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viernes, 19 de agosto de 2022

SERIE PASEOS, PARQUES Y JARDINES DE MADRID XCI: EL JARDÍN DE LA VISTILLAS Y EL VIADUCTO.

 


No dejamos de movernos por las raíces de Madrid, vamos a visitar hoy el JARDÍN DE LAS VISTILLAS y el Viaducto, emblemas de una época. Los terrenos de este Parque tienen su origen en los jardines del Palacio de los duques de Osuna que había en este lugar y que en 1894 fueron subastados para hacer frente a las varias deudas que había adquirido el duque Mariano Téllez-Girón y Beufort Spontin, quedándose el Obispado de Madrid con la parte que hoy es el Seminario (del que hablamos en el paseo por el PARQUE DE LA CORNISA) y el municipio con el equivalente al Jardín de las Vistillas que vamos a recorrer, si bien parece que en 1887 ya había adquirido parte de "la casa vieja" para ampliar la calle de Bailén. En este lugar la casa de Osuna, entroncada con el ducado del Infantado, había levantado su Palacio, Biblioteca y Casa de Armas apenas separado del Campillo de las Vistillas por el Corral de las Naranjas. Se ubica sobre la cima del antiguo cerro del Campo de las Vistillas y se asoma a la vaguada formada por el antiguo arroyo de San Pedro, la actual calle Segovia por la cual se puede dejar rodar una naranja que llegará seguro hasta el Manzanares. En el plano de Teixiera de 1626 aparece como las "Vistillas de San Francisco", pero en 1769 ya aparece sólo como "la plaza de las Vistillas". Han sido varios sus usos, en 1920 aquí se organizaba un mercado de alimentación, Mesonero Romanos insistió constantemente sobre la necesidad de ajardinar esta zona, pero no fue hasta 1932 y bajo proyecto del alcalde republicano Pedro Rico y ejecución del arquitecto municipal Fernando García Mercadal, cuando se inició dicha obra que continuaría en 1945 su sucesor Manuel Herrero Palacios. Actualmente es uno de los observatorios del horizonte más bello y donde se ubican las Verbenas de San Isidro y La Paloma, por lo que se considera el lugar más Castizo de Madrid, claro que acompañado del entorno.


Partimos de la calle de San Buenaventura que ya conocemos de anteriores recorridos por la zona. Y por ella desembocamos al cruce de la calle de Beatriz Galindo con la plaza de Gabriel Miró, nombre que se le otorgó en 1944 aunque casi nadie la conoce pues se impone el nombre popular de JARDÍN DE LAS VISTILLAS. Lo primero que nos encontramos es un busto de Ignacio Zuloaga, el cual vivió temporalmente aquí mismo, entre la citada calle de San Buenaventura y la travesía de Las Ventillas, ocupando el que fue estudio del escultor Victorio Macho, y donde se conserva un pequeño museo, además encontraremos varias ofertas de arte. Ignacio de Zuloaga y Zabaleta (Eibar, 1870 - Madrid, 1945) fue pintor cuyo apogeo como artista le ha enclavado en el 98, vivió y se formó durante cuarenta años en París, lo que se nota por la influencia del impresionismo, aunque sus fuentes de inspiración ahondan en El Greco, Velázquez y Goya; tras su fallecimiento, el Ayuntamiento adquirió esta obra y la instaló cerca de donde tuvo su última morada, se trata de un busto en arenisca que se asienta sobre un pilar de granito, realizado aún en vida por el escultor almeriense Juan Cristóbal González Quesada (Ohanes, 1898 - Madrid, 1961), criado en el taller de Benlliure, ganó la Medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1922 y en 1927, creador de numerosas obras, la más conocida es la del Cid Campeador a caballo que hay en Burgos.

Y ya que hemos abierto el hilo de los nombres de calles, vamos con los citados. Gabriel Miró (Alicante, 1879 - Madrid, 1930) escritor de "la generación del 14", licenciado en derecho por la Universidad de Granada, vivió "en todas partes" tanto por su familia como por él mismo que fue variando de trabajo, periodista en numerosos diarios y escritor alguna vez polémico por sus críticas al falso misticismo que la religión gastaba en esa época; tema por el que tal vez no accedió a la Academia de la Lengua cuando estaba propuesto. Beatriz Galindo (Salamanca, 1465 - Madrid, 1535), hija de familia noble destacó por su gran inteligencia, lo cual inclinó su vida hacia el claustro, no obstante, tras estudiar en la Universidad de Salamanca, a los 15 años dominaba el Latín y el Griego, fue llamada por la reina Isabel a la Corte, abandonando su proyecto de ser monja. Adquirió el sobrenombre de "la latina" por los conocimientos expuestos. Casó en 1491 con el capitán Francisco Ramírez (Madrid, 1445 - Ronda, 1501) un fiel servidor procedente de una hidalguía madrileña de escasa fortuna, que la había apoyado en su ascenso a la Corona primero contra Enrique IV y luego contra la pretendiente Juana (la Beltraneja) y así continuó hasta la toma de Granada; con él tuvo dos hijos, quedando viuda a los diez años de matrimonio, momento en que abandonó la Corte dedicándose al mecenazgo, fundó el Hospital de La Latina (junto a la plaza de la Cebada y de ahí el nombre del barrio, no confundir con el distrito homónimo que es otro; la puerta del hospital se puede ver en la Ciudad Universitaria junto a la Facultad de Arquitectura tras diversas vicisitudes a lo largo de los siglos, la visitamos aquí) y también fundó los monasterios de la Concepción Jerónima y la Concepción Franciscana donde fue enterrada; los cenotafios se conservan en el Museo de San Isidro (o de los orígenes de Madrid), pues su cuerpo ha dado un largo viaje a través de los siglos, incluyendo residencia en Granada. Se la considera parte de las mujeres humanistas de su siglo, junto a la propia reina y doña María de Portugal, sin embargo, no se conserva ninguno de sus poemas ni escritos. Numerosos monumentos, centros educativos, plazas y calles, llevan su nombre, la que tenemos aquí, rodea todo el cerro de las Vistillas y se cruza con la Cuesta de los Ciegos, tal y como vemos en la foto superior, y llega hasta la calle Segovia.

En un plano superior del jardín donde está el busto de Ignacio Zuloaga, se encuentra una explanada con pistas de deportes y al otro extremo un estanque con un surtidor en el centro, realizada en granito y rodeado de un jardín con rosales y césped protegidos por una valla metálica. Una fuente cercana surte de agua a los paseantes y a los chavales que acuden a las pistas de deportes a practicar.

En la esquina de la plaza que da acceso a los jardines propiamente dichos, se encuentra la estatua de "La Violetera". Representación de la típica manola castiza y chula, obra del escultor Santiago de Santiago al que se le encargó en 1973, instalándose entre las calles Alcalá y la Gran Vía sobre pedestal del arquitecto Manuel Rivero y retirada a los almacenes municipales en 2002 hasta que un año después se instaló en su actual ubicación. La escultura toma la imagen de Celia Gámez (Buenos Aires, 1905 - 1992) interpretando a este popular personaje de Las Leandras, revista musical cómico-lírica con música del maestro Francisco Alonso y libreto de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román, estrenada en 1931 y mantenida en cartel dos años seguidos, inspirada en el cuplé "la violetera" del maestro Padilla y letra de Eduardo Montesinos. Por cierto, Chaplín usó la canción en una película sin tener los derechos para hacerlo y el maestro Padilla le ganó una demanda al respecto. Aparte de diversas películas nacionales, ser interpretada por Carlos Gardel, Raquel Meller, Sara Montiel, etc. se llevó al cine en otros países y hasta se incluyó en un musical en Broadway a ritmo de tango, además de otras versiones para diferentes películas.

A la espalda de esta estatua y en plano inferior al estanque y pistas de juegos que hemos visto antes, se encuentra una parte de los Jardines elaborada con la intención de que sirvieran de descanso para el personal que lo visita, buenas sombras de las numerosas Acacias del Japón y Falsas Acacias que por aquí proliferan. En el centro de un juego simétrico y geométrico de parterres, aparece la Fuente del Pilón de las Vistillas, realizada dentro del proyecto de remodelación incida en tiempos de la República, consistente en un pilón de granito cuyos lados son medios arcos de circunferencia en cuyo centro hay un surtidor de cabeza de piña que acompañan al central que expulsa el agua desde un jarrón sobre pedestal, además cuenta con cuatro postes en el exterior de los ángulos que una línea imaginaria trazaría del cuadrado central.

A continuación otro pilón con una fuente singular Homenaje a Ramón Gómez de la Serna, realizado en granito, mantiene un cuadro escultórico en el centro elaborado por Enrique Pérez Comendador (Hervás, 1900 - Sevilla, 1981) en 1972, realizado como homenaje al escritor, luce rodeado de rosales. Se trata de un único vaciado donde se confunden objetos como libros, pluma estilográfica, un cántaro del que surge un caño con agua, una lira, arco y flecha, etc. en la base sobre la que se alza una mujer desnuda quizá imagen alegórica de la "Vanguardia". Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888 - Buenos Aires, 1963) estudió derecho aunque se dedicó a la literatura, entre otras formas con la tertulia que organizó en el café Pombo; intentó un giro hacia las modas literarias europeas, tirando de humor escribió las famosas "Greguerías"; autor de ambientes madrileños, se marchó a Argentina durante la Guerra Civil, aunque luego volvió ocasionalmente. Detrás se alza la Galería mirador, como podemos ver en las fotos sobre este párrafo, con la fuente delante, realizada en la posguerra en planta de arco de circunferencia compuesta por doble columnata concéntrica de orden dórico, cubierta por tejado de pizarra a dos aguas que forma bóveda de cañón hacia el interior. Cumple su función de proteger mientras se observa la depresión del Manzanares y la zona siguiente de Madrid hasta la Sierra ¡hermosas vistillas!. Por debajo de los jardines pasa la calle Beatriz de Galindo en una amplia curva que la dirige hacia su inicio.

Si cruzáramos dicha calle justo ahí debajo, veríamos que la cuesta se inclina aún más, de ahí parte una bajada escalonada y ajardinada, cubierta de césped y que sirve de desahogo vecinal o para llegar hasta la calle Segovia, con hermosas vistas sobre la cúpula de la Almudena. Es parte de la forma de minimizar estos desniveles que a veces se transforman en taludes insalvables. En este caso recibe el nombre de Cuesta de Javalquinto donde encontraremos una gran variedad arbórea: Abeto rojo, Acacia de Tres Espinas, Liquidámbar, Almez, Álamo Blanco, Arce Segundo, etc.

Si hemos salido a la calle Segovia, estamos a la vista del Viaducto en todo su esplendor, debemos subir un tanto hasta llegar a la altura de la Fuente de la Cuesta de los Ciegos o Fuente Republicana rodeada de Álamos Blancos. En la acera de enfrente los jardines que se alzan hacia la Cuesta de la Vega y Cuesta Ramón, que ya visitamos no hace mucho. Dicha fuente elaborada en granito, es reproducción de la original que databa de los tiempos de la II República como reza labrado en dicho material, cuando se erigió para dar servicio a la vecindad que en esta parte de Madrid se encontraba muy abandonada, quizá por su situación tan difícil de acceder desde ambos lados del barranco como luego veremos; el deterioro sufrido hizo aconsejable su sustitución por la réplica. Contiene el antiguo escudo de Madrid pero con la traducción republicana que sustituye los símbolos monárquicos por castillos y almenaras.


Justamente aquí comienza la Cuesta de los Ciegos con sus 254 escalones, un buen pretexto para hacer deporte subiendo y bajándola varias veces. Su origen está en que salvaba un barranco de tan pronunciada caída que en su origen recibió un sobrenombre tan explícito como el de "arrastraculos". El actual le viene de una leyenda que cuenta que un día que venía San Francisco de cambiar una cesta de peces por una cántara de aceite (¿?) se encontró con unos ciegos que le imploraron, él misericordioso monje les ungió los párpados con sus dedos bañados en el aceite y les devolvió la vista y esta es la escena que se reproduce en los azulejos del nombre de la calle en la fachada del edificio colindante. Otra segunda leyenda dice simplemente que aquí vivían unos ciegos músicos por caridad, en sus chabolas... ¡y ya está! pero no es tan floreada ¿verdad?. También existe una leyenda que dice que por aquí desembocaba un túnel que permitía el paso holgado de un hombre (dicho en genérico, que nadie dice que una mujer no pudiera pasar también) que quisiera salir de la ciudad sin ser visto. Pero señalar que aquí sólo hay un parque infantil muy amplio y sombreado, eso sí.

Hay quien afirma que en esta zona baja pudo haber un asentamiento visigodo anterior a la fundación árabe, pero faltan los vestigios que lo confirmen. Lo que sí debemos recordar es el muro que rodeaba la fortificación y las diferentes cercas posteriores que, o esquivaban este barranco, o creaban una difícil construcción para cerrar la subida del mencionado arroyo de San Pedro. Hay un cuadro en el Restaurante Sobrinos de Botín que representa esta zona del Madrid en 1561, con la muralla cristiana, almenas y puertas, lo único malo es que fue pintado en los años 50 del siglo pasado, aunque puede que su fuente de inspiración fuera un grabado de Anton van den Wyngaerde (apodado "Antonio de las Viñas", dibujante flamenco que, al servicio de Felipe II viajó dibujando hasta 62 ciudades y pueblos españoles) cuyo paisaje sobre Madrid vemos sobre estas líneas, donde se puede apreciar el muro y el Alcázar entre otros. 

Pero sigamos con el recorrido. En un mural de un edificio galardonado con el Premio de Arquitectura en 1991 que se levanta frene al Viaducto, existe un testero de sillares de granito con el Escudo de Madrid más antiguo que se conserva, datado en el siglo XVII se estima que reproduciendo otro del siglo anterior, dicha casa que puede estar allí desde no se sabe cuándo, cuentan que pertenecía a un cura piadoso llamado don José que cuidada enfermos de peste, el cual dejó todos sus bienes (¿?) a los necesitados salvo la casa, que sería del primero que a la mañana siguiente de su muerte entrase por la Puerta de la Vega; dio la casualidad que fue un pastor y por eso se acabó llamando la Casa del Pastor, aunque hay quien afirma que este pastor es uno que en una ocasión salvó al cura, insinuando que era un legado de agradecimiento en realidad. También algunos autores dicen que en esta casa es donde se celebró la reunión constituyente del municipio de Madrid al separarse de Toledo, pero nada hay de seguro; en el siglo XVIII se reconstruyó la vivienda que aguantó hasta los años 70 ú 80 del siglo pasado, cuando se tiró abajo dando lugar a la aparición de muros, túneles y conservando el mural dicho.

Volvamos atrás, en 1588 se abrió la calle  Segovia, entonces se adhirió a esta casa, que al parecer ya existía, una fuente que se llamó de los Caños Viejos a la que dicen que conectaron un viaje de agua que existía subterráneo (imaginemos que recorría el interior del Cerro de las Vistillas) y que conectaba diferentes fuentes de la zona pero que al llegar el Canal de Isabel II ya perdió su función (y lo digo porque enlazo esto con la leyenda del túnel descrita antes ¿os suena o es una casualidad?). No obstante de su deterioro, parte se conserva al lado del Escudo junto al que estaba y que hoy podemos apreciar en la escalinata de su mismo nombre. Subimos por esa calle que pasa bajo uno de los arcos del Viaducto, por cierto, lugar de cobijo de personas sin hogar.

Este camino nos sitúa a mitad de la Cuesta de los Ciegos, un tanto por encima de la calle de Beatriz Galindo, desde obtenemos unas curiosas vistas en ambos sentidos. También desde aquí conectamos con unas praderas que existen pegadas a esa especie de descansillo, donde hay un misterioso muro de ladrillo que cualquiera podría especular que se trata de otro trozo de alguno de los construidos alrededor de Madrid. El que vemos en la foto de abajo tiene una valla metálica que es la que encontramos en la plaza de Gabriel Miró. De los muros que hubo alrededor de Madrid, el de origen árabe llegaba hasta el barranco, pero el cristiano si pasaba al otra lado del arroyo de San Pedro como ya he citado.

Subimos por ahí para alcanzar los Miradores de las Vistillas, por cierto, que dicho nombre hace referencia a eso mismo, a las buenas vistas que existen desde esta altura ¿no os habíais dado cuenta, verdad? Llegamos de este modo a la calle de la Morería que cuenta con una explanada y una gran cantidad de Acacias de Tres Espinas. A la vista nos queda la estatua de "La Violetera", de la que debemos despedirnos pues nuestra ruta por el JARDÍN DE LAS VISTILLAS concluye aquí. 

No obstante y si tienes tiempo, te recomiendo que cruces la calle de Bailén siguiendo la calle de la Morería hasta la plaza del mismo nombre, sigue a la plaza y calle del Alamillo, calle del Granado y plaza de Mancebos, todo parte del barrio de la Morería Vieja, que hunde sus raíces hasta la fundación de la ciudad musulmana y que recogió la población de esta religión tras el decreto de 1502 que obligaba a hacerse cristianos a toda la población de la Corona de Castilla; se han hallado restos de dos Mezquitas bajo las actuales iglesias de San Andrés y San Pedro el Viejo. Por ahí veremos la plaza de la Paja y el JARDÍN DEL PRINCIPE DE ANGLONA, que ya visitamos en uno de nuestros primeros recorridos, ver aquí.

Según la web municipal, estas son las cifras que le corresponden al JARDÍN DE LAS VISTILLAS:

Superficie: 12.805 m2

Árboles.  total de unidades arbóreas: 233
Álamo blanco 44%
Almez 26%
Liquidambar 9%
Arbustos.  total de unidades arbustivas: 6
Celindas 83%
Tuya oriental 17%
Macizos arbustivos. Superficie de macizos arbustivos: 229 m2 Rosas 44%
Escalonia 21%
Abelia 19%

He dejado para el final el Viaducto, una gran obra de ingeniería civil que ya va por el tercer modelo, elevado en la actualidad a 23 metros sobre el suelo de la calle Segovia. El empeño de Felipe II por convertir el barranco del arroyo de San Pedro en una entrada a Madrid, provocó la construcción del Puente de Segovia que acabó el arquitecto Juan de Herrea en 1584, dejando un proyecto sin ejecutar: el posible primer viaducto. El segundo proyecto infecundo fue de Sachetti realizado mientras trabajaba en el nuevo Palacio Real tras arder el viejo Alcázar. El tercero fue el del arquitecto Silvestre Pérez durante el corto reinado de José I, Bonaparte, que sin embargo sirvió para el derribo de casas y edificios para hacerse sitio, entre ellas la vieja Iglesia de Santa María de la Almudena, de la cual hay una reproducción de la que ya hablamos, en el callejón del mismo nombre que une la calle Mayor con los JARDINES DE LARRA (visto en la GUÍA BÁSICA de los Jardines del entorno de Palacio y en otros artículos del blog). Por fin en 1872 se pone la primera pieza de hierro del proyecto del ingeniero municipal Eugenio Barrón Avignón que consistía en una reordenación de la zona y la urbanización del barrio de la Morería Vieja, contaba con 13 metros de ancho y 120 de longitud; tras 50 años, comenzó a dar problemas de estabilidad por lo que tuvo que ser reparado hasta que en 1932 se decidió derruirlo para construir uno nuevo, que se acabó en 1934 tras un concurso que ganó el arquitecto Francisco Javier Guerrero Llusiá y los ingenieros Luis Aldaz Muguiro y José de Juan-Aracil y Segura, entre los participantes habían presentado proyectos Secundino Zuazo y Eduardo Torroja (destacan por sus obras de los Nuevos Ministerios y de la Ciudad Universitaria, respectivamente entre otras), el proyecto basaba la obra en el uso de cemento armado sobre basamentos de bloques de piedra de granito.



La ubicación le convirtió en blanco durante el período bélico, quedó seriamente dañado y tuvo que ser tratado y reconstruido prácticamente, volviéndose a inaugurar en 1942. Posteriormente hacia los años 70 su estado era insuficiente y estuvo dos años cerrado, se pensó igualmente en derruirlo y volverlo a levantar, pero finalmente se optó por una gran modificación estructural para ganar apoyos en su base. En 1998 el Ayuntamiento incorporó unos paneles para impedir el uso como lugar desde el que arrojarse al vacío, lo malo es que se perdieron buena parte de las vistas pues a pesar del material transparente empleado, la suciedad nubla el cristal. En realidad, esta es la historia de la unión de dos barrios del Madrid más castizo cuya separación obligaba a que los vecinos tuvieran que bajar un gran terraplén y subirlo por el otro lado, si querían pasar de una parte a otra, o dar un gran rodeo. El Viaducto es una vista típica de Madrid que ha sido usado en numerosas películas y aparecen en otras obras literarias, así como su entorno: jardines y escaleras en particular. Guarda también una función de utilidad, es refugio de numerosos "sinhogar" que se instalan bajo los amplios arcos, como se puede ver paseando por ellos. 



@ 2022 by Santiago Navas Fernández


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