El desnivel existente en el talud sobre la M30 se cubrió en la década de los 80 del siglo pasado mediante ajardinamientos arbolados con Pinos generalmente, para separar las viviendas de la autovía y aislar el ruido, si bien no se consiguió en todos los casos, más tarde se instalaron pantallas, pero si paseáis por la zona comprobaréis con horror que la solución ha fracasado. De esas pequeñas zonas verdes con columpios, fuentes y zonas deportivas, surgieron pequeños jardines asociados a la calle donde se encuentran: Ricardo Ortiz y de Antonio Pirala. Y es desde ahí desde donde vamos a comenzar nuestro segundo recorrido por La Elipa.
El PARQUE DE ANTONIO PIRALA, comienza junto a la entrada por la calle de Alcalá con una fuente que lleva el mismo nombre y se dedicó al historiador experto en historia del Carlismo Antonio Pirala Criado (Madrid, 27/03/1824 - Madrid, 22/06/1903), parque que según la web municipal tiene los siguientes datos:
Árboles: 460
Álamo blanco 23%
Olmo de Siberia 13%
Pino piñonero 12%
Paulonia 10%
Arbustos: 58
Boj 35%
Fotinia 30%
Durillo 38%
Macizos arbustivos: 3.147 m²
Hiedra 21%
Espino de fuego 15%
Griñolera 10%
En los años 80 se diseñó este espacio que al inicio de dicho cruce cuenta con varias particularidades, no se construyó hasta los años 90, exactamente en 1992 y se debe a la paisajista Myriam Silber Brodsky (Santa Fé, Argentina, 1958) estudió en la universidad israelí Ben Gurión. En Madrid obtuvo el Máster de Jardinería y Paisajismo de la Politécnica y fue profesora de Jardinería y Paisaje en la Escuela Superior de Arquitectura, además de actuar de Coordinadora de Proyectos en la Escuela de Jardinería de la Quinta de los Molinos. También realizó en Madrid el JARDÍN DE LAS TRES CULTURAS, en el PARQUE DE JUAN CARLOS I (lo vimos aquí). El diseño en este caso, es un jardín pavimentado con ladrillo al estilo de la jardinería neomudéjar, con dos fuentes en los espacios que quedaron entre la M30 y el barrio de Cyesa, la primera de ella es una serie de canales y estanques conectados por los que corre el agua rebosante de una pieza de piedra en lo más alto del Parque y la segunda es una especie de pirámide truncada de cuya cúspide escapa un manantial de agua, como se puede apreciar en la foto al inicio de esta zancada sobre el Parque. No es en vano el reflejo contra la plaza de Toros al otro lado de la autovía.
En ambos tramos ajardinados frente a la Quinta de la Fuente del Berro al otro lado, encontramos sendas pasarelas peatonales. La que está en el centro casi del PARQUE DE ANTONIO PIRALA es la conocida como Pasarela de Ramón de Aguinaga levantada en 2010 mediante una estructura metálica integrada por materiales resistentes como vigas metálicas y hormigón impreso, cuya estética le da un aspecto continuo y compacto en sus 144 metros de longitud y 5 de ancho; tanto la barandilla como sus elementos accesorios están perfectamente integrados en la estructura y no son visibles desde la vía de circunvalación, además, se han ubicado tres zonas de descanso en forma de banco y marquesina.
Y lindando con la zona verde de la calle de Ricardo Ortiz está la Pasarela de la Paz, proyectada en los 70 del siglo pasado por el ingeniero Javier Manterola, y que destaca porque fue la primera atirantada de Madrid y la tercera que se construyó en España. Supuso un hito técnico, tanto por su diseño como por su concepto estructural. La pasarela está compuesta por un dintel formado por tramos prefabricados de hormigón pretensado que suman una longitud total de 130 metros y unas pilas con forma de A con 25 metros de altura. Ambas pasarelas conectan con caminos de los jardines y zonas estanciales de juegos infantiles, calistenia y gimnasia para mayores.
Confluyen en una plazoleta la calle del Alcalde Sáinz de Baranda con la avenida del Marqués de Corbera y la calle de San Maximiliano, las cuales eran una sola antes de levantar la fila de edificios que las separa. El transporte en camionetas pasó a municipalizarse a través de varias líneas ampliándolas (106, 110, 210, etc.). Pero hasta 2007 no se produjo la prolongación de la línea 2 que acababa en Ventas, fue cuando se abrió la estación de Metro de La Elipa, sin embargo, la prolongación hasta Las Rosas no llegaría hasta 2011. La plaza se adorna con la Fuente de La Elipa, un vaso circular que ocupa el centro de la rotonda y sirve de orientación al tráfico, sobre el cual se levantan varios surtidores. El marquesado de Corbera es un título nobiliario creado por Carlos II en el siglo XVII que actualmente ostenta el también conde de Mayalde, hijo del que fue alcalde de Madrid que casó con la marquesa de Corvera, puede que de ahí venga la idea de nombrar así a la calle, pero obsérvese la fluctuación entre "b" y "v" que, a nuestros efectos, no tiene mayor trascendencia.
Al lado se encuentra el Dragón de La Elipa que en sus tiempos estaba hueco, los niños, entrando por la cola llegaban a la boca por donde se deslizaban por un tobogán, con el tiempo se cerró, en 2008 exactamente ante su deterioro, e incluso se planteó su derribo pero la acción de los vecinos lo evitó. Su origen está en el año 1981 cuando el alcalde Tierno Galván realiza una serie de actuaciones para dinamizar los barrios más abandonados, de hecho, no muy lejos de allí se ubicaron un pulpo, una tortuga, etc. del mismo "pelaje". El Dragón se convirtió en referente para el barrio, ubicado en un pequeño jardín que aún se conserva aunque ahora está repleto de mesas de merendero a la sombra de buenos Pinos. Es de esa época el eslogan "la Elipa si que flipa" que se encuadra dentro de la Movida Madrileña con aportación de varios grupos musicales entre los que destaca Burning, formado en 1974. Y otros de muy diferentes estilos. Asciende la avenida de Marqués de Corbera arbolada en sus respectivas aceras y con mediana donde unos arbustos van marcando el sentido del tráfico.
A sus respectivos lados se levantan los bloques de aquellas construcciones realizadas en los años 50 del siglo pasado, como la "colonia de las 720 viviendas" promocionada por la Obra Sindical del Hogar, sencillas y abiertas, para dar cobijo a la fuerte inmigración proveniente del campo, transformando las chabolas en bloques, obra de 1962 por los arquitectos Manuel Ambrós y Alfonso Quereizaeta. Entre ellos se crearon espacios que una vez urbanizados, han dado lugar a pequeños jardines, la confluencia de bloques ha obligado a poner a la entrada carteles identificativos para encontrar el sentido de las calles pues éstas se retuercen sin lógica aparente. En la calle que lleva el bonito nombre de Santa Felicidad, encontramos el Centro Cultural La Elipa que antes fue el cine La Elipa, levantado en hormigón y con un patio de butacas en forma de embudo hacia el escenario. El edificio remodelado se encuentra junto a unos curiosos adosados y una gran plaza con bares y comercios, centro vivo del barrio, donde jardines con Plátanos de Sombra, Pinos y arbustos encuadran paseos y juegos infantiles junto a la plaza de Santa Aurelia. Como ésta hay otras áreas de descanso y juegos que paseando encontraremos entre los bloques, islas con buen arbolado que fueron diseñadas junto con el barrio, incluidas unas torres que se añadieron posteriormente al dicho proyecto. De esta misma época son otras torres que se encuentran al inicio de la calle del poeta Blas de Otero, o la de Santa Genoveva y María Teresa Sáenz de Heredia. En las fotos sobre este texto, aparece el parque sin nombre de la calle de Gerardo Cordón, entre edificios más modernos.
@ 2024, by Santiago Navas Fernández
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