De tanta tradición es para Madrid la DEHESA DE LA VILLA como el PARQUE DEL OESTE y su entorno, pues ya antes de crearse como tal, sus tierras actuales formaban parte de los diferentes territorios que rodeaban Madrid en ambos casos. Desde el original Campo de San Antonio que pertenecía al Real Sitio de la Florida lindante con la propia citada Dehesa de Amaniel se comenzó a construir como parte inseparable del Ensanche de Madrid, entre los arroyos de San Bernardino y la antigua cuesta de Areneros (hoy calle del Marques de Urquijo), y desde la calle de San Bernardino (actual Princesa) hasta el paseo de San Antonio (actual de la Florida); sus terrenos fueron expropiados en 1873 por la I República y entregados al municipio para la realización de un parque público. En 1985 obtuvo la catalogación de la Comunidad de Madrid como Parque Histórico. Tras las sucesivas ampliaciones, comprende otros espacios diferenciados como son el PARQUE DE LA TINAJA, la ROSALEDA, los JARDINES DEL TEMPLO DE DEBOD, la FUENTE DE LA SALUD, etc. Es custodio de la Historia de la capital y esconde anécdotas, monumentos y singularidades que lo convierten, casi, en un museo que vamos a recorrer por etapas, comenzando por ésta en la que además de asentar su origen, veremos y recorreremos la singular calle de Francisco y Jacinto Alcántara, cargada de elementos propios y que concluye en los recuerdos del 1808 y su relación con Goya.
En 1893, el ingeniero agrónomo Celedonio Rodrigáñez y Vallejo (Soto de Cameros, La Rioja, 02/04/1860 – El Escorial, Madrid, 30/06/1913; para leer su biografía recomiendo Real Academia de la Historia), director de Jardines y Plantíos del Ayuntamiento de Madrid, mandó comenzar las obras para crear un parque sobre lo que eran las tierras de San Antonio. Dicen que la idea nació en una conversación con la Regente María Cristina y que su inspiración corresponde al PARQUE DE EL CAPRICHO creado por la duquesa de Osuna, pero el caso es que su origen se sitúa en el aprovechamiento del desnivel de las laderas que bajaban hacia el Manzanares desde el recién creado barrio de Argüelles, dotándole así de un espacio de expansión. A Rodrigáñez ya lo conocimos cuando hablamos del Parque del Museo de Ciencias Naturales, pero también es autor de la gruta émula de los restos de Atapuerca situada en El Retiro, por otro lado, el único gran parque que existía hasta entonces en la capital.
En línea con lo que ocurría en Europa con parques como el de Buttes-Chaumont en París o el Battersea Park en Londres, pretendía éste ser un parque urbano modernista de estilo inglés dotado de senderos, fuentes, quioscos, monumentos, etc. La primera fase contó con 37 hectáreas en las que se dio trabajo sólo a desempleados para así paliar las grandes necesidades de la población. Se inauguró en 1905. Al año siguiente con el impulso del alcalde Alberto Aguilera, se añadieron 3 hectáreas más de escombreras junto al paseo del Pintor Rosales sin llegar al cerro del Príncipe Pío, lo que se prolongó hasta 1914, ya jubilado Rodrigáñez. Le sustituyó Cecilio Rodríguez (Valladolid, 1865 – Madrid, 14/10/1953), que a partir de 1940 comenzaría la reconstrucción de los destrozos producidos por la guerra del 36 y que establecerían los límites actuales. No podemos obviar la importancia de este paisajista que, aunque heredero del cargo, no desmerece en absoluto y hasta tiene unos jardines a su nombre, figurando como autor en numerosas actuaciones en Madrid, cuya biografía podemos conocer también pinchando el enlace de la Real Academia de la Historia.
Nos introducimos ya en el PARQUE DEL OESTE. Como curiosidad contar que cuando se abrió al público en 1910 no se podía comer dentro y para sentarse era necesario alquilar las sillas a la entrada, en recuerdo de tal situación aún podemos admirar las garitas que conformaban las zonas de paso en la primitiva delimitación. En 1919 los mauristas de Ángel Osorio consiguieron que el Ayuntamiento hiciera unas bibliotecas públicas en los dos parques de la ciudad, Oeste y Retiro, donde los niños pudieran leer fácilmente, se trataba de unos templetes donde reposaban los volúmenes que un funcionario iba dando a petición y que se guardaban bajo un cierre metálico, a pesar del lema "Estos libros, que son de todos, a la custodia de todos se confían". La II República abrió las puertas a todos los ciudadanos sin distinción y sin limitaciones de uso y disfrute.
Una de las arterias principales que lo atraviesa es el antiguo paseo de coches, hoy paseo de Camoens, lugar conocido durante un tiempo por que por la noche iban parejas buscando intimidad, pero también fue lugar de prostitución. Podemos encontrar cerca del cruce con la calle de Francisco y Jacinto Alcántara, una placa en recuerdo de La Veneno, el personaje bajo el que latía un ser humano cuya realidad abrió los ojos a los españoles a la comprensión de una singularidad que, existiendo, se mantenía oculta; su presencia en el programa de moda de la televisión de entonces y bajo la naturalidad de su protagonista, ha permitido a otras personas como ella vivir sus sentimientos con total naturalidad.
En la esquina del paseo del pintor Rosales con la mencionada calle Francisco y Jacinto Alcántara por la que hemos subido, cerca de una amplia zona de juegos infantiles rodeada de grandes árboles, césped bien cuidado, flores y arbustos, se leleva el Teleférico; construido por la empresa suiza Von-Roll, tardó meses en entrar en funcionamiento ante la protesta de varios vecinos porque "invadía su intimidad", desde 1969 funciona y desde el 2018 es de titularidad municipal que lo recuperó para integrarlo dentro de la EMT; su altura máxima es de 40 metros recorriendo casi 2,5 km desde la base en el Parque hasta la Casa de Campo en apenas 11 minutos, con 80 cabinas con capacidad cada una para 6 personas, espectaculares vistas, su utilidad es de ocio casi en exclusiva y al llegar podríamos encontrar (si la pandemia lo permite) una amplia zona de ocio e iniciar camino hacia el interior de la Casa de Campo; su apertura es limitada en días y horarios, conviene consultarlo antes de ir, aquí os dejo su web teleferico.emtmadrid.
Bajamos la citada calle de Francisco y Jacinto Alcántara, cuyos titulares son padre e hijo y los primeros directores sucesivamente de la Escuela de Artes Francisco Alcántara, Escuela de Cerámica de Madrid, fundada por él mismo en 1911. Crítico de arte, pintor y catedrático, se encuadra dentro de la línea de la Institución Libre de Enseñanza, ver su biografía en Real Academia de la Historia. Con el traslado a La Tinaja, en la antigua Escuela de Cerámica de los hermanos Zuloaga, y la construcción de nuevos edificios por los arquitectos municipales Luis Bellido y Leopoldo José Ulled, se consigue su consolidación al lograr un acuerdo entre el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes con el Ayuntamiento para que éste asuma el mecenazgo. Su actividad se reanudó tras la guerra civil bajo la dirección de Jacinto Alcántara, construyendo nuevos pabellones que formaron una U con el jardín diseñado por Javier Winthuysen en 1925 en el centro, donde se exponen trabajos cerámicos de los alumnos y las estatuas dedicadas a ambos directores; la del padre es obra del escultor Antonio Cruz Collado (del que hablaremos más adelante) realizada en 1950 en piedra caliza acompañado de un alumno y una pieza de cerámica, sin pedestal; y la del hijo es un busto en bronce sobre un pilar, realizada en 1971 por el escultor Enrique Pérez Comendador.
Dentro del PARQUE DE LA TINAJA se encuentra el Busto de Carlos Moreno Graciani (Madrid 1900 - 1970), pintor acuarelista, ceramista y tercer director de la Escuela, elaborado por el escultor M. Álvarez en 1973 en piedra caliza con base de ladrillo y hormigón. Actualmente la Escuela de Cerámica de Madrid es de titularidad de la Comunidad y se ubica por frente a la Escuela municipal de Cerámica de la Moncloa. Desde lejos se puede ver asomar el antiguo horno en forma de gigantesca tinaja que da nombre a esta zona, hoy encerrada en unas instalaciones de la policía municipal, de las cuales vemos arriba fotos. A continuación nos encontramos con el CEMENTERIO DEL DOS DE MAYO o de La Florida, que conoceremos en nuestra miniserie dentro de esta de Paseos junto con otros relacionados con los hechos del 1808, puedes acceder pinchando aquí.
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