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sábado, 9 de noviembre de 2024

PASEOS POR LOS PARQUES Y JARDINES DE MADRID CLXXVII: CEMENTERIOS EN TIEMPOS DE JOSE I BONAPARTE.


No es que José I Bonaparte fuera el impulsor de los cementerios fuera de las iglesias, que lo fue Carlos III a raíz de la grave epidemia de peste de 1781, sino que por su mano se realizaron varios de ellos, unos estaban "en cartera" y otros se diseñaron entonces. Lo que sí se le atribuye al monarca francés es la planificación en cuatro grandes espacios fuera de la ciudad, mirando cada uno hacia un punto cardinal, si bien el del Este se quedó en proyecto, sin serlo, se puede establecer cierta conexión con la ubicación del actual CEMENTERIO DE LA ALMUDENA, sobre el que hablaremos en exclusiva más adelante. Y el del Oeste se quedó en proyecto igualmente, aunque bien podría considerarse como tal el primero que vamos a ver en este artículo salvo por un detalle, los planificados por el rey eran de titularidad civil y el que se construyó era Sacramental. De todos ellos, hablamos a continuación de todos, también del llamado del Norte y el del Sur, que no existen ya.


El CEMENTERIO DE SAN PEDRO Y SAN ANDRÉS, ubicado al Oeste de Madrid, consta hoy dentro del CEMENTERIO DE SAN ISIDRO, como veremos. En la imagen sobre este texto, obtenida del Plano de Facundo Cañada de 1902, podemos distinguir dentro del círculo la Ermita y los patios traseros originales, a los que se irían sumando otros posteriormente. Su creación se encuadra dentro de la Real Orden de 9 de marzo de 1811 dictada por José I Bonaparte, a la cual las Hermandades y Cofradías opusieron su deseo de buscar un espacio santo donde enterrar a sus hermanos y cofrades, así, este Cementerio fue respetado como Sacramental tras la vuelta de Fernando VII a la corona española desde el 18 de septiembre de 1814. Se ubicó a la espalda de la Ermita de San Isidro, sobre el Cerro de las Ánimas. Fue el segundo tras el Real Decreto y el primero de los Sacramentales. La fusión en 1587 de varias Archicofradías dio lugar a la Pontificia y Real Archicofradía Sacramental de San Pedro, San Andrés, San Isidro y de la Purísima Concepción, más conocida como Sacramental de San Isidro. El primer patio, de San Pedro, fue erigido en 1811 con una sobriedad propia de la época, por el arquitecto José Llorente, con tejado a un agua para proteger los nichos ubicados en la pared. El segundo, patio de San Andrés, lo comenzó el mismo arquitecto en 1832 y lo acabó seis años después Ramón Pardo, mientras el otro patio ya había sumado dos ampliaciones; mayor de tamaño, planta cuadrada en cruz griega, capilla y varios cipreses en su interior. Ese mismo arquitecto iniciaría la construcción del patio de San Isidro en 1841, sustituido un año después por José Alejandro Álvarez que ya había trabajado en la Sacramental de Santa María. De mayor tamaño añadía una construcción más sólida al prescindir de la madera, en el centro contaba con una capilla en estilo románico-bizantino que contrasta con el neoclásico del conjunto, actualmente es un panteón de la familia Álvarez-Mon, obra de Francisco Enríquez Ferrer, sucesor del dicho tras su fallecimiento en 1850. El resto de la historia ya la veremos en una visita al CEMENTERIO DE SAN ISIDRO como tal.

Y ahora vamos a ver los que ya no se pueden visitar por no existir. El primero es el CEMENTERIO GENERAL DEL NORTE, basado en un proyecto de 1752 de Manuel Molina, al que José de Villanueva haría modificaciones en 1794, aunque no se comenzaría hasta 1804 con final en 1809, incluida interrupción por la Guerra de la Independencia. Destinado a recoger los restos de los feligreses de las parroquias de San Salvador y San Nicolás, San Ginés, San Ildefonso, San José, San Luis, San Marcos, San Martín, Santa María, Santiago y La Patriarcal, cada uno con su espacio independiente. Además contaba en el centro con una fosa común para los pobres, sobre este texto una imagen procedente de "La Ilustración Española y Americana" realizada por Alejandro Ferrant en 1874, al fondo se ve el edificio de la capilla realizada en estilo neoclásico por Ventura Rodríguez, en su entrada de piedra dos columnas sobre pilastras sostenían el entablamento. Se basó en un sistema de nichos similares a los del cementerio de Pére Lachais de París, cuatro alturas sobre muros, que no se acostumbraba a usar en España. Su arco de entrada daba hacia la actual calle de Arapiles que unía la de Magallanes con la plaza de Quevedo, por tanto su espacio estaba ubicado detrás, entre las actuales calles de Fernando el Católico, la plaza del Valle de Suchill, la prolongación de Arapiles y la citada de Magallanes, con una gran cruz de piedra a su entrada, traída del "Calvario de Leganitos" según dicen, fuera de la ciudad y cercana a la Puerta de Fuencarral. Ahí estaría hasta primeros del siglo XX (en 1910 se firmó su demolición) y en los años sesenta la inmobiliaria Vallehermoso levantaría los actuales edificios de viviendas y se ubicaría un Galerías Preciados, cerca de donde Mercero rodó "La Cabina". En 1994 se efectuaron obras para construir un aparcamiento y aparecieron más de seiscientos esqueletos. Un enterrado ilustre aquí, fue Mariano José de Larra desde 1837 a 1852 que fue trasladado al cementerio, también desaparecido ya, de San Nicolás, de ahí movido al de San Justo. También se enterró aquí a Hilarión Eslava, pero sería trasladado al Cementerio de Burlada, su pueblo natal. Y cuentan las lenguas que durante unas horas estuvo enterrada Teresa Montalvo, condesa de Jaruco, amante del rey Bonaparte que la llevó al palacio que ocupaban en la calle del Clavel. Obró como cementerio civil un departamento interior. La capilla sirvió de base a la iglesia de Nuestra de los Dolores, trasladada cuando el derribo del cementerio a la calle de San Bernardo.

El segundo es el CEMENTERIO GENERAL DEL SUR que se levantó como proyecto auxiliar del anterior en 1810 al quererse imponer una distribución de los lugares de enterramiento en Madrid por aplicación de los nuevos conceptos de salud pública que se arrastraban desde Carlos III y que ejecutó José I en cierta medida, sin embargo, el hecho de que a partir del 1811 se permitiera a las Cofradías y Hermandades levantar sus propios recintos de enterramientos, dejó a éste sin apoyó y su deterioro llegó a tal punto que los cadáveres aparecían desenterrados y atacados por animales y pájaros a partir de un determinado momento. El diseño fue encargado a Juan Antonio Cuervo, alumno de Ventura Rodríguez que preparó la única decoración: una gran cruz de piedra. Levantado sobre unos terrenos cedidos en el alto de Opañel, los cuales hoy son las Piscinas San Miguel lindantes con el Sacramental de San Lorenzo y San José, se le conocía también como Cementerio de la Puerta de Toledo, por su cercanía a esta entrada. Ocho particiones dedicadas a cada una de las advocaciones recogidas de San Andrés, Santa Cruz, San Justo, San Lorenzo, San Millán y San Pedro y San Sebastián, y las sobrantes para los fallecidos en los hospitales de caridad, acabó dedicándose a los ajusticiados (otro sobrenombre de los que recibió) en la plaza de la Cebada, como es el caso de Luis Candelas. A mediados del XIX un incendio lo arrasó, reconstruido se prohibió la entrada hasta que fue clausurado por fin en 1884 pero no se desmanteló hasta los años 40, pasando sus restos a otros cementerios como el de La Almudena. Entre los famosos enterrados podemos contar a Teresa Mancha, la amada de Espronceda. También estuvo Estanislao Figueras, presidente de la I República Española; Fermín Caballero; Santos Pelegrín; don Enrique de España, marqués de España; la marquesa de Ariño; etc.

Tal vez te preguntes qué tiene que ver la rosa de la foto de portada de este artículo, está en el patio de la ermita de San Isidro, donde también se encuentra la pared que figura sobre este texto, con herramientas propias de un agricultor. Seguro que la Ermita la has visto en cuarenta fotografías, pero como esta, habrás visto pocas imágenes y sin embargo, también es de la Ermita, justo por donde se accede al patio de San Andrés. Y hasta aquí llegamos, no es que no haya más cementerios de esa época que recordar, pero vamos a ir poco a poco.


@ 2024, by Santiago Navas Fernández

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