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martes, 25 de febrero de 2020

LA VENTANA (y IV)



EL  ÚLTIMO  DÍA


Clara llegó a trabajar con unas grandes ojeras que no podía disimular más con su maquillaje, el motivo era que Ana no había podido (o querido) quedarse más noches con ella. Y entonces, todo volvió a comenzar de nuevo al poco de llegar sola al apartamento cada día. La sombra, la mujer, el sillón, la media sonrisa oculta en la oscuridad que la miraba… ¡y el teléfono! Pero la noche anterior había sido peor, casi no pudo pegar ojo, por fin se había decidido a hablar con aquél hombre misterioso y apenas durmió pensando cómo hacerlo y qué decirle.

Llevaba una semana así. Cuando supo que su amiga no iba a volver más, Clara había valorado la opción de llevarse a alguien cada noche a su casa, para no estar sola, pero dudaba que su cuerpo quisiera aguantar ese trajín, además que no le apetecía en absoluto flirtear. No le apetecía salir de cacería y con alguien de la oficina ni pensarlo, luego todo sería chascarrillos y su carrera se estaba encaminando muy bien como para introducir elementos de distracción. Las ojeras no debían ser problema, al contrario, aprovecharía para hacerlas valer como que a pesar de encontrarse estresada y pasar una noche horrible, era capaz de ir a trabajar y rendir como siempre.


martes, 18 de febrero de 2020

LA VENTANA (III)




UNA  NOCHE  DE  CHICAS


- Pues hija, no sé. De aquí no creo que sea… -le respondía Ana.

- Desde luego yo no le he dado el teléfono a nadie, ni siquiera a Personal, total, lo único por lo que lo tengo es por mi madre, para el resto ya tengo mi móvil y el de la empresa.

- Oye ¿y cuándo te lo pusieron, quién les abrió la puerta del apartamento?

- Uf, no quería decirlo, pero ¿tu te acuerdas que pedí permiso para ir al dentista porque me dolía una muela? Pues ese día fue. Lo que pasa es que para que me pusieran el teléfono fijo, no me pareció una razón suficiente cogerme un día.


martes, 11 de febrero de 2020

LA VENTANA (II)



El  TELÉFONO


- ¿Y qué pasó del “homre sombra”?

- Pues no lo volví a ver más. Sabe Dios quién sería.

- Bueno, ya sabes que hay gente para todo -las dos compañeras seguían tecleando mecánicamente, en realidad en su trabajo apenas les daba tiempo de hablar durante el turno, pero una vez adquirida la práctica, les era fácil mantener algún tipo de conversación entre ellas en medio de su tarea de transcribir lo que recibían por otro conducto, montar las páginas que luego verían los clientes o traspasar los emails a los lugares adecuados.

- ¿Y del teléfono qué pasó al final?


martes, 4 de febrero de 2020

LA VENTANA (I)



EL  ATICO


- ¿Te han puesto ya el teléfono?

- No, la verdad es que aún no lo he contratado -ambas compañeras siguieron tecleando en su ordenador sin mirarse. El día estaba claro, a pesar del frío. Por los enormes ventanales del décimo piso sólo se veía la autovía a sus pies y el parque que se abría al otro lado; más allá, los aviones despegaban y aterrizaban constantemente sin que el rugido de los motores les llegara gracias a los cristales tan gruesos, infranqueables, aislantes y que no se podían abrir, de los modernos edificios de oficinas.

Clara se había mudado de la habitación del hotel de 2 estrellas donde se había alojado desde que llegó del pueblo, tan solo hacía un mes, a un pequeño piso de alquiler que se le comía bastante más de la mitad del sueldo, pero al menos tenía la intimidad que en el hotel le faltaba. No era fácil encontrar piso en Madrid y más si se buscaba una zona con relativas características, para una chica joven, de prometedora carrera en una gran empresa del entorno financiero, sola sin familia y que no le implicase un desplazamiento diario demasiado largo, además que tuviera servicios básicos, pero sin aglomeraciones ¡ah, y unas buenas comunicaciones con el resto de la ciudad! Así que tuvo que elegir entre lo poco que había disponible.


viernes, 24 de enero de 2020

LA VENTANA (un cuento original, por entregas)


A partir desde el primer martes de febrero y todos los sucesivos martes, la historia LA VENTANA saldrá publicada en este blog mediante entregas, lo que equivale a capítulos, aunque sea una historia corta. Ya sabes: 4 de febrero, 4 entregas, 4 desarrollos, una sola historia, dos vidas...

Una historia fantástica a la luz de la luna llena que entra por una ventana cualquiera de una comunidad de vecinos de Madrid. Donde, como es lógico, la verdad de lo que ocurre y sorprende a su protagonista, no se descubre hasta el último momento, que dará comienzo a su vez, a una nueva historia, completamente distinta. Fantasía e intriga, inquietud y el retrato de una juventud que se abre camino al mundo, el pasado tomará cara y sentido por fin, gracias a las casualidades que la vida nos presenta como hechos anónimos. Tal vez una mano en el más allá, decide qué debe seguir a qué, para llegar a la conclusión que decide nuestros destinos.

Cada día, al volver a casa, cansada del trabajo... Su madre nunca quiso venir a Madrid y así morirá... ¡odiándolo!

Idea original y no publicada en ningún otro sitio. Suscríbete al blog (en el recuadro de la columna izquierda, es gratis) y cada vez que se publique algo, recibirás un aviso en tu email.


@ by Santiago Navas Fernández