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viernes, 28 de junio de 2024

PASEOS POR LOS PARQUES Y JARDINES DE MADRID CLXII: LA CALLE DEL GENERAL RICARDOS Y SUS ALREDEDORES 1/3.


Tengo el vago recuerdo de que cuando oí nombrar esta calle por primera vez, se me vino a la mente la Guerra de la Independencia de 1808, el por qué no lo sabría explicar, pero el caso es que me llamó la atención ese supuesto nombre propio hecho plural, sin embargo, tan solitario. Por circunstancias me tocó recorrer algún tramo hace unos años y fue entonces cuando me propuse prestarle más atención, observar sus edificios y conocer un poco de su historia. Casi paralela está la calle del Camino Viejo de Leganés, mientras que el trazado actual casi coincide con la antigua carretera de Fuenlabrada, la cual cambió su nombre a carretera de Carabanchel en 1859, en todo caso acababa (en su nueva denominación, o más bien comienza si hacemos caso a la numeración de las casas) frente al Puente de Toledo (leer su historia aquí). El viajero que iba hacia la Villa de Madrid tenía la visión del puente, luego la plaza de Pirámides con sus monumentales Obeliscos (de los que conocimos aquí) y tras ella, el antiguo Paseo de los Ocho Hilos (llamado así desde finales del XIX por sus cuatro hileras de árboles en cada lateral), que desembocaba en la Puerta de Toledo (leer su historia aquí), figuraos la impresión que un viajero de finales del sigo XIX o principios del XX recibía al acceder a la capital.


Hay que advertir que Carabanchel era una población muy importante al otro lado del río Manzanares que abarcaba también los actuales distritos de Usera y Latina más o menos, estaba dividida secularmente en dos ayuntamientos, Bajo y Alto, los carabancheles, tan antiquísimos que cuentan con restos prerromanos hallados en el entorno de la Parroquia de Nuestra Señora de la Antigua, el edificio más "viejo" de Madrid (cuya historia descubrimos aquí), y que se asienta sobre la Ermita de la Magdalena de origen visigótico. Los carabancheles también se conocían por Suso y Yuso, que en latín significa arriba y abajo, formando a lo largo de la historia dos poblaciones, el Alto se llegó a conocer como el Vaticano español por la gran cantidad de conventos que albergó mientras que el Bajo se hizo más industrial y abandonó la agricultura; en 1750 el Marqués de la Ensenada los cita en el Catastro como "realejos" dependientes de Madrid, pero conservaron sus propios Ayuntamientos hasta que en abril de 1948 fueron "absorbidos" por la ampliación de la capital. En cuanto al origen del nombre, hay varias teorías pero nos quedamos con la más simpática, la que lo asocia a "garbanzal" y realmente era apreciado el garbanzo de los carabancheles, con eso unido al Cocido como plato típico, cerramos el círculo; aunque la teoría más técnica nos dice que todas las palabras que comienzan por CAR provienen del indoeuropeo "kar", que significa piedra, llamándolo así por ser terreno pedregoso (¡ideal para el garbanzo!, volvemos a lo mismo). Sea como sea, los carabancheles habitados desde mucho antes que el municipio de Madrid, se convirtieron en un lugar de provisión de frutas, hortalizas y ganado hasta que su buen clima atrajo las miradas de los nobles y ricos de la capital, que se fueron poco a poco desplazando a este lado para sobrellevar los calores estivales. Y fruto de ello también fue su desarrollo gracias a las fincas de recreo que fueron sustituyendo a las de labor.

En 1900 las autoridades, competentes o no, deciden cambiar el nombre de la Carretera de Carabanchel por la de General Ricardos ¿pero quien era el tal? Pues Antonio Ramón Ricardos y Carrillo de Albornoz (Barbastro, Huesca, 12/09/1727 – Madrid, 13/03/1794) fue militar del Arma de Caballería que alcanzó el grado de Capitán General. De familia militar, desciende de un miembro de la Real Marina Inglesa que castellanizó su apellido y de la nieta del duque de Montemar, capitán general y conquistador de Orán. Su larga trayectoria militar con éxitos notables, el estudio de la estrategia y su labor como miembro del Arma de Caballería, sus dotes de ilustrado, divulgador y profesor, organizador y reformador, le hicieron acreedor a un reconocimiento plasmado en esta calle, que viene a ser como una especie de Gran Vía del distrito. Miembro de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y poseedor de la Gran Cruz de la Orden de Carlos III, le vemos en este cuadro que Goya realizó hacia 1793, cercano ya a su muerte, que le fue regalado por su viuda a Manuel Godoy. La pintura se conserva en el Museo del Prado.

La carretera convertida en calle y el paso de población agrícola a lugar residencial de nobles y ricos, junto con negocios florecientes de hostelería, convierten la vía en un lugar muy concurrido. El banquero Enrique O´Shea, en 1876 hace cálculos y le resulta rentable establecer una línea de ómnibus hasta la plaza Mayor de Madrid que provenga desde Leganés atravesando el lugar, y así lo hace, en ese momento ni la calle de Toledo estaba edificada, ni había tampoco nada destacable hasta más o menos lo que hoy es la plaza de Oporto. El tranvía subía desde Madrid al núcleo de Carabanchel Bajo tras pasar la Puerta Bonita y su paso ayudó a que los campos de alrededor de la carretera se llenaran de casas. Comenzaron siendo  coches de 46 asientos tirados por caballos que comenzaban su recorrido a las 6,30 de la mañana y hasta las 9 de la noche, con unos precios en función del recorrido, siendo el más caro de 1 peseta, para hacernos una idea y aunque no fuera exactamente así, he puesto la imagen de un transporte de este estilo sobre este párrafo. En 1890 se redujo el servicio a dos viajes diarios además de sustituirse por tranvías de vapor que alcanzaban los 20 km/hora ¡una auténtica locura! Poco después los alcaldes de ambos carabancheles reclaman más servicio por la demanda de la gente pero también porque los días que hay festejo en la plaza de toros o en San Isidro, hacen falta más vehículos si quieren que llegue mucha gente. Por cierto, que dicen que fue la línea 8 ya una vez constituida la Empresa Municipal, la que subía a Carabanchel y a mediados de mayo se llenaba de chulapos y chulapas hacia la Pradera de San Isidro, y de ahí derivó la expresión "ser más chulo que un 8", por la cantidad que transportaba el tranvía. Por cierto que nos pillan muy cerca los parques y la pradera del Santo que recorrimos aquí y aquí, respectivamente.

Pero no todo son buenas noticias, con la llegada de la maldita Guerra Civil, Carabanchel se convierte en frente de batalla y la destrucción arrasa el barrio (un triste testimonio es la foto sobre este párrafo). La necesidad de dar cobijo a tantas gentes que se han quedado entre los escombros, hace que se creen planes especiales para la zona y se inicie la reconstrucción casi inmediatamente. Arquitectos destacados de esta solución son Luis García de la Rasilla, Luis Alemany Soler, Luis Villanueva Echevarría y Felipe Pérez Somarriba. Y con una rapidez prodigiosa, el régimen dictatorial de Franco se lanza a impulsar esta solución que se postula como ejemplo de la nueva ideología, para lo que dinamiza la aprobación de un plan específico que dejó a lo largo del recorrido y alrededores de la calle General Ricardos, tres ejemplos como tres cagadas de mosca en un plano, ejecutados a partir de los años 40 y de trazado similar.

Y una vez ubicados para saber qué vemos, comenzamos nuestro recorrido desde la plaza del Marqués de Vadillo, donde en 1942 se aprueba el dicho plan de construcción de viviendas "dignas y suficientes", sostenidas por soportales formando un arco que mira hacia Madrid, en un estilo que recuerda vagamente al Reich, de austeridad herreriana, con piedra natural para asemejarse al cercano Puente y que fueran un legado de orgullo paras las futuras generaciones, asentados sobre la antigua barriada de San Dámaso. Con este compost y varios técnicos a su disposición, García de la Rasilla se lanza a levantar lo que ahora podemos ver y que se repetirá en otros puntos de forma calcada, edificios que forman un gran conjunto y con entradas a las calles de Antonio López, Antonio Leyva, Quince de Mayo o Emperatriz Isabel.

Precisamente a la espalda de una de esas manzanas encontramos la calle Lola Membrives, dedicada a Dolores Membrives Fernández (Buenos Aires, 28/06/1885 - Buenos Aires, 31/10/1969), actriz de padres españoles que recibió sus estudios escénicos en Madrid donde debutó, luego se marchó a Argentina durante varios años y alcanzó notoriedad, regresando a España en diversas ocasiones. Actriz de carácter, interpretó a los mejores autores del momento como Benavente, los Machado, García Lorca, etc. Entre diversos reconocimientos está la placa que vemos, una sala en el Teatro Lara, un Teatro en Buenos Aires, la medalla de Isabel la Católica, la Medalla al Mérito en el Trabajo, etc. De seguir por esta calle llegaríamos al barrio de Comillas, el cual visitamos aquí poco antes de que el Ayuntamiento de Madrid lo arrasara indolente.

En la otra acera de la calle de Lola Membrives hay un edificio con una especie de parque interior accesible y soportales abiertos a General Ricardos, donde se encuentra un área de juegos infantiles a la sombra de Pinos piñoneros, y la iglesia de San Miguel Arcángel, cuya advocación fue traída en 1911 desde su anterior ubicación en la antigua iglesia del solar donde figuraba desde 1202 por lo menos y hoy está el Mercado de San Miguel. De escaso valor arquitectónico, realizada en estilo neo románico, sufrió los avatares de la Guerra Civil, tras la cual la Dirección de Regiones Devastadas se hizo cargo de su recuperación en 1940, usando el ladrillo con semejanza al neo mudéjar de la cercana Santa Cristina (que visitamos aquí) aunque más integrada en su entorno con una gran fachada a la calle principal y su espectacular torre campanario.

Y siguiendo la estela de los cambios de los tiempos, apreciamos cómo se han ido levantando nuevas viviendas en antiguos solares o a costa de antiguas casas bajas y otras edificaciones. La mezcolanza se aprecia mejor enfrente de esta iglesia, en el Centro Municipal de Atención Integral Neurocognitiva Dr. Salgado Alba, calle Armengot, que tiene una zona más moderna y otra más de época rodeada de unos escasos pero lucidos jardines sombreados por Pinos Carrascos, cuyo origen estará en la abundancia que de ellos hubo en un tiempo pasado en la zona como supimos al recorrer el reconstruido MADRID RÍO. Mientras que el escaso arbolado de la calle General Ricardos hasta aquí, consiste en Parasoles de China, una especie de la familia de las Malváceas que levanta hasta los 15 metros con su hoja caduca parecida a la del Arce.

Y vamos a acabar a la sombra de un pequeño jardincillo en la esquina con la calle Sallaberry, donde se ha aprovechado un pequeño solar para construir una isla contra el calor, acompañada de juegos infantiles, salvando el desnivel con la calle a su espalda. Estas pequeñas instalaciones que se suceden ocasionalmente, junto con un deseable arbolado viario de calles tan concurridas como la del General Ricardos, me parecen un uso de la ciudad que la dignifica, ojalá fuera más abundante y nota común en todos los barrios. Un solar contiguo, hace las veces de zona de mascotas sin estar expresamente acondicionado para ello, seguramente porque sus dueños lo guardan para un futurible especulativo, es la otra cara de la moneda.

Y hasta aquí por hoy. En nuestro próximo paseo, llegaremos a la Colonia Tercio y Terol, ubicada dentro del entorno de la nueva planificación del barrio tras la contienda bélica.


@ 2024, by Santiago Navas Fernández.

Para ver más de esta serie por la calle General Ricardos y alrededores.

-) Pulsa aquí para ver el paseo por la Finca Vista Alegre;

-) Pulsa aquí para ver la Colonia Tercio y Terol y el Jardín de Jennifer Hermoso.

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