Empezamos con una foto de la nevada del pasado enero de 2021, en el camino del viejo canalillo a su paso por la DEHESA DE LA VILLA. De él, del canalillo, procede el refrán del título, si bien es cierto que su antigüedad se data en 1878 cuando se planteó su construcción tras entrar en funcionamiento el Canal de Isabel II, así que aún es más cierto el otro refrán "eres más viejo que el hilo negro". Veamos un poco de su historia, Debajo de estas líneas tenemos el plano del proyecto de construcción (la verdad es que no se ve mucho, pero da para un rato de entretenimiento el mirarlo).
Como explicamos en el paseo por el Aljibe de Amaniel (ver aquí), cuando Madrid pasó a ser capital del Reino, los "viajes" del Agua resultaron insuficientes para abastecer la demanda de la ciudad en crecimiento, por lo que se recurrió a traer el preciado líquido de otros lugares más alejados. Así, en 1848 siendo Juan Bravo Murillo Presidente del Gobierno, promovió la construcción del que sería el Canal de Isabel II, en honor a la monarca reinante. Los cálculos se hicieron sobradamente para que llegara hasta cualquier punto de la ciudad y en cantidad suficiente, pero resulta que sobraba caudal pues la ciudadanía, por falta de costumbre o de posibilidades, no usaba ni la mitad de lo previsto por lo que se debía desechar el sobrante y, con buen criterio, se pensó en hacer unos recorridos adicionales que llevaran dicho exceso hasta las cuencas del Jarama y el Manzanares respectivamente, pasando por sitios donde pudieran tener un aprovechamiento, no olvidemos que Madrid se surtía de una gran cantidad de huertas instaladas a su alrededor.
Fue el ingeniero Juan de Ribera el encargado de diseñar este conducto, igual que lo había sido del propio Canal de Isabel II. Hasta entonces se despreciaban miles de litros que se vertían sobre el arroyo del Obispo en las compuertas situadas sobre él, a través de un desagüe que aún se puede ver, tapado por supuesto, en el PARQUE AGUSTIN RODRIGUEZ SAHAGÚN, ver aquí (ver fotos debajo de este texto: como se encuentra en la actualidad y lo que era en un fotograma extraído de la película "No somos ni Romeo ni Julieta"; sobre este párrafo foto antigua del lugar, la actriz de la película estaría sentada arriba, junto a las compuertas). Madrid era un terreno donde innumerables arroyos corrían y provocaban grandes vaguadas. Poco antes de que las aguas llegaran por el Canal de Isabel II hasta los depósitos actuales, se instaló un Partidor que debía canalizar parte del agua para este fin. Este edificio se encontraba cerca de la calle del Vivero (llamada así porque existían unos viveros en los que se ensayó la llegada de dicho caudal antes de construirlo), en la confluencia de las actuales avenidas de Reina Victoria y Pablo Iglesias (posiblemente donde hoy está el monumento erigido a éste). Desde allí partían dos recorridos: el del norte, que es el que transcurre por la Dehesa de la Villa, y el del este, que iba hacia el Abroñigal, donde desaguaba.
La ACEQUIA DEL NORTE preveía un canal de suelo plano a profundidad de algo más de 1 metro, construido en ladrillo y de anchura poco más de 2 metros. Con una ligera inclinación para que no se remansara el agua y se formaran algas, pero también que fuera lentamente y así evitar la erosión. Sus lados se arbolarían de moreras para ayudar, de paso, a la revitalización de la industria de los gusanos de seda, de capa caída de un tiempo a esa parte, además, protegerían de la evaporación por calor en los soleados días de verano; una alambrada impediría el paso de transeúntes y animales, que podían asomarse desde el vallado e incluso disfrutar de la frondosidad del arbolado, pero no invadirlo. Incluía la acequia, algunos saltos estratégicamente situados, para aprovechar esa fuerza en las industrias cercanas y salvar desniveles. Finalmente, el recorrido alcanzó los 6 kms.
La acequia estuvo a cielo abierto y luego se embutió en una tubería cubierta por razones de seguridad, de la cual no queda absolutamente nada en pie, salvo un tramo que dicen que es una cesión del Canal al Ayuntamiento y que se sitúa en el PARQUE DE FRANCOS RODRIGUEZ, que algunos conocerán con otros nombres, como Parque de Ofelia Nieto o Parque del Quijote, lo explicamos en el artículo sobre este espacio verde, pincha aquí si te apetece volverlo a ver. Ahora vamos a hacer el recorrido y para situarnos, tomemos como referencia el edificio de la Cruz Roja de la avenida de la Reina Victoria, enfrente de donde se ubicaría el Partidor:
Este edificio de ladrillo con la cúpula de la capilla neogótica, se comenzó a construir en 1893 por el arquitecto José Marañón Gómez-Acebo, gracias al impulso económico del testamento de doña Adela Balboa, para atender a los empleados de la corte. Y por eso recibió el nombre de Casa de Salud San José y Santa Adela. Pero los fondos se agotaron en 1911, sólo con la construcción, faltaba dotarlo. La reina Victoria Eugenia de Battemberg (esposa de Alfonso XIII) estaba muy preocupada con el problema de los heridos de guerra, por lo que asumió como suyo el buen fin del Hospital, creando un patronato que en 1918 lo nombraría Hospital de la Cruz Roja, recogiendo a los heridos de la guerra con Marruecos. Gran presencia tendría la Duquesa de la Victoria, noble dama amiga de la Reina y que ejerció diferentes tareas en torno a esta institución incluido el de Vicepresidenta, impulsó la creación de hospitales y escuelas de enfermería (leer su biografía aquí). A ella se dedicó en 1925 el monumento que adorna la fachada colocado sobre una zona ajardinada, obra del pintor y escultor Julio González Polo, que la representa atendiendo a un herido, bajo una corona de laurel, una gran cruz con la leyenda del monumento y el escudo nacional, acompaña al conjunto un soldado de regulares y uno del tercio de Marruecos, un soldado indígena y un legionario. Un poco más abajo está la calle de los Viveros ya comentada y desde ahí parte el canalillo, serpenteando entre y por debajo de los actuales edificios cuando éstos no existían.
Bajaba a la vaguada que salva el Canal de Isabel II por el Puente o Acueducto de Amaniel, pasando bajo uno de los primeros ojos del puente y haciendo una gran curva sobre el PARQUE CARLOS PARIS y volvía a cruzar el puente bajo otro de los ojos al otro extremo, para encaminarse por un sendero que podemos recorrer casi enfrente, entre la tapias de la Comisaría Central de Policía Nacional y los modernos edificios de la avenida Juan XIII. Este mismo recorrido pasa sobre el Aljibe de Amaniel antes de toparse contra un muro de hormigón, fruto de un acotamiento que se hizo para construir unos bloques de viviendas del Consorcio de Profesores de la CIUDAD UNIVERSITARIA. Desde la avenida de las Moreras y a través del vallado, podemos ver los jardines que tienen para uso y disfrute estas viviendas, por donde debía transcurrir el canalillo y que hoy no se puede recorrer, injustamente. Y desde aquí llegamos al tramo que hemos visto en el PARQUE FRANCOS RODRÍGUEZ. Cruzaba la actual avenida del Arquitecto Sánchez Arcas y pasaba por detrás del Colegio de Huérfanos Ferroviarios (del cual hablamos al final del último artículo sobre la serie de la Dehesa de la Villa que comienza aquí).
En ese tramo existía una casa de regulación tras un vallado que impedía el paso, prueba inequívoca del trazado del Canal de Isabel II, la casa se quemó en el incendio de 2021 pero nosotros retomamos desde el otro lado el camino del canalillo, creado en los años 60 del siglo pasado como lugar de esparcimiento, paseo o deporte al alcance de todos. Su recorrido es poco más de quilómetro y medio de curvas y revueltas siguiendo el trazado de los montes, dejando a un lado los terrenos de la Dehesa de la Villa y al otro los de la Ciudad Universitaria, también podemos ver unos mojones metálicos con el anagrama del "CYII", señalando por dónde transcurre el Canal en busca de los depósitos de las calles de Bravo Murillo y Santa Engracia.
A lo largo de ese paseo nos vamos a encontrar con varios puntos de interés, pues no podemos olvidar que el canalillo serpentea entre los rastros de un entorno histórico como fue la Guerra Civil, así que trincheras, alambradas y búnkeres nos salen al paso. De todo ello, incluido un plano, podemos encontrarlo en el artículo correspondiente a los restos de la Guerra en la Dehesa la Villa que conocimos aquí. Algunas huertas en terrenos de la Universidad sustituyen a las antiguas terrazas de tierra, una recién nacida pista de "aero disc golf" ha aparecido de la noche a la mañana (se trata de un circuito en el que están marcadas unas bases y hay unas cestas por el recorrido, se trata de meter en dichas cestas un disco de lanzamiento a mano, dicho así a grandes rasgos). Aún se conserva una casa de guardas o cuidadores del canalillo y que está cerrada. El camino, de tres metros de ancho es de tierra apisonada y permite la práctica de cualquier deporte, incluida la bicicleta pero con cuidado pues no hay separación para éstas. En los días de fiesta puede haber un poco de exceso de personas.
La Chumbera, cuya flor es preciosa, abunda por esta zona previa al Cerro de los Locos, más o menos donde estaba la antigua fuente de agua del propio canalillo que usaban "los locos" para bañarse desnudos aún en invierno, hoy está enterrada bajo un lecho de arena por decisión del Ayuntamiento, que lo justificó diciendo que el reguero de agua provocaba corrimientos de tierra en el camino. Alrededor diferentes ruinas nos hablan de edificaciones que ahora sabemos que pertenecen a recuerdos de la Guerra, puestos de vigilancia o nidos de ametralladoras según vimos en el enlace citado anteriormente sobre el recorrido por los restos de la contienda.
También vamos a encontrarnos por todo el trazado, zonas deportivas con material para hacer diferentes ejercicios y tablas explicativas. Y con algunos paneles que nos detallarán el nombre de lo que estamos viento en la sierra de enfrente. Nada más pasar el Cerro de los Locos nos encontramos a mano izquierda con la torre del CIEMAT, donde dicen las malas lenguas que se ubica un resto nuclear inutilizado que produjo varias fugas allá por los años 70 del siglo pasado (según explicamos en uno de los recorridos de serie de la Dehesa, ver aquí). Un poco más adelante nos encontraremos con la Fuente de la Tomasa, actualmente restaurada, pero nada le resta de curiosidad pues fue un lugar muy famoso que cobraba vida a partir de cierta hora de la tarde. Desde su mirador podemos disfrutar de la visión sobre la amplia vaguada que formó el arroyo de Cantarranas, del cual aún queda un vago recuerdo; vaguada por la que atraviesa el ramal de la SENDA REAL y donde podemos ver el Pino Real, protegido por un magnífico alcorque.
El camino sigue repitiéndose las vistas privilegiadas sobre la sierra de Madrid; diversas especies de árboles, aunque sea el pino piñonero el más común, se mezclan en repoblaciones con otros arbustos y especies salvajes; nuevos espacios para practicar ejercicios con estructuras a propósito y tablas explicativas nos inspiran, hasta que alcanzamos el final del canalillo soterrado que coincide con el cruce de la antigua carretera de la Dehesa de la Villa que también fue reconvertida hace unos años en lugar de disfrute, paseo y práctica de deporte incluido un carril bici exclusivo para este vehículo. En ese tope que forman dos pequeños pivotes y una hilera de piedra, encontramos una de las pocas fuentes en servicio que quedan, quizá porque es el final del recorrido.
Según el plano de Facundo Cañada de 1900 "de Madrid y pueblos colindantes", el canalillo acaba aquí, casi en la cabecera del arroyo del Fresno, quizá desaguaba por él o, lo más probable, pude que simplemente al entrar en el término de Fuencarral (de entonces) se detenga el dibujante en su trazado; lo interesante es que también ese plano nos descubre un brazo que, aproximadamente, parte del Cerro de las Balas y baja hasta unos edificios donde actualmente está el Palacio de la Moncloa, que entonces también existía, pero con otro uso (recordar lo hablado acerca del REAL SITIO DE LA FLORIDA, pincha aquí, y en otras visitas como la de la SENDA REAL, el PARQUE DE LA BOMBILLA, etc.), curiosamente cerca del arroyo de Cantarranas, así que es el momento de recordar lo que comentamos en el artículo sobre la CIUDAD UNIVERSITARIA acerca del Viaducto del Aire, ver aquí. Pero volvamos al trazado anterior.
Recuerdos de personas que lo han conocido, me afirman que el canalillo pasaba frente a sus casas. Haciendo acopio de los escasos datos, el trazado sigue pues, el siguiente itinerario: cruzamos la antigua carretera de la Dehesa de la Villa desde donde se acababa la actual pista y nos encontramos en el mirador sobre la entrada al túnel de la calle de Sinesio Delgado, que es donde actualmente acaba el término de la propia Dehesa, seguimos de frente, pues hay unos jardines cuyo camino los atraviesa, tanto por anchura como por dirección y situación, parece claro que por aquí pasaba el canalillo paralelo a la calle de la isla de Alegranza; luego cruzamos por el semáforo que parece puesto ahí adrede, hacia las pistas deportivas de Antonio Machado, resulta curioso comprobar cómo todo este aparentemente casual recorrido sigue un trazado muy similar; cruzaremos de nuevo la calle buscando la parte baja de Valdezarza, por donde está el PARQUE DE BLAS DE OTERO (que visitamos cuando recorrimos dicho barrio con Saconia y el Reino de Belmonte, ver aquí).
Allí enlazamos con la calle de San Restituto, antigua zona de casas bajas de las que apenas se conservan algunas, tal y como explicamos en la ruta citada. El canalillo desembocaba a la altura de la calle Villaamil frente a la Huerta del Obispo, en el arroyo del Obispo que enlazaba con el arroyo de Peña Grande y ambos juntos iban a dar al arroyo del Fresno, que aún existe encauzado hasta su desembocadura junto a la Fuente de la Reina en el Manzanares, justo donde estaba en sus tiempos "la playa de Madrid" (pasamos por ahí en la ruta desde Madrid al Monte del Pardo, ver aquí). Según me dicen, se formaba una laguna donde los niños solían ir a bañarse, inconscientes del peligro que allí había, pues también volcaba ahí una catarata procedente de las compuertas del Canal de Isabel II que vimos al principio de este artículo.
El canalillo ha sido escenario en obras como Tristana de Benito Pérez Galdós: "...pero no iban a Madrid, sino hacia Cuatro Caminos al Partidor, al Canalillo...", o de El árbol de la ciencia de Pío Baroja: "...y se marchaban a corretear por el canalillo o la Dehesa de Amaniel" y Unamuno lo cita al comentar sobre la Residencia de Estudiantes en un artículo en El Sol en 1932: "Aquí, en esta altura, pasa un canalillo y en sus bordes unos chopos apenas si se estremecen", se refiere al tramo que había y se conserva en los jardines de dicha institución perteneciente a la Acequia del Este. Santiago Ramón y Cajal vivió en una casa casi en la esquina de la calle Almansa con la actual avenida de Pablo Iglesias, desde donde paseaba en dirección a la Dehesa de Amaniel, atravesando el canalillo seguramente.
Al otro ramal del canalillo, llamado ACEQUIA DEL ESTE, se propuso subdividirlo en varios ramales, uno hacia el sur (Atocha), otro hacia el Retiro, etc. pero al final todo se quedó en un pequeño desvío que bajaba por la Castellana hasta el Jardín Botánico y el Retiro. El caso es que la Acequia del Este se solapó con el ensanche proyectado para la ciudad, moviéndose entre edificios de nueva construcción y barrios que comenzaban a crecer. Su recorrido partía del mismo Partidor que el del Norte, bajaba cercano a los depósitos del Canal, en dirección hacia el antiguo Hipódromo (situado en el espacio que ocupan los Nuevos Ministerios actualmente) y de ahí se movía serpenteante hacia lo que hoy conocemos como AZCA, ver aquí, continuaba por la Residencia de Estudiantes y atravesaba la Ronda de Circunvalación del Ensanche, hoy Francisco Silvela, junto con otras calles como la de Príncipe de Vergara o la plaza de López de Hoyos (existe una placa y QR junto al edifico de la CNMV en dicha calle, ver al final del artículo pinchado aquí), para girar hacia las huertas de la Guindalera y acabar desaguando en el arroyo del Abroñigal, hoy soterrado bajo la M30, cerca de la carretera a Hortaleza y de los límites con Canillas y Chamartín, cuando cada cual era municipio con ayuntamiento y alcalde propios. Lógicamente, el hecho de transcurrir por zonas habitadas, originaba cuantiosos problemas por el peligro que constituía: olores, extracciones incontroladas para uso particular, vertido de basuras, etc. y pronto se instó su cierre o cubrimiento total, así que poco a poco fue desapareciendo aunque hasta final de los 70 no se perdiera del todo, igual que su hermano el del Norte, más conocido y del cual sí quedan restos más palpables que hemos visto en su recorrido. Como muestra y despedida, ahí dejamos una foto de un tramo de la Acequia del Este a su paso en 1961 cerca de Príncipe de Vergara, procede del Archivo Regional de la Comunidad de Madrid y del fondo Santos Yubero:
La Acequia del Norte es posible reconocerla en bastantes tramos por eso me he entretenido más, recorrerla puede suponer un par de horas pero ya veréis qué agradable es; sin embargo, la Acequia del Este es algo más complicada, por estar todo edificado, si bien, se puede hacer a grandes trazos según lo explicado, aunque seguramente se tarde un poco más. En cualquier caso, disfrutar de los paseos. Como sé que os coméis las uñas soñando con ver fotos antiguas a este respecto, os recuerdo que en Pinterest y en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, podéis hacer una búsqueda, pues se muestran de forma gratuita a través de sus webs.
@ 2021, by Santiago Navas Fernández
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