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lunes, 11 de octubre de 2021

SERIE PASEOS, PARQUES Y JARDINES DE MADRID LIX: PARQUE DEL OESTE, de la Historia y su relación con el 1808.

De tanta tradición es para Madrid la DEHESA DE LA VILLA como el PARQUE DEL OESTE y su entorno, pues ya antes de crearse como tal, sus tierras actuales formaban parte de los diferentes territorios que rodeaban Madrid en ambos casos. Desde el original Campo de San Antonio que pertenecía al Real Sitio de la Florida lindante con la propia citada Dehesa de Amaniel se comenzó a construir como parte inseparable del Ensanche de Madrid, entre los arroyos de San Bernardino y la antigua cuesta de Areneros (hoy calle del Marques de Urquijo), y desde la calle de San Bernardino (actual Princesa) hasta el paseo de San Antonio (actual de la Florida); sus terrenos fueron expropiados en 1873 por la I República y entregados al municipio para la realización de un parque público. En 1985 obtuvo la catalogación de la Comunidad de Madrid como Parque Histórico. Tras las sucesivas ampliaciones, comprende otros espacios diferenciados como son el PARQUE DE LA TINAJA, la ROSALEDA, los JARDINES DEL TEMPLO DE DEBOD, la FUENTE DE LA SALUD, etc. Es custodio de la Historia de la capital y esconde anécdotas, monumentos y singularidades que lo convierten, casi, en un museo que vamos a recorrer por etapas, comenzando por ésta en la que además de asentar su origen, veremos y recorreremos la singular calle de Francisco y Jacinto Alcántara, cargada de elementos propios y que concluye en los recuerdos del 1808 y su relación con Goya.



En 1893, el ingeniero agrónomo Celedonio Rodrigáñez y Vallejo (Soto de Cameros, La Rioja, 02/04/1860 – El Escorial, Madrid, 30/06/1913; para leer su biografía recomiendo Real Academia de la Historia), director de Jardines y Plantíos del Ayuntamiento de Madrid, mandó comenzar las obras para crear un parque sobre lo que eran las tierras de San Antonio. Dicen que la idea nació en una conversación con la Regente María Cristina y que su inspiración corresponde al PARQUE DE EL CAPRICHO creado por la duquesa de Osuna, pero el caso es que su origen se sitúa en el aprovechamiento del desnivel de las laderas que bajaban hacia el Manzanares desde el recién creado barrio de Argüelles, dotándole así de un espacio de expansión. A Rodrigáñez ya lo conocimos cuando hablamos del Parque del Museo de Ciencias Naturales, pero también es autor de la gruta émula de los restos de Atapuerca situada en El Retiro, por otro lado, el único gran parque que existía hasta entonces en la capital.

En línea con lo que ocurría en Europa con parques como el de Buttes-Chaumont en París o el Battersea Park en Londres, pretendía éste ser un parque urbano modernista de estilo inglés dotado de senderos, fuentes, quioscos, monumentos, etc. La primera fase contó con 37 hectáreas en las que se dio trabajo sólo a desempleados para así paliar las grandes necesidades de la población. Se inauguró en 1905. Al año siguiente con el impulso del alcalde Alberto Aguilera, se añadieron 3 hectáreas más de escombreras junto al paseo del Pintor Rosales sin llegar al cerro del Príncipe Pío, lo que se prolongó hasta 1914, ya jubilado Rodrigáñez. Le sustituyó Cecilio Rodríguez (Valladolid, 1865 – Madrid, 14/10/1953), que a partir de 1940 comenzaría la reconstrucción de los destrozos producidos por la guerra del 36 y que establecerían los límites actuales. No podemos obviar la importancia de este paisajista que, aunque heredero del cargo, no desmerece en absoluto y hasta tiene unos jardines a su nombre, figurando como autor en numerosas actuaciones en Madrid, cuya biografía podemos conocer también pinchando el enlace de la Real Academia de la Historia

Nos introducimos ya en el PARQUE DEL OESTE. Como curiosidad contar que cuando se abrió al público en 1910 no se podía comer dentro y para sentarse era necesario alquilar las sillas a la entrada, en recuerdo de tal situación aún podemos admirar las garitas que conformaban las zonas de paso en la primitiva delimitación. En 1919 los mauristas de Ángel Osorio consiguieron que el Ayuntamiento hiciera unas bibliotecas públicas en los dos parques de la ciudad, Oeste y Retiro, donde los niños pudieran leer fácilmente, se trataba de unos templetes donde reposaban los volúmenes que un funcionario iba dando a petición y que se guardaban bajo un cierre metálico, a pesar del lema "Estos libros, que son de todos, a la custodia de todos se confían". La II República abrió las puertas a todos los ciudadanos sin distinción y sin limitaciones de uso y disfrute.

Una de las arterias principales que lo atraviesa es el antiguo paseo de coches, hoy paseo de Camoens, lugar conocido durante un tiempo por que por la noche iban parejas buscando intimidad, pero también fue lugar de prostitución. Podemos encontrar cerca del cruce con la calle de Francisco y Jacinto Alcántara, una placa en recuerdo de La Veneno, el personaje bajo el que latía un ser humano cuya realidad abrió los ojos a los españoles a la comprensión de una singularidad que, existiendo, se mantenía oculta; su presencia en el programa de moda de la televisión de entonces y bajo la naturalidad de su protagonista, ha permitido a otras personas como ella vivir sus sentimientos con total naturalidad.



Es en el cruce de las calles citadas donde se ubicó la Fuente de la Fama de Pedro Ribera entre 1911 y 1941. Con el tiempo, su lugar lo ocupó la Fuente homenaje al neoclásico arquitecto Juan de Villanueva. La idea de hacer algo en honor del citado, existía desde 1865 cuando se encargó una escultura a José Piquer, pero solo se había realizado un modelo en yeso tres años antes, que no llegó a fundirse, obra de Antonio Susillo. Volvió a hacerse un segundo intento en 1939 al celebrarse el segundo aniversario del nacimiento de Villanueva, pero no fue hasta 1943 cuando se convocó un concurso que acabó ganando el proyecto del arquitecto Víctor Dors Pérez-Peix (1909-1994) y el escultor Santiago Costa Vaqué (1895-1983), que se construyó entre 1946 y 1951 como remate a la cuesta que baja de plaza de España a la plaza de San Vicente, ocupando el centro. Cuando en 1994 se reconstruyó la puerta de San Vicente de Sabatini, la Fuente fue trasladada a su actual ubicación tal y como explica una placa en la misma plaza. Con sus 20 m de altura, el gracejo popular la bautizó como "fuente del lápiz" o "fuente del plátano" ¡cosas de gatos!


Hecha en piedra de granito, una amplia base lobulada se apoya sobre un jardín de césped y flores de temporada, del centro se levantan columnas jónicas que sostienen un gran plato en cuyo centro se elevan columnas corintias que a su vez mantienen un plato más pequeño sobre el que se levanta una estructura con una flor de lis a modo de surtidor. Se añaden ocho medallones circulares rodeando el basamento del templete inferior, alternando bajorrelieves e inscripciones relativas a dichos medallones. La fuente se ubica en el centro haciendo de rotonda para el tráfico de vehículos. El agua cae como una cortina desde un plato a otro y por fin a la base junto al suelo. Su espectacularidad merece que nos quedemos un ratito observándola antes de ascender por la calle a continuación.


En la esquina del paseo del pintor Rosales con la mencionada calle Francisco y Jacinto Alcántara por la que hemos subido, cerca de una amplia zona de juegos infantiles rodeada de grandes árboles, césped bien cuidado, flores y arbustos, se leleva el Teleférico; construido por la empresa suiza Von-Roll, tardó meses en entrar en funcionamiento ante la protesta de varios vecinos porque "invadía su intimidad", desde 1969 funciona y desde el 2018 es de titularidad municipal que lo recuperó para integrarlo dentro de la EMT; su altura máxima es de 40 metros recorriendo casi 2,5 km desde la base en el Parque hasta la Casa de Campo en apenas 11 minutos, con 80 cabinas con capacidad cada una para 6 personas, espectaculares vistas, su utilidad es de ocio casi en exclusiva y al llegar podríamos encontrar (si la pandemia lo permite) una amplia zona de ocio e iniciar camino hacia el interior de la Casa de Campo; su apertura es limitada en días y horarios, conviene consultarlo antes de ir, aquí os dejo su web teleferico.emtmadrid.

Bajamos la citada calle de Francisco y Jacinto Alcántara, cuyos titulares son padre e hijo y los primeros directores sucesivamente de la Escuela de Artes Francisco Alcántara, Escuela de Cerámica de Madrid, fundada por él mismo en 1911. Crítico de arte, pintor y catedrático, se encuadra dentro de la línea de la Institución Libre de Enseñanza, ver su biografía en Real Academia de la Historia. Con el traslado a La Tinaja, en la antigua Escuela de Cerámica de los hermanos Zuloaga, y la construcción de nuevos edificios por los arquitectos municipales Luis Bellido y Leopoldo José Ulled, se consigue su consolidación al lograr un acuerdo entre el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes con el Ayuntamiento para que éste asuma el mecenazgo. Su actividad se reanudó tras la guerra civil bajo la dirección de Jacinto Alcántara, construyendo nuevos pabellones que formaron una U con el jardín diseñado por Javier Winthuysen en 1925 en el centro, donde se exponen trabajos cerámicos de los alumnos y las estatuas dedicadas a ambos directores; la del padre es obra del escultor Antonio Cruz Collado (del que hablaremos más adelante) realizada en 1950 en piedra caliza acompañado de un alumno y una pieza de cerámica, sin pedestal; y la del hijo es un busto en bronce sobre un pilar, realizada en 1971 por el escultor Enrique Pérez Comendador. 


Dentro del PARQUE DE LA TINAJA se encuentra el Busto de Carlos Moreno Graciani (Madrid 1900 - 1970), pintor acuarelista, ceramista y tercer director de la Escuela, elaborado por el escultor M. Álvarez en 1973 en piedra caliza con base de ladrillo y hormigón. Actualmente la Escuela de Cerámica de Madrid es de titularidad de la Comunidad y se ubica por frente a la Escuela municipal de Cerámica de la Moncloa. Desde lejos se puede ver asomar el antiguo horno en forma de gigantesca tinaja que da nombre a esta zona, hoy encerrada en unas instalaciones de la policía municipal, de las cuales vemos arriba fotos.

Al lado nos encontramos con el recuerdo de unos hechos históricos, veamos cómo se produjeron. El general francés Murat soñaba con que Napoleón le hiciera rey de España, para lo cual y ante el levantamiento del 2 de mayo, decidió actuar con la máxima contundencia y pacificar la nación para entregársela en bandeja al emperador. En la madrugada del día siguiente al alzamiento, mandó fusilar a 43 madrileños rebeldes en la montaña del Príncipe Pío (a la altura del teleférico más o menos) ordenando que sus cadáveres quedaran a la intemperie. Tras 9 días así, por fin pudieron enterrar los cuerpos de los que se convertirían en héroes del 3 de mayo junto con muchos otros, descansando en el cercano Cementerio de la Florida. Éste había sido creado por Carlos IV en 1796 para los servidores de Palacio que fallecieran dentro del recinto del Real Sitio de la Florida (no olvidemos la historia de la Colonia Manzanares en lo que hoy conocemos como San Pol y de la ermita de San Antonio de la Florida, ver aquí) y que ya contaba con unas 300 tumbas a esas fechas. Actualmente es el cementerio más antiguo de Madrid.


La cerámica que figura junto a la puerta es reproducción de los fusilamientos pintados por Goya en un cuadro titulado "El 3 de mayo en Madrid", realizada por el que fuera director de la Escuela de Cerámica Juan Manuel Sánchez Ríos. Dentro se encuentra una placa dedicada a la monja salesiana nacida en Francia conocida como Sor Marta (de nombre Ana Biget; Thoraise, 26/10/1748 - 29/03/1824) que a partir de 1809 auxilió a cientos de prisioneros heridos españoles en Besançon ayudando a sobrevivir a muchos de ellos con total entrega. Otro cuadro retrata el horror en la cara de los que recogen los cuerpos de los caídos pintado por Vicente Palmaroli González (1834-1896), titulado "Los desenterramientos de la Florida", este pintor español natural de Zarzalejo ocupó diferentes cargos como académico, pintó dicho cuadro para la Exposición Nacional de 1871 que fue comprado por Amadeo I de Saboya y regalado al municipio de Madrid; la cerámica fue realizada en la Escuela limítrofe por Cruz Iruelas en 1974. Otra placa en el interior del mausoleo enumera los 29 nombres contrastados, el resto hasta los 43 fusilados, no han podido ser identificados. Y junto al altar otra placa recuerda al general Espartero (1793-1879), uno de los presidentes de la sociedad de milicianos que hoy se ocupa del lugar, dos veces Presidente del Consejo y regente en la minoría de edad de Isabel II. El Cementerio cayó en el olvido y abandono hasta que en 1959 el arquitecto Vicente Baztán Pérez, conservador del Patrimonio Histórico Artístico Municipal, elaboró un proyecto para restaurar el lugar y construir una nueva capilla, que se estrenó significativamente el 2 de mayo del año siguiente, incluyendo una hornacina con una la imagen de la Inmaculada Concepción realizada en piedra caliza por el escultor Antonio Cruz Collado que tiene numerosas obras distribuidas por Madrid, premio Nacional de Bellas Artes en 1934, conservador del museo Cerralbo durante la Guerra Civil y director de la Escuela de Cerámica y de Artes y Oficios, cuya carrera se vio truncada por la represión tras la contienda, a pesar de lo cual, pudo seguir ejerciendo como escultor. Una nueva restauración en 1981 permitió la libre apertura al público otro 2 de mayo, impulsada por el alcalde Enrique Tierno Galván, pero hubo de restringirse debido a los actos vandálicos que sufrió el recinto. Con motivo del bicentenario, en 2008 ha sido de nuevo actualizada por el arquitecto Antonio Lopera Arazola.
Justo donde se acaba la calle, aparece la parte baja del PARQUE DEL OESTE, limitado por las vías del tren donde la Compañía Ferroviaria del Norte quiso hacerse con todos estos terrenos, pero no le fue posible por la protección que tenía el Cementerio. En primer término de este paseo nos encontramos la cerámica con el nombre de paseo de Adelardo Ortiz de Pinedo, dedicada al abogado, escritor y representante del Círculo Instructivo Obrero nacido en 1859, que fue colocada por la Real Congregación de la Buena Dicha y Víctimas del 2 de mayo de 1808 en 1917. Ahí mismo vemos estos cuatro bloques de cemento realizados en 1996 por el escultor y pintor Joaquín Vaquero Turcios, que en la cara que apunta hacia la ermita de San Antonio de la Florida, decorada por Goya, presenta las cuatro letras de su apellido; mientras que la trasera de cada una de ellas, contiene diferentes frases del pintor. Si trazamos una línea imaginaria desde el Cementerio, pasando por este monumento y la ermita citada, veríamos al otro lado del Manzanares la Quinta del Sordo si aún existiera, más o menos y si no lo vemos claro, al menos nos ilusionamos con que así es. Estos paneles figuran ahí desde que se construyó el corredor verde que separa el Parque de las vías del tren, lo cual es fácil adivinar porque varían totalmente del estilo paisajístico general, aunque sean parte del territorio del PARQUE DEL OESTE. Finalizando 2022 se ha decorado un mural cercano con el cuadro de los fusilamientos de "El 3 de mayo" en homenaje a Goya, para ver la información y fotografías en este mismo blog, pincha aquí.


Podemos aprovechar para dar un paseo por esta zona cuajada de recuerdos ferroviarios, pues por hoy ya vamos a dar por finalizado nuestro paseo. Aún nos quedan los recuerdos de la Guerra Civil, la senda botánica, los numerosos monumentos y esculturas y otros lugares que conoceremos en los siguientes paseos.



P.D.- Te dejo aquí los enlaces al resto de artículos sobre el Parque del Oeste:

Para ver el artículo "los recuerdos del conflicto", pincha aquí.
Para ver el artículo "los Caminos de la naturaleza", pincha aquí.
Para ver el artículo "de monumentos y esculturas", pincha aquí.
Para ver la zancada sobre los Jardines del Templo de Debod, pincha aquí.
Para ver la zancada sobre los Jardines de Ferraz, pincha aquí.
Para ver la zancada sobre la Rosaleda del Parque del Oeste, pincha aquí.






Ya está editada las Guía Básica de las Estatuas y Monumentos del Parque del Oeste y Jardines colindantes. Te las puedes llevar de viaje, son cómodas y baratas, búscalas aquí: Amazon.es.


@ 2021 by Santiago Navas Fernández

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