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miércoles, 30 de junio de 2021

SERIE PASEOS Y JARDINES DE MADRID XLIV: CUANDO LA CASTELLANA SE ACABA PERO EL ARROYO SIGUE.


El arroyo del Carcavon fue un río de extremos, prácticamente existía sólo cuando había grandes lluvias recogiendo las aguas en una vaguada que hoy, más o menos, es el eje Castellana-Recoletos-Prado. Nacía en algún punto más cerca del Hipódromo que de otra cosa y era el causante de charcos y barros; en sus tiempos lamía las tapias del Retiro, pero porque éste era mucho más extenso que ahora; y a partir de Atocha se precipitaba hacia el Manzanares arrastrando lo que otros pequeños afluentes iban sumando. Fue Carlos III el primero en soterrarlo, a pesar de lo cual, en algunas imágenes del Prado, cuando era el lugar de paseo oficial donde ir a mostrarse, se ve una acequia que, además, se usaba como desagüe. Recibió el nombre de Castellana a partir de la Fuente del Obelisco ya mencionada en anteriores artículos, que hoy se puede ver en el Parque de Arganzuela, ordenada levantar por Fernando VII al nacimiento de su hija Isabel. Pues bien, hoy vamos a acabar de recorrer el Paseo de la Castellana hasta la Plaza de Colón, si bien el arroyo aún continúa adelante sin que nosotros lo veamos.




Dejamos nuestro paseo en el Museo de Rubén Darío en el pasado capítulo. Nos encontramos a ambos lados del Paseo de la Castellana con antiguos Palacios y con edificios modernos que los han sustituido en su caso, pues como ya expliqué, hubo un momento de la Historia de Madrid que la nobleza y los nuevos ricos encontraron en esta nueva vía que hoy asombra a propios y extraños, un lugar donde demostrar su riqueza y poder mediante mansiones. Uno de los primeros edificios es el Centro Comercial ABC. Destacan su vistosa fachada, coronada por el escudo de Prensa Española y un vistoso reloj, además de la torre central y el pararrayos y veleta con el mismo símbolo, pues fue sede de esta empresa, Blanco y Negro y ABC; en estilo mudéjar y azulejaría original, se compone de tres edificios. El primero que da a la calle Serrano se levantó por López de Salaberry hacia 1899; el segundo, de 1926, es inspiración de Aníbal González y llega al Paseo de la Castellana; entre ambos se construye un tercero hacia 1932 que transcurre paralelo a dicha avenida. A partir de 1989, aprovechando su estructura, se crea una calle interior que cruce de Castellana a Serrano, obra del arquitecto Mariano Bayón Álvarez y que será la base del actual Centro Comercial, que conjuga la historia con la modernidad. Os invito a tomar un café en su patio interior, redondo e iluminado con luz natural mientras observáis sus tiendas en las galerías circundantes. Justo a continuación, hay un pequeño jardín privado delante de un moderno edificio, que es el Consorcio de Compensación de Seguros.


Prácticamente enfrente se levanta el oscuro rascacielos coronado por un Fénix que está a punto de echar a volar, es el viejo edificio de "La Unión y el Fénix", una conocida compañía de seguros. Hoy aparecen las dos emes de Mutua Madrileña, su actual dueño, el edificio se sitúa en medio de un cuidado jardín e incluso conserva parte de su origen. En el siglo XIX, los solares que conformaban la conocida como "Huerta de España", fueron adquiridos por el banquero Miguel Sáinz de Indo que encargó a Agustín Ortiz de Villajos, la construcción de varias lujosas casas entre 1870 y 1877, dando origen al conocido como "barrio de Indo", cuyo estilo no fue reproducido en ningún otro lugar. Y también el Palacio de Indo en 1866, rodeado de jardines, estufas y una verja de hierro fundido. Pero los negocios le fueron mal y en 1901 se vio obligado a subastar sus propiedades, adquiridas por el duque de Montellano. En 1904 éste, encargó a Juan Bautista Lázaro y Joaquín Saldaña López, la construcción de una nueva mansión, la cual realizaron y dotaron de los mayores lujos y riquezas, entre ellos unos querubines traídos de su palacio de Toledo que hoy adornan la Fuente de la Priora, en el HUERTO DE LAS MONJAS que visitamos en la Zancada sobre los jardines secretos/ocultos del centro de Madrid, ver aquí. Durante la Segunda República fue ocupado por la embajada de Estados Unidos hasta el regreso de los Duques, que lo habitaron hasta los años 50, cuando se lo cedieron al Príncipe Juan Carlos de Borbón, retirándose ellos a un pisito que tenían por Ventura Rodríguez (¡es que los años no pasan en balde!). En 1964 intentó comprar la mansión el Ayuntamiento de Madrid para poner su sede, pero se ve que no pudo con la puja y se lo quedó la compañía de seguros, que demolió todo en 1966 y encargó un edificio de oficinas al arquitecto Luis Gutiérrez Soto, el cual lo concluyó en 1971 conservando parte del jardín. 19 plantas y 28.000 m2, con varios edificios más bajos, un frondoso jardín y los interiores con frescos de Joaquín Vaquero Turcios. Alguna escultura aún puede verse asomar entre el verde.


Cruzando la boca calle dedicada al médico Edward Jenner (Berkeley, 1749 – 1823) descubridor de la vacuna de la viruela, encontramos el edificio La Pirámide, levantado sobre lo que fue el Palacio de los condes de San Bernardo hacia 1971, por el arquitecto Antonio Lamela, que se enfrentó a las limitaciones de las ordenanzas municipales y creó una estructura en forma de pirámide truncada donde se pasa de los 1.500 m2 de aprovechamiento en lo más alto a los 800 m2 de aprovechamiento en lo más bajo, respetando las zonas ajardinadas y frondosas que lo rodean, pero incluyendo varias plantas sótano para compensar la falta en las plantas más altas. Todo ello dedicado a oficinas, en él tuvo su sede en Madrid el desaparecido Banco de Valencia, hoy encontramos negocios similares como el JP Morgan y otros.


Por la calle lateral de Marqués de Riscal, podemos llegar hasta el mítico Frontón Beti-Jai, el sueño de un tal José Arana que en 1891 lo encargó al arquitecto Joaquín de Rucoba a imagen del mítico frontón de San Sebastián, mejorándolo al usar las últimas técnicas constructivas, a base de columnas de hierro, con gradas inclinadas gracias al uso de vigas curvadas y estilo neomudejar. Se inauguró en mayo de 1894, pero tuvo poco éxito, así que fue usado para diferentes menesteres incluidos de laboratorio de ensayo aeronáutico para las investigaciones de Torres Quevedo sobre el "Telekino". Fue escuela militar, fábrica de Studebaker, concesionario de Harley Davidson, garaje.... Durante la Guerra Civil fue comisaría y cárcel y tras este período, lugar de ensayo para las bandas musicales falangistas. Albergó una fábrica de escayolas, taller de tapicería, almacén..., pero acabó convertido en un edifico abandonado en el que se refugiaban personas sin hogar y estuvo a punto de perderse en un incendio que se cobró la vida de un mendigo. En 1977 el Colegio de Arquitectos solicitó la declaración de edificio protegido y en 1991 Chueca Goitia consiguió que la Comunidad de Madrid lo incluya en un expediente para declararlo BIC. La ubicación hacía que el terreno fuera objeto de deseo para los especuladores, incluida cierta trama corrupta política que se hizo muy famosa en Madrid, por desgracia. Se enfrentó a diferentes "proyectos" a cambio de reconvertirlo en hotel, viviendas, pistas de squash, etc. hasta que en 2010, tras la intervención de la UNESCO y el Defensor del Pueblo, se consiguió el compromiso de las administraciones municipal y autonómica para su rehabilitación, pendiente desde el siglo pasado. La declaración BIC como Monumento no llegaría hasta el año siguiente. Desde 2008 la Plataforma "Salvemos el Beti-Jai" lucha por su verdadera conservación como lo que es, gracias a lo cual hoy podemos visitarlo y admirarlo. Os recomiendo un paseo por la página de este colectivo en frontonbetijaimadrid.org y el documental de RTVE en rtve.es/ultimo-fronton-madrid.



Volviendo a la Castellana (que es como se conoce en Madrid al Paseo homónimo) nos encontramos con otros palacetes. El palacio de ladrillo que es sede de Bankinter y conjuga con otro edificio al lado todo de ladrillo también, levantado en los 70 por Moneo, el palacio es obra del arquitecto Lorenzo Álvarez Capra (el mismo de la iglesia de la Paloma) realizado a primeros del siglo XX por encargo del marqués de Mudela. En la otra esquina un cartel anuncia que estamos ante el INJUVE, Instituto de la Juventud, en un palacio de prolífica historia: el marqués de Elisenda se lo compró a José Antonio Primo de Rivera que fundó la Falange allí mismo; el gobierno de la República lo incautó para el Estado donde aún sigue. A su lado hay unos hermosos jardines tras un muro, que pertenecen a la embajada de Alemania, destaca una torre de vigilancia con alambrada y todo (si queréis echar un ojo a los jardines, el muro no existe en la calle de al lado, sustituido por una reja que los deja visibles).


Enfrente hemos pasado ante un edificio propiedad del Banco Santander con un pequeño jardín a la puerta. Por dentro es un edificio desconocido pero interesante, con una patio cubierto de una gran cúpula y los accesos por galerías a las diferentes estancias y a la colección Santander de esculturas, tapices y otras obras de arte en su última planta, no visitable, que sepa. Al otro lado está el edificio del famoso Hotel Villamagna, cuya puerta ha sido y es testigo de lujosos vehículos que entran y salen y de vigilancia policial estricta debido a sus importantes huespedes. Nada más pasarlo, está la calle del Marqués de Villamagna y en la esquina de ésta con Serrano nos encontramos con una fuente en una plazoleta con ajardinamiento y juegos infantiles, entre la esbelta torre que fue de los almacenes Sears, luego oficinas del Banco Hispano Americano y ahora de El Corte Inglés.


La Fuente y el Río es obra del escultor aragonés Pablo Serrano Aguilar (1908-1985), elaborada en 1971 por encargo del Banco Hispano Americano, ubicada junto a la sede inaugurada en la torre de cristal que hay al lado; la estatua representa la lucha titánica entre la estructura y el hombre, representado por la cabeza que sobresale junto con pies y manos por diferentes lugares, hecha en placas de cemento que se eleva sobre un pilón mientras el agua surge por arriba y cae sobre el conjunto. La manzana entera se levantó entre 1967 y 1972 sobre el antiguo Palacio de Anglada. La zona de jardín y juegos infantiles cuenta con la presencia de un tío vivo de época.


Permitidme ir de acera a acera. Cruzamos ahora a la sede de la Fiscalía General del Estado, anteriormente del Consejo de Justicia Militar. El palacio de los marqueses de Fontalba y Cubas se levantó en 1912 y dos años después ganó el premio del Ayuntamiento a los edificios más destacados. Su interior es visitable, con condiciones, claro. De aquí a la entrada de Colón veremos edificios que han sustituido a antiguos palacetes en muchos casos, como por ejemplo la sede del actual Ministerio del Interior, antigua de la Dirección de Plazas y Provincias Africanas, construido en 1878 por Agustín Ortiz de Vilajos (también autor de la desaparecida iglesia del Buen Suceso, en Princesa) para el conde de Casa-Valencia, Emilio Alcalá Galiano (1831-1914), diplomático, académico y político español que fue ministro de Estado con Alfonso XII. Y casi al lado, calle de Alcalá Galiano por medio, hay un edificio histórico, el Palacio del marqués de Villamejor levantado en 1893 por los arquitectos José Purkiss y Pascual Herráiz, donde en 1910 nació doña María de las Mercedes de Borbón-Dos Sicilias y Orleans, abuela paterna de Felipe VI; el edificio ha sido un poco de todo: Gobierno Civil, sede del Gobierno del Estado, Ministerio de diversas carteras... y actualmente lo ocupa la de Política Territorial y Función Pública (al menos a la fecha de recabar datos, puede que cuando lo leas ya sea otro o tenga otra función).




Enfrente habremos dejado el legendario Embassy en la esquina con la calle Ayala, un local de esos cuyo nombre ya levanta murmullos y que fue un icono tiempo atrás, no se le llevó la pandemia, ocurrió antes su cierre y aún continua el nombre en la fachada. Un poco más adelante y tras un muro inesperado, está la Iglesia Evangélica Alemana, así que salvo que domines este bonito idioma, te enterarás de poco, eso sí, es verdaderamente curioso este oasis en medio del tumulto de la Castellana; también recibe el nombre de Iglesia de la Paz, construida entre 1907 y 1909 según órdenes del último Kaiser alemán, Guillermo II, en una parcela contigua a la embajada de dicho país; el edificio que constituye la tapia es el de la casa parroquial quedando la entrada a la iglesia por el patio interior y unidos ambos a través de una galería columnada que las une, en todo caso no hay marcas que indiquen la presencia de una construcción religiosa, en buena parte porque no hubiera estado bien visto en aquellos años y muchos más después, la presencia de una iglesia "protestante" en un país tan "catoliquísimo" como España. Durante la Guerra Civil sirvió de refugio para los alemanes y algunos seguidores del bando de los sublevados, siendo saqueada la embajada, tras la derrota de la República volvió a manos de los alemanes desplazados; en 1966 el edificio de la embajada fue demolido quedándose sólo la Iglesia, por cierto de estilo neorrománico alemán, con grandes rosetones de espectaculares vidrieras y columnas interiores, una lámpara que recuerda el estilo visigodo ilumina sobre los fieles que miran el Pantocrátor del ábside tras el altar. 


Y con esto llegamos a una curiosa plaza, más que nada por su nombre: Plaza de Margaret Thatcher, delante del abandonado edificio del antiguo Banco de Madrid y el Centro Comercial La Platea. La verdad es que a la fecha, esta plaza con algunos bancos de piedra y escasos árboles, está un tanto abandonada, sucia y hasta con el suelo irregular (a quien corresponda...). Solo a destacar el mural (en la foto superior, a la izquierda) llamado Iris, obra del pintor y escultor barcelonés José María Subirachs Sitjar, que lo realizó en 1993 por encargo del Banco de Sabadell que era el propietario del edificio ahora abandonado y de la plaza donde están los jardines que le precedían; a su vez, esta plaza era el lugar donde se ubicaba el palacete y jardines de la llamada Casa del Pastor desde el siglo XVIII, extramuros  y cerca de la puerta de Recoletos; el mural está hecho en placas de piedra de travertino claro que muestran un astro circular sobre dos serpientes enlazadas a la izquierda y un arco iris a la derecha, esculpidos en un paisaje abstracto, con dos cubos de granito, uno a cada lado, con las correspondientes inscripciones. Pero para quitarnos el mal sabor de boca de esta descuidada plaza, ahí tenemos al controvertido por su origen, Cristóbal Colón que creo que no necesita que yo haga aquí un resumen de sus méritos, o deméritos, mejor se lo cedo a la Real Academia de la Historia Historia y yo paso a exponeros algunas cosillas sobre la estatua y su ubicación.



En 1861 se inauguró la nueva Casa de la Moneda en la Plaza de Colón, obra del arquitecto Francisco Jareño (ver foto superior de la plaza en los 60). Un año después se proyecta instalar una estatua de Colón realizada en bronce por el escultor José Piquer, pero que no se llegó a realizar. En 1877, con motivo de la próxima boda de Alfonso XII con María de las Mercedes de Orleans, se retomó el proyecto mediante un concurso convocado por el conde de Casa-Valencia que ganó el arquitecto Arturo Mélida Arinari que, además, realizó el pedestal en estilo neogótico isabelino en piedra caliza blanca para la estatua de Colón, ésta en mármol realizada en Roma por el escultor Jerónimo Suñol Pujol. Cuando en 1885 ya estaba todo listo, va el rey y se muere, por lo que deciden retrasar la entrega hasta el 12 de octubre de 1892 aprovechando el cuarto centenario del arribo al nuevo Continente. En el proyecto se interpretaba la puerta de La Latina y se ubicaba en el centro de un pequeño estanque rodeado por una verja, con motivos de los Reyes Católicos en sus adornos labrados en las diferentes caras, con los vértices achaflanaos y una figura en cada una de ellas. Sobre él se levanta otro cuerpo compuesto por visibles capas como un tejadillo con cuatro penachos en las correspondientes esquinas y que es la base de unas columnas que se elevan salvando escudos labrados en el interior del hueco. Y sobre todo ello se alza un pedestal en forma de columna encabezada por la figura de Colón, que mantiene una postura en suave movimiento, agarrando la bandera recogida en una mano y la otra extendida señalando algo. Sería excesivo publicar los detalles uno a uno mediante fotos y/o descripciones.



Dado el deterioro de la Casa de la Moneda, en 1970 se procede a su derribo, el terreno pasa al patrimonio municipal con la intención de hacer unos jardines alegóricos al Descubrimiento, que en 1972 se encargó al arquitecto municipal Manuel Herrero Palacios. Así que el monumento se desmontó y trasladó a la esquina con la antigua calle Jorge Juan (hoy de la Armada Española) que quedó elevada sobre la acera en 2 metros y se añadió una cascada de agua al frente de los jardines simulando el cruce del océano que supuso el viaje. Se inauguró el 15 de mayo de 1977. En cuanto al monumento, hubo que acometer una reubicación de la figura de Colón pues estaba completamente al revés, pero cuando en 2009 se acometió la reordenación del tráfico de la plaza se le devolvió al centro de la misma, donde hoy permanece contento y feliz. La zona donde estaba la vieja Casa de la Moneda tiene debajo un Centro Cultural Municipal dedicado a Fernando Fernán Gómez con el intercambiador de transportes proyectado, que se quedó únicamente con el autobús al aeropuerto y un aparcamiento público.


LOS JARDINES DEL DESCUBRIMIENTO ocupan una superficie de 1,87 hectáreas, contiene algunos árboles y pocos jardines, con una buena parte del terreno como se ve en la foto. Tiene unas "setas" de hormigón en el lateral de la Biblioteca Nacional y al otro lado que da a la calle Goya, se conservan jardines de flores y césped. En el área paralela a la calle Serrano, el escultor y arquitecto Joaquín Vaquero Turcios realizó lo que se conoce como "macros", unos descomunales bloques donde está grabada la historia del descubrimiento y una lámina de agua a todo lo largo, simulando el océano. Diría que uno de los macros me recuerda a una ballena con la cola levantada, así que el resto podrían ser las carabelas que realizaron la hazaña de cruzar el océano.


Están elaborados en hormigón rosado cuyos moldes fueron planteados en el Parque del Oeste, de donde se llevaron a la plaza. Cuentan con dibujos abstractos y una serie de textos proféticos sobre el descubrimiento, la relación del viaje, descripciones de los que llegaron allí, etc. Unos se apoyan sobre el suelo y jardines, otros sobre plataformas elevadas creando espacios de paso que puede recorrer cualquier persona. Asomándose al pequeño estanque. En el lateral con la calle de la Armada Española hay una estatua al almirante Blas de Lezo del escultor Salvador Amaya elaborado en bronce sobre un pedestal de granito, erigido por suscripción popular con la colaboración de la Armada y el Ayuntamiento, en 2014, representa al marino tuerto, cojo y manco tras las arduas batallas en las que participó, motivo por el que recibía el nombre de "Mediohombre" y que no le impidió convertirse en un héroe nacional gracias a las victorias conseguidas, mira fijamente hacia la gran bandera instalada en la plaza de los Jardines. A su lado está el ancla dedicado al ingeniero naval, científico , humanista y almirante Jorge Juan y Santacilla (1713-1773), monumento inaugurado unos meses antes, 1.200 kilos de hierro fundido, con una cadena de seis metros del mismo material, depositados en una peana de hormigón. Con esto se inicia el "paseo de la fama" de la Armada Española, a donde se anuncia la llegada de Elcano y Magallanes en un futuro no muy lejano.


En la esquina de esa calle con Castellana, donde un día estuvo el monumento a Colón, se alza la cabeza de Julia, un bello perfil femenino, una cara amable, depende desde que ángulo la mires así la percibirás, pero si pasas en coche ¡y no conduces tú!, aprovecha para seguirla con la vista, te seguirá con la supuesta mirada desde que entras desde una esquina hasta que sales por la otra. En 2018 se instaló esta obra de Jaume Plensa con carácter temporal, al cumplir el año fue renovada por uno más y luego el alcalde ha dicho que por lo menos continuará hasta 2021. Está compuesta de resina de poliéster con fibra de vidrio y polvo de mármol blanco y representa la cara de una niña con los ojos cerrados, parece respirar en calma y desprende serenidad frente al ajetreo del tráfico, y ante la invasión del populismo extremista en la plaza, ella intenta imponer un poco de paz y armonía. La propietaria, Fundación Masaveu, afirma su deseo de que cuando corresponda, deberá ser una figura itinerante; por cierto, que la Fundación María Cristina Masaveu Peterson está muy cerca de allí, en la calle de Alcalá Galiano que discurre entre el Paseo de la Castellana y la calle Monte Esquinza, la entrada es gratuita y contiene una gran cantidad de arte en cuadros y esculturas desde Goya, incluyendo otros trabajos de Plensa.


Por ahí cerca nos encontramos con las citadas "setas" de hormigón y AICO, monumento instalado en 1981 a solicitud de la Asociación Iberoamericana de Cámaras de Comercio (de ahí el nombre, por las iniciales más o menos), elaborada por los escultores Arcadio Blasco Pastor y Natividad Navalón Blesa; sobre piedra caliza se alza un pilar de hormigón en el que se cruza otro tumbado y desplazado sobre el eje central hacia un lado, y encima la pieza de bronce que recupera la vertical en el centro.


En la acera de enfrente, donde la calle  Génova se abre para entrar en la plaza, junto a las torres de Colón, hay otra estatua que destaca por su voluptuosidad, es de Fernando Botero. Se trata de Mujer con espejo, la cual está dando "salva sea la parte" a las famosas torres, será por casualidad, pero es. Se trata de una mujer tumbada y desnuda de volúmenes muy categóricos, que se apoya sobre una mano y en la otra mantiene un espejo con un ligero toque de sensualidad, está realizada en bronce y descansa sobre hormigón en medio de una isla de césped, ¡ah, no, que ha desaparecido! Bueno, pues directamente en la acera. En 1994 Botero hizo una exposición de sus obras en el Paseo de Recoletos, regalando ésta al Ayuntamiento de Madrid (en la Plaza de San Juan de la Cruz vimos LA MANO, adquirida por la Fundación Telefónica y cedida a la ciudad de Madrid).


De las torres no voy a decir nada, actualmente están completamente ocultas por renovación total. en el otro lado del cruce con la Castellana, se ha levantado un edificio que aparentemente no juega a favor del estilo de la calle, pegado al Casino Gran Madrid y el Museo de Cera que está en los bajos. Y en la acera La rana de la suerte que presentó el actor Paco León en su inauguración en el 2014, regalada por el Casino al Ayuntamiento cuya exhibición debía durar un año, aún sigue así, elaborada por el escultor Eladio Mora "dEmo" en un azul turquesa que es el color de la suerte, tiene en su panza tatuados hasta 34 símbolos de la suerte, más de cinco metros de altura y dos toneladas de bronce. En el jardín cruzando al paseo de la Castellana, encontramos la escultura Andrómaca, obra de José Vilches (1815-1890) elaborada en Roma en 1853, merecedora de una medalla tres años después, en 1863 se depositó en el Real Conservatorio de Música trasladándose a su actual ubicación frente a la Biblioteca Nacional; representa a la figura mitológica inmortalizada en La Iliada por Homero, esposa de Héctor e hija de Aecio, rey de Tebas.


Al lado encontramos el monumento a Juan Valera obra de su sobrino, escultor, Lorenzo Coullaut Valera, erigida en 1909, a propuesta de los hermanos Álvarez Quintero que abrieron una suscripción popular con tal fin. El busto en caliza preside el conjunto donde una mujer está sentada a sus pies, se supone que es Pepita Jiménez, y un bajorrelieve pastoral de Dafnis y Cloe en la trasera. El conjunto fue restaurado con motivo de la celebración de "Madrid, capital de la cultura" de 1992. Ubicado en el centro de una pradera y rodeado de flores, mira hacia la Biblioteca Nacional, que es a donde vamos ahora.


La Huerta de San Felipe Neri era conocida como La Solana, situada junto a la puerta de Recoletos, sus propietarios Joseph Suñol y María Lisano, la cedieron antes de 1757 a los padres del Oratorio de dicha advocación, de ahí su nombre, pero la desamortización de Mendizábal la convirtió en terreno público, el que ahora ocupa la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional, con entrada por Serrano. En 1793 se inauguró allí la Escuela de Veterinaria que, gracias al buen hacer de su primer director Carlos Risueño, alcanzó la categoría de Facultad, pero a mediados del siglo XIX fue derruido el edificio dejándolo en un solar y la Facultad trasladada al Casino de la Reina. En 1866 por orden de Isabel II y bajo la dirección del arquitecto Francisco Jareño, se comenzaron las obras del nuevo edificio de la Biblioteca Nacional que albergaría el legado iniciado por Felipe V cuando en 1712 fundó la Biblioteca Real, un edicto obligaba a todos los editores a depositar unos ejemplares de lo que imprimieran. En 1836 cambió su nombre por el de Biblioteca Nacional y fue durante este siglo XIX cuando consiguió la mayor parte de los libros antiguos que hoy almacena y conserva; por cierto, que el más antiguo que tiene es el Papiro de Ezequiel, datado entre los siglos II y III, perteneciente al primer códice del Antiguo Testamento griego conocido, aunque es solamente uno entre los más de 34 MM de piezas de sus amplios fondos que acogen objetos relacionados con el libro. Es muy famosa y valorada su Sala de Exposiciones.


Las obras del edificio se ralentizaron por problemas de financiación durante tantos años, que el arquitecto original tuvo que ser sustituido por Antonio Ruiz Salces, que consiguió terminarlo a tiempo para la celebración del cuarto centenario en 1892, trasladándose las obras y libros acumulados por la Biblioteca, pero no viajaron solos. Durante un tiempo compartieron sede con el Archivo Histórico Nacional, el Museo de Arte Moderno (hoy Reina Sofía), etc. El 16 de marzo de 1896 por fin, se abrieron las puertas al público en general. Así que pudieron entrar y salir bajo el laurel de la sabiduría (ver foto del inicio de la figura que corona el edificio junto a la bandera de España), lo cual, según la leyenda, con solo pasar por debajo ya somos más listos (por desgracia me pasa como con la lotería, debe ser verdad que toca, pero no lo puedo confirmar según mi experiencia particular).


El Frontón sobre la puerta es obra de Agustín Querol, realizado en mármol, usó la representación de las letras, las artes y las ciencias como símbolo de la sabiduría cuando trabajan para la Paz y en paz. Está rematado por dos estatuas (alegóricas de el Genio a la derecha y el Estudio a la izquierda) y la dama que sostiene el laurel de la sabiduría, que no es otra que España misma representada junto al león de Castilla. Dentro del frontispicio la Paz se alza en el centro y a sus lados se extienden el resto de alegorías. A uno de ellos aparece la Guerra rompiendo la espada y le siguen la Poesía, la Elocuencia, la Música, la Arquitectura, la Pintura, la Escultura, la Filología, la Industria, el Comercio y la Agricultura. Al otro lado figuran la Filosofía, la Jurisprudencia, la Historia, la Astronomía, la Etnografía, la Geografía, la Química, la Medicina y las Matemáticas.


Además, en la escalinata nos esperan las estatuas de mármol que representan sentados a Alfonso X el Sabio y San Isidoro escupidas por José Alcoberro y Amorós (1835-1910) en 1892. Arriba junto a las puertas están esculpidos en 1892 en pierda (de izquierda a derecha) las figuras de Antonio de Nebrija, realizado por Anselmo Nogués García; Luis Vives, tallada por Pedro Carbonell Huguet; Lope de Vega, esculpido por Manuel Fuxá y Leal; y Miguel de Cervantes de Juan Vancell Puigcercós. Luego vemos hasta 11 medallones, de los cuales cuatro están en la fachada sobre las estatuas descritas, estos corresponden a Calderón de la Barca, Juan de Mariana, Fray Luis de León y Francisco Quevedo; en la parte superior por detrás de la columnata se ve a Santa Teresa de Jesús en el centro rodeada hacia la izquierda por Arias Montano, Hurtado de Mendoza y Garcilaso de la Vega; y hacia la derecha por Antonio Agustín, Tirso de Molina y Nicolás Antonio. Bueno, pues una vez que subamos la escalera, ya podremos entrar a adquirir la sabiduría que emana del laurel que sostiene España por encima del frontispicio.


En la planta baja, sin subir las escaleras, se encuentran las salas de exposiciones temporales, por cierto, de gran interés y calidad, muy variadas. Y unos jardincillos donde podemos aprovechar para un pequeño respiro y que antaño estuvo labrado de esculturas diversas. Hoy tan solo dos cabezas nos observan. La de Antonio Machado, gesto serio que parece que le deben dinero (o quizá es al autor) realizada por el escultor Pablo Serrano en 1966, siendo ésta de aquí una copia patrocinada por Endesa. Y la otra, junto a la entrada de coches por la avenida de La Armada Española, representa al pintor Antonio Muñoz Degrain (1840-1924) elaborada el mismo año de su muerte por su amigo y escultor José Capuz Mamano. En el jardín de la medianera y justo delante de la salida de Renfe de Recoletos, el gremio de los libreros de Madrid promovieron una estatua que se situaría en donde se celebra tradicionalmente la Feria del Libro de Madrid inaugurándose el Día del Libro de 1984, luego trasladado en una remodelación a la ubicación actual; obra del escultor Manuel García Vázquez (que firma con el nombre de su pueblo natal, Buciños) y el arquitecto Joaquín Roldán Pascual que realizó el basamento, representa a dos niños concentrados en la lectura de un libro, con la espalda ligeramente inclinada hacia atrás y los pies colgando.

 

El Museo Arqueológico Nacional ocupa una tercera parte del edificio que forma junto a la Biblioteca Nacional. De similar estilo a su compañero, a este museo se accede por la calle Serrano y bajando una pasarela hasta el sótano, las escaleras que vemos de frente al entrar son para observarlas y admirar sus columnas y el equilibrio rectilíneo de sus formas. Sin embargo, encontramos dos estatuas de 1892 a los lados, de igual trazado que en la Bilbioteca, corresponden a Alonso González Berruguete (1490-1561) obra del escultor José Alcoberro y Amorós (del que ya vimos otras estatuas), y la de Diego de Silva Velázquez (1599-1660) obra del escultor Celestino García Alonso. Y delante de ambas, sendas Esfinges, obra del escultor madrileño Felipe Moratillo Parreto, en perfecto equilibrio con el conjunto descansan en dos bases de hormigón expresamente construidas para ellas; originalmente custodiaban la escalinata que daba acceso a la puerta central, siendo el resto ventanas que se abrirían posteriormente ensanchando la escalinata también.


La primera sede del Museo Arqueológico estaba en el Casino de la Reina (Embajadores) donde se exhibían todos los objetos, provenientes del fondo creado por Isabel II en 1867, hasta que en 1895 se situó en su actual ubicación, mostrándose como la recopilación de colecciones y de recuerdos ordenados que conocemos actualmente, provenientes unos de colecciones particulares, otros de adquisiciones y, por supuesto, las cesiones de otros museos (similar al proceso que relatamos en el Museo de Ciencias Naturales). Así que animaros a visitarlo, consultado horarios antes, claro. En el jardín previo encontramos un arco de piedra con unos vistosos capiteles y columnas y una reproducción de las Cuevas de Altamira en una gruta artificial creada adrede entre 1962 y 1964; el origen de ésta se encuentra en el interés que el Museo Alemán homólogo mostró por hacer una copia de las pinturas de la cueva original, España impuso dos condiciones: que no se tocaran jamás los dibujos y que las copias fueran dos, la que ellos pedían más otra para quedarse aquí; gran visión del que se le ocurrió exigirlo. Pero como hasta la réplica está cerrada de momento, aquí os dejo un vídeo donde se puede visitar virtualmente las mencionadas réplicas:



Y con esto ya hemos acabado nuestro paseo de hoy y la Castellana. Solo comentaros que al pasar por las rejas que rodean este último edificio en sus dos calles, recordemos que son obra también de Jareño, el arquitecto que mejor usó el hierro en sus construcciones, las tres puertas (dos en la Biblioteca y una en el Museo) también son obra suya y son completamente iguales, constan de un frontón donde figura el escudo de España acompañado de dos leones tumbados y encuadradas entre dos voluminosas columnas de estilo griego, adornadas con dos medallones por el exterior con la efigie de Venus en el de la derecha y Atenea en el de la izquierda. La verja está trazada de forma modular para que puedan repetirse sus ornamentos. Y destacar también las farolas que acompañan la subida por la escalinata principal de la Biblioteca.





P.D.- Llévate el texto completo en la GUÍA BÁSICA del Paseo de la Castellana adquiriéndola en Amazon.es.






@ 2001, by Santiago Navas Fernández.
 








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