En España como en tantos lugares de Europa, incidieron en un tiempo las tres principales religiones occidentales provenientes del cercano Oriente, pero también ha tenido y tiene habitantes de otras creencias y fruto de todo esto encontramos CEMENTERIOS que se corresponden con esas costumbres de cuidar a los muertos. Y por eso hoy nos vamos a acercar a dos casos particulares, primero conoceremos del cementerio que hubo en los inicios de Madrid y que hoy sólo tenemos el recuerdo, luego vamos a visitar el que fue llamado "de protestantes· Son el CEMENTERIO ISLÁMICO DE MAYRIT y el CEMENTERIO BRITÁNICO DE MADRID.
Se conserva el barrio de la Morería en Madrid en la zona donde se encontraba la Puerta de Moros, como parte de la muralla que rodeaba la ciudad en los tiempos del Islam en la Península, de hecho, se atribuye a los musulmanes residentes que habían cruzado el Estrecho y subido por las tierras visigodas, convertir la atalaya donde se asentaba una fortaleza de vigilancia, en el Mayrit que daría lugar con los años al Madrid que llegó hasta nosotros. El origen del barrio está en la caída de la plaza fuerte tras la conquista de Toledo por Alfonso VI en 1085 y el arrinconamiento en un barrio de "los moros" que pasarían a convertirse en mudéjares por la acción de la conversión obligatoria. Seguramente que el emplazamiento allí y lejos de la Almudayna, o ciudad amurallada, era porque estaban su cementerio cerca, pues el musulmán enterraba fuera de la ciudad a sus muertos en vez de en las iglesias como hacían los cristianos. La Almudayna estaba a su vez vallada y contaba con una Mezquita en el interior que hoy está perfectamente localizada en una pequeña calle con dicho nombre y restos de su planta bajo una protección de cristal, casi en el cruce de Bailén con Mayor, obviamente el parecido de Almudayna con Almudena no es casualidad.
El Centro de Estudios del Madrid Islámico nos muestra este plano donde, en la parte más baja, podemos ver la ubicación exacta y comprobada hacia la actual Plaza de la Paja del CEMENTERIO ISLÁMICO de MAYRIT o MAQBARA que es como se llama a estos recintos en la lengua vernácula de aquellos tiempos. De hecho, en 1502, Beatriz de Galindo, La Latina, reclama dichos terrenos para anexionarlos a su Hospital que había sido levantado bajo la dirección de un alarife mudéjar de nombre maestro Hasán. Y aunque se firmó un acuerdo de respeto hacia los conversos, éste no se respetó y la necrópolis desapareció y la lápidas, cuenta el historiador Gil Benumeya, que fueron utilizadas en otros lugares. Los cambios sucesivos en el barrio borraron todo vestigio, sin embargo sí se encontraron ocasionalmente algunos restos hasta que en 2006, unas obras en el número 68 de la calle de Toledo, dio con los enterramientos de la MAQBARA. De los cuerpos recuperados se dedujo con el método del Carbono14, que se trataba de depósitos más antiguos, todos colocados en dirección a La Meca, pero de una forma muy básica que el rito musulmán iría perfilando con el tiempo y haciendo más complejo en su postura y utensilios usados, como tela y madera. Los primeros musulmanes eran muladíes (hispanogodos e hispanorromanos conversos), bereberes y luego árabes, que fueron asimilando el Islam lentamente desde los siglos VII y VIII, de ahí la diferencia en los enterramientos. Se calcula que existen numerosas tumbas bajos los edificios contiguos.
Otro lugar de depósito de cadáveres según la tradición, es el llamado Uesa el Raf, traducido como la Torre de los Huesos, que se descubrió al realizar obras en la plaza de Oriente para el parking, en el cual se puede ver dicha atalaya islámica. Famosa porque allí se localizó una estela funeraria de cronología Omeya. Pero a pesar de todo, no hay registros fehacientes de una necrópolis allí, salvo viejas leyendas. Madrid conserva a pesar de todo, numerosos indicios de su pasado islámico, hasta su propia patrona y ¡cómo no! su mayor santo, pero esto ya son temas de otro tipo de paseo.
Nos vamos a trasladar ahora hasta el barrio de Carabanchel para conocer el CEMENTERIO BRITÁNICO. Actualmente y desde que tenemos una Constitución en España, los cementerios ya no son religiosos o civiles, sino municipales y por eso ya no se habla de camposanto que, como dije, era un terreno sagrado para el descanso de los fallecidos católicos, o de otras creencias, aunque por supuesto, siguen siéndolo con todo el sentimiento. Hasta ese 1978, los enterramientos de personas no católicas era un problema llegando a darse el caso de finados que acaban en los jardines de las embajadas de su país, y de es necesidad surgen otras formas de descanso eterno para personas con otra fe o sin ella, a los cuales en general y genéricamente se les denominaba protestantes con sólo que fueran no católicos. Fue en la siempre difícil relación británico-española, donde surgió una negociación en busca de la solución. El primer cementerio británico data de mediados del siglo XVIII y se instaló en Bilbao, es en el XIX cuando proliferan otros en La Coruña, Sevilla, Huelva y Málaga también.
En Madrid el antecedente lo ubicamos en la actual plaza de Colón cuando en 1796 el ministro Lord Bute compró dos acres y cuarto para tal uso saliendo por el portillo de Recoletos, aunque no se identificó como cementerio, sí se delimitó por mojones rotulados con "GB 1796". Lógicamente el desarrollo de la ciudad hizo que este terreno no pudiera constituirse en cementerio, se sabe que algunos difuntos fueron a parar a cementerios católicos como mal menor, algunos de ellos hoy desaparecidos como veremos en próximos capítulos entre otros lugares, en la zona de Arapiles. Así que los terrenos de la plaza de Colón fueron vendidos y tras diversas circunstancias, a mediados de siglo compraron a un mesonero apellidado Chacón, un terreno vallado que éste tenía, el cual fue consagrado como cementerio el 7 de febrero de 1866, aunque los enterramientos iniciales son anteriores a esa fecha. La financiación por parte de diversos residentes adinerados británicos y la colaboración del gobierno inglés, fueron fundamentales, dejando la dirección bajo la ley consular británica el control del lugar. Se admitían finados de otros credos, creencias y nacionalidades, de forma que en las lápidas hoy día se pueden leer citas en muy diferentes idiomas.
Finalmente se construiría según proyecto de un tal Benedetto Albano que introduce en pleno siglo XIX en Madrid, una estética netamente británica; fachada en ladrillo con toques neogóticos en su gran arco apuntado en puerta con ventanas ojivales a los lados y remate almenado sobre las cornisas. Al entrar pasamos a una estancia abierta y cubierta a dos aguas, con dos dependencias laterales a las que dan luz las ventanas dichas. Carece de símbolos religiosos seguramente debido a las exigencias de la administración local de entonces, sólo el escudo del Imperio Británico y un labrado que dice "British Cementery" realizado por Pedro Nicoli en 1856, ilustran su fachada. En la estancia que sirve como capilla, se conserva una vidriera de la casa Maumejean, mientras la otra se usó como vivienda del guarda y familia. El interior es un gran patio cuadrangular cercado por tapias de ladrillo con albardillas de granito y una estructura octogonal de paseos que dejan una docena de espacios para las sepulturas, más o menos (sobre estas líneas un trazado del proyecto).
El paseo central no llega hasta el fondo interrumpido por la tumba del norteamericano John Charles Gardiner y su esposa Indiana Ierne McClery. En fin, el alcalde Répide lo denominó "frondoso jardín mortuorio" porque su pretensión era la de ser un jardín y de hecho queda hasta el recuerdo del pequeño huerto del guarda y algunos árboles frutales, en realidad los cipreses han sido plantados posteriormente porque no son árboles que se usen en otras costumbres. El Británico, ocupado por personas de diferentes creencias y nacionalidades, ha sobrevivido a varios de los de su generación que estamos conociendo (no viendo) en esta miniserie sobre Cementerios.
No existen nichos, tan sólo hay unos paneles que se les parecen pero que no pasan de ser azulejos con nombres de personas cuyos dolientes han querido así dejar un recuerdo escrito a su recuerdo, pero no contienen restos. Entre los numerosos enterramientos destaca por ejemplo una estructura piramidal en la que se abre una falsa puerta como si fuera una referencia masónica, ubicada al fondo, allí descansa el nazi Ekkehard Tertsch en un supuesto panteón familiar. También existe al menos un enterramiento musulmán en un aparte del muro del fondo. Por otro lado, sabemos que el primer guardés se llamaba Manuel Garrido, del cual heredó el oficio un hijo llamado Luis, que tuvo una hija, Rita Garrido, artista y cantante, que se casó con el músico Ricardo Freire, compositor de la célebre canción popular "doce cascabeles" junto con Juan Solano y García Cabello. Seguramente que Rita lo pasó muy mal cuando tuvo que invitar a su novio a la pedida de mano en su casa ¿en un cementerio?; cuenta la anécdota que cuando iba a salir la novia con su padrino, o sea su padre, ambos vestidos para el acto, apareció una comitiva de enterramiento, así que tal y como estaban se quedaron a atender el servicio y tuvieron que retrasar la boda.
Paseando descubrimos numerosas lápidas con nombres y apellidos que nos sonarán, por ejemplo el de los famosos Loewe. Enrique Loewe Roessberg se estableció en Madrid en 1846, en una marroquinería de la calle Echegaray y poco a poco montó una empresa familiar de fama internacional, ya en 1905 Alfonso XIII le nombra Proveedor oficial de la Casa Real; posteriormente tendría un gran desarrollo comercial alcanzando cotas muy altas con grandes diseñadores y alianzas con otras empresas como la de Luis Vuitton, pero también estuvo con Rumasa hasta su ruina. No es hasta 1972 que no se diseña su inconfundible sello de marca, tres años después se lanza al mercado asiático a través de Japón. También encontramos una curiosidad, la tumba de Arthur Byne, según la cual vivió un año nada más, obviamente es un error de inscripción, aunque no hubiera estado mal, pues fue un saqueador del arte español en aquellas décadas donde en España no se cuidaba ni de sí misma, por lo que él aprovechó para comprar a precio de ganga reliquias, artesonados, etc. y hasta el claustro del Monasterio de Santa María la Real, que actualmente se exhibe en Florida. Otra de las curiosas tumbas guarda los restos de Margarita Kearny Taylor, la titular y co-fundadora del Embassy, café de tertulia y salón de té al estilo inglés que, durante la República y Guerra Civil fue un nido de espías y lugar de paso para personas perseguidas por motivos políticos; la azarosa vida que tuvo antes, fue premiada con la fama y el reconocimiento social que adquirió con este establecimiento.
No hay una correlación directa entre las fotos que pongo y las historias que relato, pero sirven de orientación para una visita posterior y, si se quiere, las hay hasta con guías. En otro punto encontramos a los fundadores de la casa Lhardy, restaurante que abrió sus puertas en 1839 de la mano de Emilio Huguenin Lhardy, francés que se instaló en la Carrera de San Jerónimo que era la calle de moda en la época y que había conocido a numerosos españoles en el exilio que huían del Rey Felón. Si no puedes llegar a su cocina, al menos la fachada merece la pena ser vista. También está la tumba de Alice Bache Gould, norteamericana e historiadora hispanista, descendiente de un presidente de los EEUU, experta en los Reyes Católicos y Cristóbal Colón a ella debemos el listado de los componentes de los barcos de las expediciones de aquél 1492. William Parish, director por más de 40 años del CIRCO PRICE tras instalarse en Madrid, a donde llegó desde su Inglaterra natal para realizar un número de monta de caballos, enamorándose y casándose con la bella caballista, también, Matilde Fassi, hija de Thomas Price, el verdadero fundador del Circo (del que hablamos aquí). También aquí están o estuvieron enterrados nobles como el príncipe de Georgia Irakli de Bagration-Mukhraneli, el Conde polaco Zavadowsky Miklazewsky, la también polaca y Baronesa Tatiana de Korf, el embajador de Rusia en España Barón Theodore de Budberg, el pintor californiano Sheldon Pennoyer, así como militares y otros personajes menos conocidos.
La mayoría de los enterrados son ingleses, aunque no todos son anglicanos, de hecho hoy en día se pueden enterrar allí difuntos de cualquier religión, hasta católicos. Actualmente hay hasta 43 nacionalidades diferentes entre comerciantes, banqueros, militares, artistas, industriales, joyeros, aventureros, nobles, etc. Así su diversidad hace su riqueza y su singularidad estriba en esa variedad, e incluso, en el curioso trazado de la orientación de sus múltiples tumbas.
@ 2024, by Santiago Navas Fernández
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