Del Capítulo V de El Principito:
"... El principito no lograba explicarse para qué podían servir, en algún lugar del cielo, en un planeta sin casa ni población, un farol y un farolero..."
"Posiblemente este hombre es absurdo. Sin embargo es menos absurdo que el rey, que el vanidoso, que el hombre de negocios y que el bebedor. Al menos, su trabajo tiene un sentido. Cuando enciende su farol, es como si hiciera nacer una estrella más, o una flor. Cuando apaga su farol, se duermen la flor o la estrella..."
"- Tengo un oficio terrible. Antes sí era razonable. Apagaba a la mañana y encendía a la noche. Tenía el resto del día para reposarme, y el resto de la noche para dormir..."
"- ...ahora que da una vuelta por minuto no tengo ni un segundo de reposo. ¡Prendo y apago una vez por minuto !
- ¡Tiene gracia ! ¡Los días acá duran un minuto !"
"El Principito lo miró y se sintió cautivado por ese farolero que era tan fiel a la consigna. Recordó las puestas de sol que él mismo iba antes a buscar, corriendo su silla."
"Ése es el único que podría haber sido mi amigo. Pero su planeta es, a decir verdad, demasiado pequeño. No hay en él lugar para dos..."
El farolero representa, quizá, la constancia en el trabajo, la fidelidad a la consigna que debe cumplirse, pero ¿para qué? El Principito, que todo lo razona, se pregunta para qué sirve su trabajo, incluso le propone que para no tener que apagar y encender el farol cada minuto, camine siempre mirando al sol y así será de día hasta que decida pararse... pero el farolero lo que quiere es dormir, es descansar y tener tiempo para sí mismo. El farolero es una metáfora de nosotros mismos, de la entrega al trabajo por el trabajo, todos necesitamos trabajar para vivir, pero no podemos vivir únicamente para trabajar, necesitamos descansar y tener tiempo para nosotros mismos, para amarnos, para cuidarnos, para crecer. Y tal vez ahí radica el contraste con "el sueño de San Isidro", el ideal de todos, que alguien nos haga el trabajo mientras nosotros dormimos. Cuyo monumento de dicho nombre permanece al lado del farol recién iluminado cuando llega el anochecer de nuevo.
Seguramente El Principito pasaría por los Jardines de San Francisco haciéndose estas u otras reflexiones similares al ver la estatua citada del durmiente San Isidro, que visitamos en la Zancada que podéis ver pinchado aquí. Y para terminar concluiría tal y como lo hace el capítulo V:
"Lo que el Principito no se atrevía a confesarse, es que extrañaba ese planeta bendito, debido principalmente ¡a las mil cuatrocientos cuarenta puestas de sol por cada veinticuatro horas !"
Desde los Jardines de San Francisco, antiguo Daliedo, pegado al lateral de San Francisco el Grande y con el Parque de la Cornisa a los pies, despedimos un nuevo atardecer con El Principito.
@ 2023 by Santiago Navas Fernández.
P.D.- Para ver más atardeceres con El Principito, pincha aquí o en la pestaña "Atardeceres", para conocer LOS 43 ATARDECERES DE EL PRINCIPITO EN MADRID.