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lunes, 20 de julio de 2020

SERIE PARQUES Y JARDINES DE MADRID V: FUENTE DEL BERRO Y SANCHO DAVILA



Pues así en principio, el PARQUE DE LA QUINTA DE LA FUENTE DEL BERRO y el Parque de Sancho Dávila poco o nada tienen que ver, pero como hay un momento donde abandonas uno por una puerta y es la misma de entrada al otro, pues vamos a ponerlos juntos, aunque sus diferencias sean muchas, sin menospreciar a nadie ¿eh?.



La Fuente del Berro que da nombre al actual Parque, está anexa a dicho recinto y se puede visitar a cualquier hora, pues no forma parte del Parque. Es curioso que existiendo la calle Fuente del Berro no lejos de allí, se desemboque a ella por la calle Peñascales, desde la Colonia de casas bajas del barrio del mismo nombre, ¡qué cosas! Tampoco esperéis beber de sus aguas porque está ciega, si bien, el líquido que en su caso soltaría, es agua del Canal de Isabel II, consecuencia de las obras de distribución realizada en tiempos de dicha Reina.

 
 
Las primeras noticias sobre acuíferos en esta zona, datan de 1470, aunque su constitución como fuente no sucedió hasta mediados del siglo XVI. El agua que de ella salía, se supone que un viaje del Abroñigal, era "agua gorda" muy mineralizada pero que a los reyes Austrias les gustaba, por lo que se la hacían acarrear hasta Palacio, Felipe IV al constituir el recinto de la Quinta de Miraflores (uno de tantos nombres del actual Parque), dejó fuera de él dicha fuente, para disfrute del pueblo. Carlos II la tomó en cantidad porque su esposa, la reina Maria Luisa, le atribuía propiedades sexuales que al Rey hacían falta; como sabéis, murió sin descendencia, no digo más. Posteriormente Carlos III la cerró para que solo proveyera a Palacio, recibiendo el nombre popular de la "Fuente del Rey". Luego vendría la canalización de Isabel II dicha y, por fin, en 1932, un 22 de junio, Patrimonio Real propone su cesión al Ayuntamiento de Madrid.


El actual PARQUE DE LA FUENTE DEL BERRO, ha sido Huerta, Quinta, Parque de Atracciones para la nobleza, Jardín privado, Residencia Real, etc, hasta que en 1948 la compra el Ayuntamiento de Madrid siendo alcalde el Conde de Mayalde. Siete años antes, se había declarado Bien de Interés Cultural. En 1954 se abrió al público con un Instituto y el Museo Municipal en su antiguo palacete. Pero la historia es más larga:


Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías y conde de Haro, Condestable de Castilla, adquirió varios terrenos en los márgenes del arroyo de Abroñigal (hoy enterrado bajo la M30) para crear una Huerta (del Condestable) o Quinta (de Miraflores, o de Frías y así quedaba más claro quién era el dueño), en definitiva, una explotación agrícola regada por el acuífero, en la cual trabajaban agricultores y ganaderos entregando la quinta parte del beneficio obtenido a su propietario, de ahí lo de "Quinta". Pero por alguna razón, acabó vendiéndoselo a Felipe IV con todos los árboles frutales, cultivos, casa, etc en 1630. Diez años después, el Rey alojaría en la Quinta de Miraflores, que así se llamó, a los monjes benedictinos castellanos expulsados del Monasterio de Montserrat. Y en 1703 aparece doña María Trimiño Vázquez de Coronado, adelantada de Costa Rica, que va y lo compra para cedérselo a la "Obra Pía de los Padres Mercedarios Calzados", tal cual (de hecho en su testamento, legó todos sus bienes a dichos Padres y ella murió viuda, rica y sin descendencia), eso sí, la fuente y los derechos de agua quedaron de dominio Real, tanto que fue entonces cuando Carlos III mandó cerrar la Fuente.


En 1800 la adquiere un tal Martín Estenoz que es el responsable de cerrar su perímetro, alguno de sus muros aún perduran. Y a finales de siglo se construyen dentro los Nuevos Campos Elíseos, un área de recreo para la nobleza madrileña. Se inauguraron en 1900, en sustitución de los anteriores "Campos Elíseos" que desde 1864 figuraban en las confluencias de Goya con Jorge Juan. La nueva versión contará con una torre mirador, una montaña rusa, caballitos, un velódromo, sala del tiro al blanco, ría con estanque y cascada de agua, un restaurante, conciertos, juegos de piñata, etc, pero la alegría sólo duró 2 años, tras lo que salió a subasta. Y desde entonces hasta la adquisición por el Ayuntamiento, tuvo varios propietarios que la fueron transformando, con los Van Eeghen alcanzó una época de esplendor. Pero con la construcción de la M30, perdió un trozo en beneficio del tráfico.


El Parque actualmente es público, con horario de apertura y cierre. Está a varios niveles y tiene un paseo botánico muy interesante, encontrándose en él, numerosas singularidades botánicas: el castaño de Indias, el Almez, el Enebro de Siria, el Ginkgo Biloba (atención a éste, buscarlo, buscarlo...), diversos cedros como el del Líbano, el del Atlas o el del Himalaya, la Secuoya, el Tejo milenario y un largo etcétera de flores, arbustos,... Ya sabéis que si queréis entreteneros en saber más de cada uno, tenéis la aplicación oficial que os citaba en la entrega IV: un alcorque, un árbol. Algunas bajadas están escalonadas con piedra natural, la misma que se ha utilizado en la cascada de agua, al estilo de los jardines ingleses. Y en la zona inferior, la más cercana a la M30, encontramos un estanque aislado que es el recuerdo de una laguna que en sus tiempos formaba ahí mismo el arroyo Abroñigal. No es el único estanque ¿eh?.


Además contamos con un paseo hecho de troncos de árboles cortados. El rincón escultórico dedicado a Gustavo Adolfo Becquer, vecino del barrio. Una estatua que Rusia regaló a España de A. Pushkin, literato que defendió el uso del ruso en la composición de obras en su país, frente a la costumbre de usar el francés por los autores de su época; en reconocimiento, España les obsequió con una estatua de Cervantes. También encontramos otra obra en recuerdo del músico Enrique Iniesta (ni idea ¿verdad?... pues hala, a buscarlo, que sí le han dedicado una estatua, por algo será). Y en la entrada principal, por la calle Enrique de D'Almonte (otro como el músico ¡a ver qué hizo para tener una calle!) encontramos la torre del reloj (con la antigua vivienda de los guardeses a sus pies), los castilletes de la entrada con su reja y una gran fuente donde paraban y daban la vuelta los carros con los nobles que iban al palacete, actualmente Centro Cultural. Pero podéis encontrar más cositas ornamentales que ver: una columna fuente, los palomares, rosas y flores diversas, praderas, miradores... Y por supuesto, pavos reales en libertad. Un par de horitas, ya digo, son sólo 74.200 m2.


En cuanto al PARQUE DE SANCHO DÁVILA, bien podemos decir que es una lengua verde que nos llevaría hasta La Ventas, si no fuera por las cocheras de metro. Destacan sus puentes sobre la M30 que la unen con el barrio de enfrente; el Cohete, una pequeña torre que escalar en el área infantil y sus enormes árboles que dan frescor y sombra a los pisos de la calle del mismo nombre, aislándolos del ruido de la autovía. La información técnica que da el Ayuntamiento, es la siguiente:

Superficie: 43.053 m2
Arboles: Nº total 812
Pino piñonero 30%
Álamo plateado 23%
Ciprés de Arizona 9%
Cedro del Atlas 8%
Arbustos. Nº total 34
Espiria 32%
Rosa de Siria 26%
Adelfa 21%
Macizos arbustivos. Superficie: 10.228 m2 
Hiedra 27%
Vinca 20%
Adelfa 16%

Si al Parque de Fuente del Berro se puede entrar desde Enrique de D'Almonte o desde el lateral de la calle del Alcalde Sainz de Baranda y al Parque Sancho Dávila se puede entrar desde la Plaza de la América Española, ambos están conectados y separados por una reja cuyas puertas cierran, solamente, el primero de ellos dos. 

Todas las fotos son hechas por mí. Como siempre, si queréis ampliar información, os dejo los siguientes enlaces:





P.D.- Próxima entrega: "Jardines secretos en el centro".

@ 2020, by Santiago Navas Fernández

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