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miércoles, 18 de septiembre de 2019

LA DECISION DE FIFÍ



(y la economía que nos afecta)

Fifí es portada de la prensa rosa, vive en los platós de televisión y en las fiestas de copete, animado conversador y divertido anfitrión, es un emprendedor sin dedicación conocida e hijo de don Fefé, “inversor”. Un día decide que quiere una de esas carísimas motos exclusivas y super potentes. Así que toma una decisión y se va a ver a un conocido empresario del sector, muy amigo de don Fefé y se lo planta así, sin más, que ya se la irá pagando poco a poco.




Don Pimpón, el empresario, que no se ha hecho de oro regalando nada, “se lo ve venir”, pero como es hijo de su amigo y socio en algunas cosillas, no se puede negar. Y entonces se acuerda de que ese día tiene cita con don-Dolaretis, el banquero, para estudiar la apertura de nuevos nichos de negocio conjuntos, dicho en su lenguaje; en versión “para nuestros accionistas y prensa”: abrir vías de diversificación de las inversiones para poner los stocks al alcance del consumo de las capas más humildes de trabajadores, o sea, lo que en lenguaje de la calle viene a ser “a ver cómo hacemos para sacar lo que no vendemos y encima ganarle dinero”.

- Dame un par de días que te voy a traer el último grito en “jarlis” –le dice a Fifí.

Así que don Pimpón se sienta a comer con don don-Dolaretis y le propone un negocio: financiar a través de su Banco las ventas de productos minoristas de sus tiendas. ¿Ventajas? Para el banquero que está especializado en ello, dar créditos a los asalariados que compren, ya que ahorrando mes a mes nunca lo van a conseguir, el interés y las comisiones serán su ganancia. Y para el empresario, colocar sus productos más y mejor e incrementar la producción de sus fábricas.

Don-Dolaretis que tampoco ha llegado a donde está regalando rosas por la calle, se da cuenta de la jugada: él pone el dinero para la compra del producto y si el asalariado no paga, él pierde el dinero, pero también es verdad que mientras el asalariado trabaje, devolverá el dinero y los intereses; bien calculado, puede ser un pico y medio. Así que no parece mal negocio. Y dice que sí.

- Por cierto amigo Dolaretis, te tengo que presentar a don Fefé, te va a encantar y podréis hacer buenos negocios juntos, ya verás. Mira, para empezar, resulta que su hijo… -y blá blá blá, le coloca el primer préstamo sobre la moto “del niño” que, lógicamente si no paga, lo hará el padre. ¡Tururú!.

A las oficinas del Banco de don don-Dolaretis les llueven los préstamos de asalariados a porrillo. Sus activos crecen y sus pasivos más. Ese año consigue un dividendo escandaloso. Pero llega la Autoridad Económica, con su mostacho negro y le dice: “señor Dolaretis, tiene usted ya más préstamos dados que depósitos para garantizarlos, está usted en riesgo de quiebra”, o sea, lo de la prima. Así que el banquero decide crear una “financiera”, es decir, una empresa de préstamos especializada, aún más, en asalariados, pero anónima, para que no haya líos. Y le entrega a cambio de un módica cantidad, que curiosamente casi coincide con el capital social aportado, todos esos préstamos que no están muy claros, guardándose los mejores, incluido el de Fifí, éste por deferencia hacia don Fefé.. 

Por cierto, que el niño, tal y como preveía don Pimpón y se figuraba Dolaretis, no paga, ni el primer plazo siquiera. Pero no importa, ya lo sacan por otro lado. Por que Dolaretis ha aprovechado la bonanza para expandir el negocio realizando inversiones en varios sectores emergentes, tradicionales y en el extranjero; ahí es donde le aprieta la china del zapato, que aquí va como una moto.

Pero llega la crisis, como si de repente se hubiera levantado un día por sorpresa y con una mala uva que asusta. Se suben los tipos y las comisiones, se vende menos, se reduce el circulante, bajan los beneficios y llegan los despidos, porque “es la única manera de salvar la cuenta de resultados”. Don Pimpón se queja de que sus fábricas fabrican más que lo que sus tiendas venden. Dolartis se queja de que la gente no le paga. Y la financiera no se queja de nada, simplemente da en quiebra. ¡A ver quien paga la fiesta!

Así que un día Dolaretis se indigna y se va a comer con don Pimpón, don Fefé y algunos más y declaran que de seguir así las cosas quebrarán, teniendo que retirarse a las Bahamas a vivir de los ahorros que tienen en el paraíso fiscal y eso es muy aburrido, estar todo el día tirados en la hamaca sin un negocio que llevarse a la boca. Así que llaman al Gobierno y le dicen: “vamos a quebrar y todos los asalariados irán a la calle y a cobrar el desempleo ¿tienes para pagarlos?”. Nones.

Y el Gobierno dice: “señores asalariados, estamos en crisis, tenemos que apretarnos el cinturón, de momento ni pagas extra, ni subidas de sueldo y ya veremos los jubilados… ” Y con dicho ahorro, se cubre el pufo de la financiera y se crean planes de incentivación para que don Pimpón venda sus excedentes y a través de don Dolaretis fluya el circulante en forma de préstamos subvencionados (el Estado pone la pasta, pero el préstamo es gestionado por el Banco que cobra los intereses) a través de un novedoso “plan R-ICO”.  

Como además a los asalariados les han cambiado su antiguo trabajo por otro nuevo pero igual cuya única novedad es que ganan menos, comprueban que ya no llegan ni a mediados de mes, pero “el ingenioso caballero de la oronda figura” dice: “tranquilos, recortaremos los días del mes para que os llegue el sueldo, a partir del que viene, los meses serán de 15 días, así habrá dos eneros, dos febreros, etc. Y como las pagas seguirán siendo 12 hasta el fin de la crisis, tendréis que guardar algo para el segundo mes del mismo nombre”. A lo que muchos asalariados aplauden enloquecidos “¡Viva don Politicarbón que nos da la solución!”.


Conclusión: la decisión de Fifí nos ha costado a todos una crisis y lo que venga. 

@ 2019, by Santiago Navas


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Nochebuena en casa de don Fefé, pulsa aquí.

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