Los Cementerios pueden llegar a ser como un libro que abre sus páginas en forma de lápidas para contarnos un momento de la Historia vista en ese instante. Como una fotografía, como un pedazo de realidad virtual. Y eso es lo que nos vamos a encontrar de singular en el CEMENTERIO DE FUENCARRAL que se encuentra en el barrio de Montecarmelo, mirando hacia El Pardo, hacia fuera de Madrid y hacia la sierra, como si los vientos fríos del norte, además, trajeran suspiros helados desde la caverna del abismo. No es la muerte sino cómo se produjo, pensar en los monumentos, en las estelas, en los símbolos, que nos hablan de guerras donde jóvenes se dejaron su futuro, sus ilusiones y su familia, donde los odios se arrebataron esos hálitos congelados que nos llegan dentro; donde el ser humano demuestra su crueldad para crear utensilios cada vez más sofisticados para matar a Adán, a Caín y a todos sus descendientes por razones que, bien miradas, carecen de sentido. El color, la religión, la ideología política, el nacionalismo...