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lunes, 11 de enero de 2021

ANOCHE VOLVÍ A SOÑAR CON TRACY

 


La cámara enfocaba a una mujer tumbada en una hamaca junto a una piscina, de repente la imagen se elevaba y alejaba a una velocidad vertiginosa, se veía sucesivamente el contorno de la urbanización, del país, del planeta, ascendía hasta el cosmos, la galaxia... y cuando ya todo era casi oscuro, deshacía el camino y volvía a pasar por todo aquello que habíamos recorrido antes, pero al llegar a la mujer no se detenía, alcanzaba su piel, se introducía por un poro, el rojo nos rodeaba y seguía penetrando para llegar a un paisaje desconocido, organismos y lucecitas como las del cosmos... y al fin, la oscuridad total, la música se detenía y el vídeo acababa. Me desperté así, recordándolo y a oscuras, sin saber si era pronto o tarde, ningún destello del reloj en la mesilla, ni en la ventana, ni insinuándose por debajo la puerta. Estaba en el negro más absoluto, perfecto.

Comencé a recordar. Julia y las niñas se habían ido al pueblo a pasar el fin de semana y yo me quedé para acabar ese trabajo tan importante que tenía que presentar el lunes "¿qué hice anoche?", a ver, en cuanto salieron estuve preparando las cosas que necesitaría y luego cené, vi una película y me tomé una copa... o dos, no sé. Luego entré en el email para recoger material que me habían enviado desde la oficina y allí estaba el vídeo... Pero no recuerdo más.


"¡Será muy temprano!" pensé. Busque con la mano por la mesilla pero no había nada, bueno sí, un vaso que tiré sin querer. Sonó a roto. Debía tener líquido aún, un fuerte olor me subió hasta la nariz, a pesar de que nunca he tenido un gran olfato supuse que sería un licor. "Subiré las persianas ¿por qué las bajaría si tengo que madrugar?" No veía nada, el suelo estaba frío "¡qué raro, si nosotros tenemos moqueta!". La ventana debería estar enfrente, sin embargo no estaba, o quizá me levanté por el otro lado de la cama "sí, eso debe ser" me dije, lo que toqué más bien parecía un armario, abrí y noté que había muy poca ropa colgada, también extraño, Julia no podía haberse llevado más que lo imprescindible para el fin de semana.

Tanteando, con las manos por delante, intenté encontrar la ventana o la puerta. Pisé algo ¿cristales?, me noté la planta del pié húmeda ¿me había hecho sangre?, sería el vaso que había tirado. "¡La ventana!" casi grité... pero ¿y la cinta para subir la persiana?, no la encontraba... "¿Dónde estoy?"... Seguí la pared pero tropecé con un mueble, el otro pie paró el golpe, las manos por encima, debía tratarse de una cómoda que yo no conocía por cierto... Al menos a continuación estaría la puerta y... ¡sí, abierta!

Nada, ninguna luz. Recordé: al fondo las habitaciones de las niñas, enfrente su cuarto de baño y a la derecha el salón, la cocina, la entrada, la terraza, el aseo... y mi cuarto de trabajo. Eché a andar, una mano sin separarla de la pared y otra por delante por si acaso... me recordaba aquella vez que fui a uno de esos Monasterios que alquilan habitaciones para estudiantes de fin de semana, llegué cuando ya había anochecido y como no había luz, ni timbre, me introduje por un pasillo hasta que de repente una sombra encapuchada salió de la penumbra para darme las buenas noches, estuve a punto de ver salir corriendo mi corazón.

"Esto debe ser ya el salón, pero está también a oscuras" pensé al llegar a una puerta. Tenía que alcanzar la terraza, recordaba que había varios muebles por medio... butacas, sillas, televisión, etc. pero nunca lo había recorrido sin mirar. Grité cuando me tropecé con algo, en el mismo pie de antes, y casi a continuación, el otro pie. Así que decidí ir a cuatro patas "¿dónde estará mi móvil?, bueno, pronto llamará Julia y me guiaré por el sonido". Conseguí desorientarme pensando en esas cosas, sentí como algo se clavaba en mi mano, debían ser cristales de nuevo ¿pero qué había pasado la noche anterior? Sentí la sangre... no era mucha, pero... entonces fue cuando me di cuenta que iba completamente desnudo, pretendía hacerme una venda con la camiseta o con el pijama, pero no llevaba ni calzoncillos ¿pero qué había hecho la noche anterior?.

Sonó el teléfono, estaba algo retirado, necesitaba cogerlo, caminé rápido a cuatro patas hacia él, pero tropecé con una cosa indeterminada, que del impulso cayó al suelo con gran estrépito, me acordé del jarrón que regalé a Julia en nuestro aniversario "¡me había costado un pastizal, Dios!". El teléfono, no había nada más importante, sonaba y sonaba, pero yo no parecía acercarme a él... luego en otro sitio sonó el fijo, casi seguro que era Julia, que como no cogía el móvil lo intentó con el otro, si no llegaba a tiempo seguro que pensaría que había salido a por el pan o a dar un paseo antes de ponerme a trabajar. Ambos aparatos se callaron sin que yo pudiera alcanzarlos. Volvería a llamar, "¡qué despistado eres hijo! otra vez has salido a la calle sin el móvil ¡no sé para qué lo quieres!" me diría.

¿Y el balcón?... ¿no tengo balcón?, he descubierto sólo una ventana, con una persiana que no sirve para nada, he subido la cuerda pero la persiana no sube ¿es de día? ¡al menos un rayo de luz debía colarse por las rendijas! o quizá es que es de madrugada... Sí, eso es, aún no hay luz y por eso no percibo nada. Me he despertado entre noche, me iré a acostar y ya está, mañana veré el destrozo. "¡Joder, da la luz del techo, imbécil!" me grité. Y me dirigí a la entrada, no sé si por el mismo camino que había venido, supongo que no porque descubrí nuevos estorbos con los que tropezar... y el sofá "¿el sofá? ahí debe estar la mesita y el mando de la tele". Me senté, tanteé delante mío, pero no encontré nada, ni los libros que siempre había, ni el cenicero que siempre había, ni los adornos que siempre estorbaban, ni el mando que nunca aparecía, ni.... ¡nada de nada!, la mesa estaba vacía, aunque debía estar manchada de algún líquido pegajoso y medio seco ya, quizá recuerdo de lo que sea que ocurriera la noche anterior.

Volví a dirigirme como un bebé gateando hacia donde creí estaría la puerta, pero me encontré con un mueble, lo toque, era ancho, alto, subí su contorno... allí estaba el televisor, sí, y si no recordaba mal, por detrás tenía unos botones para el caso de que se averiara el mando... pues no, no los encontré, además... además... aquel aparato era muy ancho... el mío, bueno, el nuestro, era más pequeño. Lo recorrí y di con un botón en la parte delantera, como los antiguos, lo pulsé pero no hizo nada, tal vez estuviera desenchufado. ¡A la mierda! debía encontrar la llave de la luz. Y lo conseguí, pero no funcionaba, la accionaba, pero nada rompía la oscuridad "¿también se han fundido los plomos?, ¿pero qué coño ha pasado la noche anterior?"... ¡Tracy!, de repente vi su cara ante mi, pero no, era imposible, hacía más de un año que no la había vuelto a ver, era imposible... fue un momento de debilidad que corté inmediatamente "¡Tracy, no, vete de mí!", le insistí como había hecho aquella vez... hace más de un año.

Me sentí desorientado, tenía que salir al descansillo, bajar a casa del Conserje, pero estaba desnudo, lo primero era vestirme. Debía volver a la habitación... "¿Por dónde quedará el pasillo?", encontré una puerta, sentí unas repentinas y horribles ganas de orinar. Tras la puerta, en las paredes, noté el frío de los azulejos... menos mal que Julia había sido tradicional en esto y no quiso paredes de yeso. Pero ¿sería la cocina o el aseo?. Decidí levantarme para buscar mejor y...

Me desperté y noté que en mi pelo había lago húmedo y en el suelo un charco. Lo primero era sangre, poca por suerte, recordé y deduje que debía haberme golpeado al levantarme, me caí y perdí el conocimiento, mientras, mi cuerpo soltó el líquido que la vejiga ya no quiso guardar por más tiempo. Comencé a preocuparme de verdad, esto ya no era lógico "¿hay alguien?" dije casi avergonzándome de mi mismo. ¿Y si lo había? ¿en qué estado me encontraba yo? ¿y la casa? ¿qué pensaría quién me encontrara?... Sollocé de pura desesperación. No sé el tiempo que pasé así, sólo sé que cuando pude pensar con calma deduje que dónde estaba era en la cocina, había un pequeño tendedero interior, por el podría ver la luz, el patio, llamar a los vecinos... pero no percibía la claridad "¿por qué? ¿acaso mi cerebro me engaña?". No, antes debía volver a la habitación.

Saliendo a la izquierda encontraría el pasillo de vuelta, pero a la derecha debía estar la puerta del piso "¿y qué hago? ¿me pongo a chillar como un energúmeno? y si estoy manchado de sangre y es de madrugada ¿qué pensarán los vecinos?" no, mejor voy a intentar saber qué pasa... ¡Julia, por Dios! ¡y las niñas, y mis padres y mis suegros...! "Esto es un mal sueño" me pellizqué con fuerza, como dicen que hay que hacer, pero no pasó nada. Mi cabeza daba vueltas y no por el golpe solamente, mi angustia iba en aumento y las lágrimas se formaban en mis ojos. Lentamente, apoyándome en la pared, me dirigí hacia la habitación, con algún que otro tropezón en los doloridos pies. Toqué las llaves de la luz sin obtener nada positivo, busqué en la cama, la ropa estaba revuelta ¿y mi pijama?...

Entré al baño, aunque no sé cómo llegué, no estaba donde yo esperaba. Tanteando y tirando al suelo alguna que otra cosa, conseguí encontrar la ducha tras golpear con la espinilla lo que supongo sería el inodoro. Me metí y abrí el grifo, el agua estaba helada, pero no me importaba, al menos calmaría el dolor de tantos trompicones. Dejé caer el líquido por mi cuerpo y escuché sonar el teléfono, primero el móvil, hasta tres veces, luego el fijo, otras tantas. Así pues, armándome de valor, intenté reunir todos los datos que tenía al alcance: no podía ser de madrugada, estaba solo, ¿seguro?, no sabía qué me había pasado la noche anterior, pero pronto lo descubriría, siempre que supiera resolver por qué no tenía luz, de cualquier manera no debía asustarme...

¿Y si tuviera un problema aún peor? ¿o si además de las copas tomé algo de lo que no me acordaba y estas eran las consecuencias? ¿sólo o acompañado? ¿debía esperar todo el fin de semana hasta que Julia y las niñas volvieran?, no, si no respondía seguro que Julia, asustada, dejaba a las pequeñas con sus padres y acudía a buscarme... lo malo es que no sé qué se iba a encontrar... Sentía ganas de vomitar, era el pánico que me invadía...

- Señor García ¿necesita algo?

Me sorprendió la voz. No la veía... era una voz masculina, miré hacia donde el instinto me dijo que estaba. Debía tener una expresión muy singular porque sin yo decir nada, él siguió hablando, pero no a mi, sino a otra persona a su lado.

- Se ha meado -susurró una voz femenina.

- Tranquila, no nos oye. Según las últimas pruebas está en su mundo, colgado en un instante concreto.

- Si, lo sé. Lo encontraron desnudo y con pequeñas heridas, vagando por la escalera de su edificio, totalmente ausente. Fue tras conocer que su mujer e hijas habían fallecido en un accidente de circulación, habían ido al pueblo y él no las acompañó. Se quedó trabajando en casa, o eso fue lo que dijo... 

- Ah, por eso debe ser que vuelve la cabeza cuando oye el ruido de un teléfono.

- Sí, así se lo comunicaron.

- Gracia por la información, Tracy. Puedes marcharte ya.


FIN


@ 2021 by Santiago Navas Fernández



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