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sábado, 2 de noviembre de 2024

PASEOS POR LOS PARQUES Y JARDINES DE MADRID CLXXVI: EL CEMENTERIO DE LA FLORIDA Y OTROS ENTERRAMIENTOS DEL DOS DE MAYO.



Este CEMENTERIO lo conocemos como el CEMENTERIO DEL DOS DE MAYO en recuerdo a la Guerra de 1808, vamos a ver cómo llegó a cambiar el nombre inicial. El general francés Murat soñaba con que Napoleón le hiciera rey de España, para lo cual y ante el levantamiento del 2 de mayo, decidió actuar con la máxima contundencia y pacificar la nación para entregársela en bandeja al emperador. En la madrugada del día siguiente al alzamiento, mandó fusilar a 43 madrileños rebeldes en la montaña del Príncipe Pío (a la altura del teleférico más o menos) ordenando que sus cadáveres quedaran a la intemperie. Tras 9 días así, por fin pudieron enterrar los cuerpos de los que se convertirían en héroes del 3 de mayo junto con muchos otros, descansando en el cercano CEMENTERIO DE LA FLORIDA. Sin embargo, éste había sido creado por Carlos IV en 1796 para los servidores de Palacio que fallecieran dentro del recinto del Real Sitio de la Florida (no olvidemos la historia de la COLONIA MANZANARES en lo que hoy conocemos como San Pol y de la Ermita de San Antonio de la Florida, ver aquí) y que ya contaba con unas 300 tumbas a esas fechas. Actualmente es, posiblemente, el cementerio más antiguo de Madrid.


La cerámica que figura junto a la puerta es reproducción del cuadro de los fusilamientos pintados por Goya en un cuadro titulado "El 3 de mayo en Madrid" y del que se afirma, erróneamente, que pintó tras ser testigo directo de los hechos; la cerámica fue realizada por el que fuera director de la lindante Escuela de Cerámica Juan Manuel Sánchez Ríos. Dentro se encuentra una placa dedicada a la monja salesiana nacida en Francia conocida como Sor Marta, de nombre Ana Biget (Thoraise, 26/10/1748 - 29/03/1824) que a partir de 1809 auxilió a cientos de prisioneros heridos españoles en Besançon ayudando a sobrevivir a muchos de ellos con total entrega. Otro cuadro que encontramos más dentro del recinto, retrata el horror en la cara de los que recogen los cuerpos de los caídos pintado por Vicente Palmaroli González (1834-1896), titulado "Los desenterramientos de la Florida", este pintor español natural de Zarzalejo ocupó diferentes cargos como académico, y pintó dicho cuadro para la Exposición Nacional de 1871, fue comprado por Amadeo I de Saboya y regalado al municipio de Madrid a continuación; la cerámica también fue realizada en la Escuela citada y que conocimos en nuestro paseo por el PARQUE DEL OESTE (ver aquí), realizada por Cruz Iruelas en 1974. Otra placa en el interior del mausoleo enumera los 29 nombres contrastados, el resto hasta los 43 fusilados, no han podido ser identificados fehacientemente. Y junto al altar otra placa recuerda al general Espartero (1793-1879), uno de los presidentes de la sociedad de milicianos que hoy se ocupa del lugar y luego explico, dos veces Presidente del Consejo y regente en la minoría de edad de Isabel II. 


El Cementerio cayó en el olvido y abandono hasta que en 1959 el arquitecto Vicente Baztán Pérez, conservador del Patrimonio Histórico Artístico Municipal, elaboró un proyecto para restaurar el lugar y construir una nueva capilla, que se estrenó significativamente el 2 de mayo del año siguiente, incluyendo una hornacina con una la imagen de la Inmaculada Concepción realizada en piedra caliza por el escultor Antonio Cruz Collado, el cual tiene numerosas obras distribuidas por Madrid, premio Nacional de Bellas Artes en 1934, conservador del museo Cerralbo durante la Guerra Civil y director de la Escuela de Cerámica y de Artes y Oficios, cuya carrera se vio truncada por la represión tras la contienda, a pesar de lo cual, pudo seguir ejerciendo como escultor. Una nueva restauración del Cementerio en 1981 permitió la libre apertura al público otro 2 de mayo, impulsada por el alcalde Enrique Tierno Galván, pero hubo de restringirse debido a los actos vandálicos que sufrió el recinto. Con motivo del bicentenario, en 2008 fue de nuevo actualizada por el arquitecto Antonio Lopera Arazola. Tal y como refleja la placa sobre este texto, desde 1917 se hizo cargo de su custodia y mantenimiento la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos, la cual se había constituido en 1839 por antiguos combatientes de dicha Guerra, integrados en las milicias populares, base y sostén principal de la resistencia hasta que el ejército pudo reorganizarse y con la definitiva ayuda británica y portuguesa, vencer la Guerra. 


Uno de los miembros de dicha Sociedad en el año que asumió su cometido fue Ortiz de Pinedo, que lo era también de la disuelta en ese momento Congregación de la Buena Dicha y Víctimas del Dos de Mayo, como se denominaba desde tiempos de Fernando VII. Y aquí es donde coloco uno de los varios cementerios desaparecidos, el anexo al Hospital de Nuestra Señora de la Concepción, atendido por la Hermandad de la Misericordia de dicha advocación mariana y que llamaré el CEMENTERIO DE LA BUENA DICHA por recuerdo a la Congregación que se formó en 1564 y que sería la citada más arriba, de la cual hoy sólo queda el recuerdo y la Iglesia de dicho nombre en la calle Silva, que conocimos en nuestro paseo por el barrio de Maravillas (ver aquí). En los primeros días de la Guerra de la Independencia, muchos heridos pasaron por este hospital benéfico y varios muertos fueron enterrados en el pequeño camposanto de la calle de la Justa entonces, hoy calle de Libreros, entre ellas la heroína Clara del Rey, de la que hablamos en otro paseo ante su busto (ver aquí) y al menos dos cofrades de la Buena Dicha. Finalmente decir que la Sociedad Filantrópica consiguió evitar el traslado de los restos mortales de los héroes enterrados en el CEMENTERIO DE LA FLORIDA al monumento existente en la plaza de la Lealtad, como pretendía el ayuntamiento de Madrid. Por cierto, obsérvese bien la fachada de este edificio, obra de García Nava, porque veremos una descarada similitud con otros del CEMENTERIO DE LA ALMUDENA.

Otro de los cementerios desparecidos y que tiene relación con el dos de mayo, es el CEMENTERIO DEL RETIRO, el  cual se debe a la acción emprendida por Carlos III en 1787 comentada ya y que impulsó su construcción cercana a la capilla de San Fernando y al paseo de Alfonso XII, si bien abarcaba hasta el actual paseo de Fernán Núñez, en una parcela que hoy cogería el Palacio de Cristal y el Palacio de Velázquez incluida la fuente del Ángel Caído, frente al antiguo Huerto del Francés donde se encuentra la Noria que sirvió a la fábrica de porcelanas que se ubicó aquí. En 1874 se construyó el paseo de coches que es el actual paseo de Fernán Núñez citado, lo que marcó el inicio de su desaparición total que culminó cuando se inauguró el CEMENTERIO DE LA ALMUDENA. Estuvo destinado a los empleados del Palacio del Buen Retiro, otra similitud con el anterior que se levantó para los empleados del Palacio Real, y también, en los primeros días de la Guerra de la Independencia, recibió alguno de los muertos en los enfrentamientos. Poco más que añadir, salvo una cosa y para que quede clara, la cercana ubicación de la estatua del Ángel Caído no tiene nada que ver con el cementerio, sino más bien con que aquí se alcanza la cota 666 de Madrid sobre el nivel del mar (hasta que un efecto del cambio climático lo cambie todo, claro).


Pero hoy no vamos a hablar de este monumento de Bellver y Jareño, lo dejamos para algún recorrido por EL RETIRO, pendiente en su totalidad en este humilde blog. Así que con esto, damos por finalizado este pequeño paseo medio real y medio virtual, que continuará, claro, con otros cementerios.


@ 2024, by Santiago Navas Fernández

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