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viernes, 9 de diciembre de 2022

SERIE PASEOS POR LOS PARQUES Y JARDINES DE MADRID CI: UNA ZANCADA POR LA CALLE PRÍNCIPE DE VERGARA Y ALEDAÑOS (1ª de 2).

 


Amadeo I de Saboya otorgó a Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro (Granátula de Calatrava, Ciudad Real, 27/02/1793 - Logroño, 8/01/1879), más conocido como Baldomero Espartero, el título de Príncipe de Vergara; fue el 2 de enero de 1872, añadiéndole tratamiento de Alteza y carácter vitalicio. Dicen que el nombre hace referencia al "abrazo de Vergara", dado entre don Baldomero, al frente de las tropas isabelinas, y don Rafael Maroto, al frente de las tropas carlistas, el 31 de agosto de 1839 en los campos de la localidad navarra de Vergara para confirmar el Convenio de Oñate, firmado dos días antes que daba fin a la primera guerra carlista. El caso es que el título fue creado por el monarca saboyano tras una visita efectuada a Espartero en su domicilio; antes que eso, y tras ser destronada Isabel II tras la revolución de 1868, el entonces gobierno provisional había ofrecido la Corona de España a don Baldomero, el cual la había rechazado. Fue entonces cuando se tramitó la llegada del duque de Aosta, Amadeo de Saboya, con raíces españolas aunque natural de Turín, para asumir el cargo de Rey: el 16 de noviembre de 1870 fue elegido por mayoría de 191 votos a favor por el Parlamento Español, frente a otras variadas opciones que reunieron tan sólo 101 votos entre todas, más 19 votos en blancos; así pues, juró el cargo ante las Cortes el 2 de enero de 1871, mismo día en que puso pie en España. A finales de ese mismo año fue cuando visitó a Espartero y exactamente el día que cumplía su primera anualidad, le otorgó el título de Príncipe de Vergara.



Pero... siempre hay un pero, resulta que el Derecho Nobiliario Español reserva el título de Príncipe para el de Asturias en exclusiva y de hecho, hasta los principados que acumulan los reyes españoles se convierten en marquesados, ducados, etc. incluidos los de territorios externos a la soberanía patria. De ahí que el título fuera concedido al General con carácter vitalicio, cosa que no impide que sus herederos reclamen al menos el reconocimiento del "ducado de Vergara" para ellos. Es un caso parecido al título de Príncipe de la Paz que fue otorgado a Manuel Godoy, expropiado por Fernando VII y que fue el único de los varios títulos que tenía el ministro, que no rehabilitó Isabel II por considerarlo contrario a la tradición española. Así pues el Principado de Vergara duró lo que el General Espartero, siete años y seis días. Y en compensación, cuando la vía urbana se abrió a finales del XIX por expansión de la ciudad, se le otorgó este nombre de calle del Príncipe de Vergara, el cual perdería en períodos posteriores y que no volvería a recuperar hasta 1981. El inicio de la calle se situó junto a los que fueron los Campos Elíseos madrileños, cuyo espacio se usó posteriormente para el barrio de Salamanca pero que entre 1864 y 1870 sirvieron de ubicación para unos maravillosos jardines que contenían una plaza de toros, un teatro, un circo, la ría con barcas, una montaña rusa y diversas actividades más que hicieron las delicias de los madrileños hasta que en 1868 comenzó a declinar el lugar con la apertura al púbico de los cercanos jardines de El Retiro, queda en el recuerdo el elefante Pizarro, capaz de agarrarse la trompa y a través de ella "coger una buena trompa" por su afición al vino. Actualmente la calle atraviesa el distrito de Salamanca para finalizar en el de Chamartín. Y nosotros la vamos a recorrer en dos Zancadas.


Es justo comenzar el recorrido mirando a la estatua de Espartero que parece que esté dirigiendo el tráfico, eso sí, ni intentéis haceros una foto en ella porque está en una gran isleta aislada por el tráfico de la calle de Alcalá. Mira el general hacia la Puerta de Alcalá y por extensión, hacia Madrid en la confluencia con la antigua carretera de Vicálvaro que hoy conocemos como calle de O’Donnell (el de la Vicalvarada ¿recordáis nuestro paseo por allí?, ver aquí). El monumento ecuestre iba a ser instalado en un primer momento en la glorieta de Carlos V, pero posteriormente se consideró más adecuado el presente, ante las recién concluidas Escuelas Aguirre. Se realizó por suscripción nacional encargándose al escultor Pablo Gibert Roig que ya había trabajado como ayudante en la estatua del marqués del Duero de la Castellana (ver aquí); fue inaugurada en 1886 rodeada de un enrejado que se retiraría posteriormente (este artista inauguraría otra parecida en Logroño nueve años después). Representa en bronce a Espartero llevando la montura al paso, vestido de Capitán General y con el Toisón de Oro así como otras condecoraciones; el conjunto se alza sobre una base de caliza que descansa en granito, al frente la dedicatoria y a los lados dos bajorrelieves realizados en bronce por el escultor citado que representan el abrazo de Vergara en la cara norte y en la sur, la batalla de Luchana por la que recibió el condado de dicho nombre y que fue relatada por Galdós en sus Episodios Nacionales.


En su inauguración, la calle del Príncipe de Vergara contaba con un amplio bulevar central que se suprimió en beneficio del tráfico. Sin embargo, se mantiene un buen arbolado en toda la calle consistente en Plátanos de Sombra casi en su totalidad salvo en los únicos jardines que veremos más adelante y la plaza del Marqués de Salamanca, a la que se suma una pequeña mediana en buena parte de su recorrido donde lucen los Ginkgo Biloba, que se refuerzan con jardineras en esquinas y otros lugares.


Llamo la atención sobre el Pasaje de Enrique Ruano, una corta calle sin salida cuyo nombre se otorgó en memoria de un joven de 20 años, estudiante de Derecho, que cayó el 20 de enero de 1969 desde un séptimo piso mientras estaba custodiado por tres miembros de la Brigada Político Social del Dictador Franco. Podemos entrar a ver el pequeño y curioso callejón que acaba en un abrupto cerramiento, desde ahí vemos una curiosa galería elevada que une los dos edificios a los lados del estrecho callejón. Una curiosidad arquitectónica de esta barrio que nació de una de las varias ampliaciones de Madrid a finales del XIX y principios del XX.


Como digo, pocos jardines vemos en este primer tramo de la calle pues es más propicio para admirar la arquitectura; entre los señoriales y elegantes edificios, voy a destacar algunos aún a riesgo de olvidar otros con iguales o más merecimientos. En 1899 se ubicó la "Compañía Madrileña de Panificación", constituida en un momento en el cual, el pan era el principal alimento de la población y que llegó a contar hasta con 14 hornos y más de 165 trabajadores en 1912, si recordáis nuestro paseo por el antiguo pueblo de Vicálvaro o el de Barajas, constataréis que el pan era el producto básico incentivando su producción por el propio Gobierno del Estado incluso a través de cuotas obligatorias. Otro es el Edificio Leopoldo Daza, en la esquina con la calle Jorge Juan, se construyó entre 1912 y 1919 por el arquitecto Jesús Carrasco-Muñoz y Encina, autor del famoso Hotel Victoria de la plaza de Santa Ana, es un estilo novedoso que mezcla el regionalismo con el medievalismo y se suma al modernismo catalán con numerosos elementos, a destacar el mirador de la esquina y el recubrimiento con azulejo que recuerda al trencadis de Gaudí.


En el número 15 se encuentra la Casa y Viviendas de don Jacinto Soler, edificio levantado entre 1920 y 1923 por el arquitecto Joaquín Juncosa Molins en un estilo regionalista con referencias al neorrenacimiento español de aquellos momentos en ladrillo y piedra como se ve en la fachada. El propietario habitaba la planta baja y el principal, dejando los pisos superiores para alquiler, el sótano para portero y trasteros y el patio trasero para un garaje y vivienda del chófer y mecánico de la familia. Juncosa, al igual que Zuazo o Chueca Goitia entre otros, fue represaliado tras la victoria de los golpistas. Ya en nuestro siglo, el edifico ha pasado a propiedad de grandes inmobiliarias para su alquiler. Y por no alargar el paseo voy a nombrar alguno más pues a primeros del XX se construyeron casas-palacio y edificios de viviendas hasta completar todo el desarrollo programado del lugar, algunos de los cuales han variado su aspecto tras ser adquiridos por empresas privadas o para dependencias administrativas.


Vemos en las fotos sobre este texto dos edificios entre los muchos de viviendas y de oficinas levantados en esa época de construcción del Barrio de Salamanca que conocemos hoy. Son el de la Asociación Mutualista de Ingeniería Civil, obra del arquitecto Eugenio Fernández Quintanilla, ejecutado entre 1913 y 1915. Y la Casa-palacio del Marqués de Casa-Argudín, cuya reforma realizó Secundino Zuazo en 1926. Hay que explicar que durante un tiempo y debido a la falta de ascensores, quizá, era costumbre que el propietario viviera en los bajos y los inquilinos fueran ocupando los pisos superiores, cuanto más altos, más humildes las viviendas y sus moradores, pero con la llegada de los elevadores esto cambió hasta la fecha, donde un ático es más caro aunque sea más pequeño, en particular si tiene además una amplia terraza ¡un lujo!


Así podríamos añadir la Casa-Palacio de don Enrique Gosálvez en el número 9, obra Sainz de los Terreros entre el 1910 y el 1913. Dos edificios colindantes de viviendas, números 36 y 38 de la calle, realizados por los arquitectos Castro Bonel y Murga Serret entre 1929 y 1932, para don Félix Pérez, pintados en la actualidad de rosa con entradas para patios interiores de garajes a través de unas galerías arqueadas que también separan de la acera los portales, se trata de amplias viviendas de lujo. La manzana constituida por siete edificios iguales de viviendas comprendidos entre el número 2 y el 6, realizadas por Lorenzo Álvarez Capra en 1890 para doña Milagrosas Gosálvez Pérez. La Sede Internacional de la Institución Teresiana en el número 88, obra de Antonio Vázquez Figueroa en 1919, concebido como una residencia única. El edificio de viviendas para don Manuel Reguera en el número 7, también de Sainz de los Terreros, entre 1910 y 1912. O lo mismo para don Pablo Moreno en el número 1, obra de Julio Martínez-Zapata; a continuación del cual hay un edifico bastante más más actual, el cual presenta una placa en recuerdo de que esa fue la residencia de la familia Bienvenida, de larga trayectoria torera.



En el número 23 encontramos el Monasterio de Nuestra Señora de las Maravillas, levantado en 1904 expresamente para recoger la talla de esta virgen que tiene gran afición entre los madrileños y cuya comunidad religiosa ya existía en el siglo XVII, pertenece a las Carmelitas Descalzas de la Antigua Observancia, que guardaron la talla celosamente por diversos emplazamientos por la ciudad en un continuo cambio de sede. Os sonará el barrio de las Maravillas, donde se encuentra el 2 de mayo, efectivamente tienen relación pues hasta la expulsión de la congregación estuvieron en ese lugar ubicadas. El edificio que definitivamente las acogió en lo que se conoció como el barrio de las Maravillas Nuevas, se debe a Manuel Ortiz de Villajos (hermano de Agustín, el que conocemos de otras varias construcciones). La virgen es obra de Federico Coullaut y conserva el original de la diminuta figura del niño.


 

Andando un poco nos encontramos con el Colegio de Nuestra Señora del Pilar, también de 1904, en cuya amplia manzana acoge la Iglesia del mismo nombre y el Colegio y Centro Superior de Música Nuestra Señora de Loreto. El edificio fue construido en estilo neogótico y modernista por el arquitecto madrileño Manuel Aníbal Álvarez y financiado por la vicalvareña duquesa de Sevillano, que iba a destinarlo para una obra benéfico-social, pero su prematuro fallecimiento en 1915 y sin testar, lo dejó sin uso (de la vida y circunstancias de esta mujer, hablamos largamente en el capítulo de Vicálvaro pueblo, ver aquí). En 1907 se había fundado por parte de los marianistas, un colegio de inspiración liberal y católica y carácter privado, que rápidamente adquirió renombre por lo que buscaba ampliar sus instalaciones y decidieron adquirir el complejo; bajo la dirección de Domingo Lázaro a partir de 1921 fueron a estudiar alumnos entre los cuales se graduarían famosos personajes de nuestra Historia. Durante la Guerra Civil pasó a ser un hospital. Posteriormente recuperó su función y ha ido creciendo, convirtiéndose en uno de los colegios de la élite madrileña, hoy propiedad de la Fundación Domingo Lázaro. Su alumnado es tan variado que os sorprenderán apellidos como Aznar, Rubalcaba, Bardem, Savater, Ussía, Krahe, Neville, de Foxá, etc., ver una relación completa en la wiki pulsando aquí


El otro, Colegio Nuestra Señora de Loreto en el número 42 de la calle, pertenece a las ursulinas desde 1844 (Congregación de la Sagrada Familia de Burdeos), cuyo actual edificio fue levantado por Juan Bautista Lázaro en 1898, con el que inició su serie de edificaciones benéficas, en este caso debatiéndose entre el neomudéjar y el neogótico. Por cierto, la familia de religiosas conocidas vulgarmente como ursulinas, no es una denominación despectiva, se debe a que la fundadora de la Congregación se inspiró en Santa Úrsula para crear una orden dedicada a la educación y la enseñanza.


Llegamos a continuación a la plaza del Marqués de Salamanca, José María de Salamanca y Mayol (Málaga, 23/05/1811 - Madrid, 21/01/1883). Político, inversor con gran capacidad para los negocios gracias a sus numerosos contactos nacionales e internacionales, llegó a ser la más grande fortuna española de su tiempo, constructor del ensanche de Madrid que lleva su nombre diseñado de una forma novedosa y singular; participó en el desarrollo ferroviario de la península, en la expansión de la construcción, en banca, en finanzas internacionales, etc. Como otras veces, recomiendo la lectura de su biografía en la Real Academia de la Historia. En 1902 y dentro de un programa de una serie de estatuas por la ciudad, se inauguró por el alcalde Alberto Aguilera la que figura en la plaza, entonces inexistente como la vemos actualmente, ubicándola en el centro del cruce de calles. El basamento es obra del arquitecto Pablo Aranda Sánchez, realizado en piedra blanca se asienta sobre unas planchas de granito que forman escalones y consta en sus laterales de motivos, por un lado el antiguo escudo de Madrid que incluye el dragón, por otro una serie de elementos relacionados con el trabajo y el comercio que rodean los dígitos 1811, año de nacimiento del homenajeado, más una corona de laurel; así como otras inscripciones relativas a la elaboración en los otros lados. Sobre esta base se eleva la escultura, obra de Jerónimo Miguel Suñol Puyol, que falleció poco después siendo ésta una de sus últimas obras, en la que aparece el Marqués vestido con levita y en actitud de caminar tranquilamente con un rollo de papeles bajo el brazo. El arbolado que completa el ajardinamiento de césped y flores de la plaza se compone de Pinos y Magnolias en su zona central, más otras especies como el Árbol de los Farolillos, la Falsa Acacia, el Manzano japonés, pero sobre todo la Acacia del Japón.


 

A la trasera según bajamos por la calle Ortega y Gasset, encontramos la Fundación Juan March con varias esculturas en sus jardines realizadas en 1975 para rellenar los jardines públicos y privados que se formaron en 1971 alrededor del edificio, en orden de izquierda a derecha y de arriba abajo en la foto superior: Almudena, realizada por el malagueño Miguel Ortiz Berrocal (1933-2006) realizada en bronce que representa a una serie de formas tubulares entrelazadas que se apoyan mediante un pie sobre una plataforma de granito y ésta a su vez sobre un cubo del mismo material, se encuentra en el jardín interior de la Fundación; Lugar de Encuentros VI, de Eduardo Chillida (1924-2002) es una obra realizada en hormigón en varias piezas que se relacionan entre ellas, ubicadas sobre un campo de gravilla contenido en un cubo de hormigón, su nombre recuerda a una de las esculturas del Museo al Aire Libre de Castellana, ya vista en la ruta por ese paseo, situada junto a la calle; Castilla, de Gustavo Torner de la Fuente, uno de los fundadores de la escuela abstracta conquense, se trata de una sucesión de cubos geométricos realizados en acero corten y que cuenta con varias obras más incluida una en el mencionado Museo al Aire Libre, data de 1983, en el jardín interior también; Órgano, del alicantino Eusebio Sempere Juan (1923-1985), cuenta con otra obra en el mencionado Museo, en este caso se trata de arte cinético ubicado en una plataforma elevada sobre la acera junto a la entrada y rodeada de césped, varias barras de acero inoxidable de diferente altura se alzan sobre la base creando una imagen como la de un órgano, mediante un motor en su base la hacen girar de forma que rota y en ese momento crea unas galerías de visión para el espectador hasta el lado opuesto; El viento de Balos realizada en 1977 por Martín Chirino (Las Palmas de Gran Canaria, 1925 - Madrid 2019) es una espiral que evoca el simbolismo de los dibujos que en su infancia conoció el escultor, sostenida sobre un vástago de hierro forjado, la ubicación a un lado de una lámina de agua y una pared blanca detrás, le dan un enfoque poético y evocador reforzado con la alfombra de césped que lo enmarca, en el jardín interior. La última es una foto sacada al jardín privado, no accesible, donde se adivina otra escultura de las muchas con que cuenta la Fundación, la cual es visitable, tanto sus exposiciones como los actos culturales que continuamente programa.



En la misma plaza del marqués de Salamanca se encuentra la fachada de la antigua Casa-Palacio del Vizconde de Escoriaza, derribada tras el ensanche de la Gran Vía y trasladada a esta ubicación actual. Fue lo que se conoció como el Gran Hotel Roma en la calle Caballero de Gracia número 23, de gran lujo y confort desde 1883. Dicho traslado y reconstrucción piedra a piedra se encargó en 1918 al arquitecto Enrique Pfitz, completando así la nueva residencia del Vizconde entre los años 1919 a 1922. Actualmente es una casa de viviendas cuya hermosa fachada destaca sobre el resto de las de la plaza.


 

En el número 53 encontramos el antiguo Asilo de Nuestra Señora del Rosario, reconvertido en sanatorio y donde se guarda el triste recuerdo de haber fallecido el torero Antonio Reverte y la cupletista conocida como "la Fornarina". Su origen se encuentra en la Congregación de la Caridad de las hermanas de Santa Ana, fundada en 1804 y que a finales de 1880 deciden dedicar su esfuerzo a las personas enfermas y sin recursos, comprando una casa en lo que era campo entonces para reconvertirla es Casa de Salud con la ayuda económica del propio Rey incluso, desarrollándose hasta constituir el Hospital del actual nombre con gran dedicación a la maternidad que adquirió gran fama en Madrid. Contiene un fabuloso jardín que no es accesible, pero a través de las rejas se puede ver y disfrutar tal y como aparece en las fotos.


Y llegamos por fin a un verdadero espacio público verde y digo esto porque hay zonas ajardinadas abundantes en los alrededores de la calle Príncipe de Vergara, pero son privadas tanto de bloques de viviendas como de instituciones o de empresas. Pero aquí nos vamos a encontrar con los JARDINES DE GREGORIO ORDÓÑEZ, levantados en una parcela que quedó vacía y donde se ubicó una placa como homenaje y recuerdo a este representante público asesinado por ETA en 1995, extensivo a todas la víctimas de la banda terrorista. Gregorio Ordóñez Fenollar había nacido en Caracas en 1958, hijo de españoles emigrados a Venezuela, en ese momento era Teniente Alcalde en el Ayuntamiento de San Sebastián y Diputado en el Parlamento Vasco por el PP.



Según la web municipal, estos son los datos oficiales de los jardines:


     Superficie: 3.975 m2 
Árboles, total de unidades: 120
Ciruelo rojo 53%
Plátano de sombra 20%
Liquidámbar 11%
Cinamomo 9%
Arbustos, total de unidades: 49
Palmito 78%
Palmito de la China 22%
Macizos arbustivos. Superficie de macizos arbustivos: 32 m2 
Rosas 50%
Madroño 28%



Presenta zona de juegos infantiles y un pequeño estanque de forma irregular y dotado con tres surtidores, está rodeado de palmitos y aporta un cambio a esta franja de terreno ajardinada en 1995 en dos parcelas que se recuperaron al construir el edificio del fondo, tras el cual también hay unos pequeños jardines de escasa anchura y que no forman parte de estos otros, por cierto, con reja que los cierra a determinadas horas.


Y con esto llegamos al cruce con la calle de Francisco Silvela, en cuya esquina izquierda veréis unos atractivos jardines cerrados por una verja que no oculta pero impide el paso dejándonos con las ganas de entrar, es la parte de atrás de un magnífico edificio de cristal que es de la Comisión Nacional del Mercado de Valores, justo junto a dicha valla veremos una placa con un QR y un acerado particular con una inscripción, instalado como recuerdo al "Canalillo" cuyo ramal pasaba por aquí (ver la información sobre el Canalillo o Acequias de Madrid, pinchando aquí o en la GUÍA BÁSICA al respecto).

Enfrente tenemos la glorieta de López de Hoyos recién remodelada tras el derribo del puente que amenazaba con caerse y que la cruzaba elevado siguiendo la línea de la calle citada de Francisco Silvela; además de jardines y joven arbolado incluye tras la remodelación un carril bici y varias isletas en el centro de la plaza. Esto ha mejorado mucho la perspectiva de los edificios colindantes además de reducir el ruido y la contaminación frente a las ventanas de los residentes, se debería tomar nota para otra actuaciones semejantes por Madrid. Pero volvamos a nuestra calle del recorrido.

Vamos a descansar finalmente en un jardín sin nombre que ocupa la esquina de nuestra calle y la de López de Hoyos. Pequeño espacio dotado con juegos infantiles, una fuente doble y buenas sombras que nos sirve de puerta a Prosperidad (que visitaremos en otra ocasión), pero que también usamos para finalizar este tramo de nuestra ruta y donde empezaremos el siguiente. 


Para ver la segunda parte, pulsa aquí.


@ 2022 by Santiago Navas Fernández

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