cerca de donde se ubicó la Quinta del Sordo (su lugar de retiro según vimos aquí), estaba la pradera de San Isidro a la que los madrileños y visitantes iban a celebrar la romería del Santo; como testimonio, el cuadro así titulado que se guarda en el Museo del Prado, realizado en óleo sobre lienzo en 1788 y que abre este artículo. Al fondo de dicha pintura se puede ver el Madrid que Goya vivió con el Palacio Real y San Francisco el Grande como edificios más reconocibles, abajo del desnivel hacia el Manzanares, y desde ahí, la gente se arremolinada en las praderas de la romería. En realidad este cuadro es el boceto preparatorio para la escena principal de un conjunto de tapices pensados para la decoración del dormitorio de las Infantas que un año antes había encargado Carlos III, pero acaecida su muerte en 1788, Carlos IV inducido por su esposa María Luisa de Parma, se inclinó más por potenciar los Reales Sitios de Aranjuez, La Granja o El Escorial, con lo cual abandonó el proyecto a pesar de lo cual se conservan otras obras similares como la de "La gallina ciega" que os sonará mucho, espero.