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viernes, 28 de abril de 2023

SERIE PASEOS POR LOS PARQUES Y JARDINES DE MADRID CXVI: EL REAL JARDIN BOTANICO DE MADRID, 1ª ZANCADA.



La imagen que encabeza esta Zancada es del cuadro titulado "el Jardín Botánico desde el Paseo del Prado" realizado al óleo entre 1792 y 1799, que figura en la colección del Museo del Prado, sala 093, obra de Luis Paret y Alcázar, cuya biografía podemos leer en la propia web del Museo pinchando aquíHay quien lo llama JARDIN BOTÁNICO DE CARLOS III y no le falta razón, pero su verdadero nombre no está ligado oficialmente a ninguna persona, ni siquiera a Fernando VI, el inspirador de su creación. Vamos a ahondar un poco en su origen. Como ya contamos en nuestras rutas por la SENDA REAL (ver aquí) y la SENDA FLUVIAL DEL MANZANARES (ver aquí), a las que me remito para comprender su importancia, pero también a la historia de la DEHESA DE LA VILLA (ver aquí), el lugar que hoy conocemos como la isla de Migascalientes donde se ubica la estación de compostaje, fue un lugar de referencia para las ganaderías que llegaban a Madrid por la orilla del Manzanares, con buen terreno de pastos y agua fresca servía al engorde antes de entregar las reses al matadero, mientras los pastores recuperaban fuerzas con buenas hogazas, vino y embutidos, por su cuenta o en una Venta que dicen que existió en el lugar por donde corría la Senda citada y cuyo plato principal eran las migas calientes, así pues "amigo Sancho, su nombre bien pudiera proceder del tal manjar". Este enclave natural y privilegiado lo usaría Fernando VI para ubicar el Jardín inspirado por José Quer, pero antes de eso y para comprender la importancia de la Botánica debemos remontarnos un poco en la Historia. Vamos a ello.


Uno de los grandes botánicos españoles fue Andrés Fernández Velázquez Laguna, más conocido como Andrés Laguna, o simplemente, el Doctor Laguna (Segovia, 1499 - Guadalajara, 1559), médico, historiador y botánico de prestigio que debido a su carácter Humanista, se adentró en diferentes facetas de la sabiduría en busca de la ciencia y alejándose de las leyendas y fantasías, de hecho se cuenta de él una anécdota muy curiosa: siendo médico del duque de Lorena en Metz, éste enfermó y desde las autoridades se acusó a unos ancianos de haberle hecho brujería mediante un ungüento que guardaban en su casa, Laguna entonces tomó la pomada y se lo aplicó a una mujer que padecía grave insomnio, la cual cayó en profundo sueño lleno de alucinaciones, con lo cual demostraba la inocencia de los supuestos brujos y la nula relación con la enfermedad del duque, no obstante, los jueces quemaron a la supuesta anciana bruja, siendo fruto la sentencia más de la ignorancia que de otra cosa. Su obstinación por la ciencia lo demostró en sus libros de divulgación y traducciones, como la del Dioscórides, “Acerca de la materia medicinal, y de los venenos mortíferos” (Amberes, 1555), dedicada al príncipe Felipe. El doctor Laguna acumuló una importante colección de conocimientos de botánica a lo largo de sus viajes por toda Europa donde residió en las principales Cortes y Universidades de su tiempo, llegando a hacerlo en casa del embajador español en Venecia, Diego Hurtado de Mendoza; finalmente en 1557 volvió a España y fue nombrado médico de Carlos I y luego de Felipe II, del cual consiguió que creara un Jardín Botánico en Aranjuez, el primero del reino. Por si os interesa ampliar información, os dejo el enlace a su biografía en la Real Academia de la Historia.

La Historia de la Botánica está ligada al conocimiento del medio y la forma de relacionarse con el ser humano. En la Península podemos remontarnos al siglo I para encontrar a Columela, un agrónomo andaluz que describió la agricultura en doce tomos más otro dedicado a árboles; San Isidoro de Sevilla, entre los siglos VI y VII, dedicó en sus “Etimologías” parte a la descripción de plantas y los conocimientos en torno a ellas, llegando a una clasificación al respecto. La Agricultura y la Medicina son la fuente de información de la Botánica y en esos siglos, la aportación de los árabes y judíos se hace patente en numerosos escritos y tablas agrícolas. Figuraos lo que fue para la botánica el descubrimiento de las nuevas tierras en 1492, Felipe II mandó al médico Francisco Hernández a recopilar los conocimientos de los indígenas en Nueva España (Méjico). Luego apareció el doctor Laguna. Es muy renombrado el botánico Clusio por su viaje por España y Portugal que recopiló en un libro editado en 1576 y titulado “Historia de algunas plantas raras encontradas en España y Portugal”, formado de octavillas donde se incluyen 225 figuras, y que dos siglos después serían usadas por Linneo para componer su “Species Plantarum”, un libro que pretendía recoger todas las especies conocidas a la fecha y que incluía por primera vez su denominación en latín con dos nombres, el de la especie y el del género, tal como usamos hoy. Carlos Clusio (Arrás, Francia, 1525 - Leiden, Países Bajos, 1609) se relacionó con médicos españoles como Arias Montano, Rodríguez Zamorano, Juan Castañeda, Plaza, etc.

Por no alargarnos demasiado, sólo citaremos en el siglo XVII a la familia Salvador de origen barcelonés que reunió varias generaciones de farmacéuticos que recopilaron plantas y/o acompañaron a botánicos en sus diversos viajes por España, llegando a catalogar hasta 2.200 de las existentes que sabemos ahora que son más de 6.000; su herbario se conserva en el Jardín Botánico de Barcelona (vista virtual pinchando aquí). De su escuela salió por ejemplo Juan Minuart, nacido en 1693 en Barcelona, fue seguidor de Linneo y llegó a ser catedrático en Migas Calientes, su herbario desapareció en un triste incendio. Y ahora sí: Fernando VI mandó construir el Jardín Botánico del Soto de Migas Calientes en 1755 donde ordenó trasladar el antiguo de Felipe II ubicado en Aranjuez, muy lejos de la Corte, y puso al frente a José Quer y Martínez (Perpiñán,1695 – Madrid, 1764). Médico militar y botánico nos dejó “Historia de las plantas que se crían en España” donde ordena por orden alfabético las especies recopiladas en cuatro volúmenes, aunque su novedosa obra quedó relegada a un segundo plano al no contener la denominación implantada por Linneo con el que mantuvo cierto enfrentamiento, hasta que años después Casimiro Gómez Ortega (1740-1808), completó con dos volúmenes más ya elaborados en el estilo mundialmente aceptado. El herbario de Quer se encuentra en el Jardín Botánico de Ginebra, su biografía también podemos verla en la Real Academia de la HistoriaSobre estas líneas, estatua realizada en 1860 por Andrés Rodríguez, ubicada en el paseo Alto de Casimiro Gómez.

A la muerte de Quer le sustituyó Miguel Barnadez, médico de Carlos III nacido en Puigcerdá en 1708 y que ocupó el cargo hasta su fallecimiento en 1771. Adoptó la nomenclatura de Linneo y creó una escuela de la cual salieron Celestino Mutis, Antonio Palau y el mencionado Casimiro Gómez, que le sustituiría. Su hijo del mismo nombre, sería nombrado segundo catedrático en 1793, cuando ya el Jardín se había trasladado a su actual ubicación. Carlos III ordena en 1774 la construcción de un nuevo recinto en la zona del Salón del Prado y asume el proyecto Sabatini y luego Villanueva, del traslado participaron el entusiasmo del conde de Floridablanca tanto como la laboriosidad del director mencionado Casimiro Gómez. No podemos olvidar que se encuentra en el entorno del Observatorio Astronómico y del Real Gabinete de Historia Natural, que se convertiría en el Museo del Prado. Y que actualmente se encuadran dentro del Paisaje de la Luz.

Pero volvamos a cierto orden cronológico. El siguiente director fue Antonio José Cavanilles y Palop (Valencia, 1745 – Madrid, 1804), científico ilustrado, botánico y naturalista español, que tomó posesión desde 1801 hasta su fallecimiento. Formó a profesionales como Simón de Rojas y Mariano Lagasca (que asumiría la dirección en 1815), usó los métodos de Linneo, reorganizó la institución sistematizando y acrecentando los herbarios hasta las 12.000 especies, así como las colecciones de plantas vivas, semilleros y biblioteca; gracias a sus contactos con científicos internacionales como Alexander von Humboldt, Aimé Bonpland y Carl L. Willdenow, el JARDÍN BOTÁNICO DE MADRID adquirió gran relevancia en la escena científica europea. A su muerte legaría su herbario, dibujos originales, biblioteca y manuscritos que aún se conservan entre otros muchos. Además de sus publicaciones científicas propias, es cofundador de una de las primeras revistas, Anales de Historia Natural, en 1799 y que en 1801 cambiaría su nombre por el de Anales de Ciencias Naturales. Sobre estas líneas estatua realizada en 1865 por José Pagniucci Zúmel, ubicada en el paseo Alto de Casimiro Gómez y que fue restaurada en 1998 de los deterioros sufridos durante la Guerra Civil.

Y llega la invasión francesa y la Guerra de la Independencia que, como todas las guerras, sirve para el sufrimiento de la mayoría y el enriquecimiento de unos pocos. Al Real Jardín Botánico le tocó ser de los que sufrieron. La dirección fue entregada a un “afrancesado” que tuvo que salir por patas detrás de José I Bonaparte, momento en el que asumió la dirección Mariano Lagasca y Segura (Encinacorba, 1776 – Barcelona, 1839), médico trastocado en botánico, discípulo de Cavanilles, no quiso asumir la dirección hasta 1815 pero con la llegada del absolutismo fue él quien tuvo que huir apresuradamente perdiendo sus herbarios, continuó con sus trabajos en Londres y Jersey. Tras 11 años de exilio regresó en 1834 y volvió a asumir la dirección del Jardín Botánico hasta su fallecimiento. Sobre estas líneas estatua realizada en 1865 por Ponciano Ponzano Gascón, ubicada en el paseo Alto de Casimiro Gómez y que fue restaurada en 1998 de los deterioros sufridos durante la Guerra Civil.

En 1857 era director Mariano de la Paz Graells y de la Agüera (Tricio, Logroño, 1809 – Madrid, 1898), médico, naturalista y político español autor de importantes reformas como la terraza superior y la estufa fría (ver foto superior), pero también la implantación de un pequeño zoológico que durará doce años hasta su traslado al Retiro con el siguiente director Miguel Colmeiro. En 1886, un ciclón derriba 546 árboles de gran valor. En 1882 parte del terreno asignado al propio Jardín sería cedido para otras construcciones que tras diversos proyectos nos dejaría la actual Cuesta de Claudio Moyano (abierta como calle de los Libreros en 1893) y el actual Ministerio de Agricultura concebido como Palacio de Fomento, obra del arquitecto Ricardo Velázquez Bosco del cual se cumple este 2023 el centenario de su muerte. Los años sucesivos transcurren sin novedad pero con la incidencia de los diferentes acontecimientos del inicio del siglo XX, en particular la Guerra Civil que dejó sus huellas en el interior, las estatuas y la reja que lo rodea, una parte se derrumbó y también quedaron restos de balas en sus barrotes. A finales de 1939, el Jardín pasa a ser una dependencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Tres años después es declarado Jardín Histórico y cinco más tarde Monumento Nacional.

En 1974 debido al deterioro acumulado a pesar de tanto nombramiento, fue cerrado al público para realizar una restauración en profundidad buscando la vuelta a su modelo original, duró hasta 1981 que los Reyes de España lo re-inauguran y vuelve a abrirse al público. Doce años más y los Reyes vuelven para inaugurar el invernadero de exhibición. En 2005 amplió su espacio expositivo en 1 hectárea en la zona superior que conformará la cuarta terraza. Y en 2021 se restauró la verja y el pasillo externo del Paseo del Prado, despejándolo para permitir el caminar de viandantes, además se arregla el banco de piedra corrido, acometiendo posteriormente los emparrados y otros elementos interiores cerca del Pabellón Villanueva (sobre estas líneas).

En su origen constaba de 10 hectáreas que tras la segregación de finales del siglo XIX se quedó en las 8 hectáreas actuales. Se inauguró rodeada de verja elaborada en hierro guipuzcoano de Tolosa, que se asienta sobre granito tallado y con pilares por tramos, restaurada en 2021. Con dos entradas, la Puerta Real, obra de Sabatini que da al Paseo del Prado, muestra un arco triunfal en riguroso clasicismo a pequeña escala, con tres huecos, el central de medio punto flanqueado por dos columnas dóricas sobre plinto y los dos huecos laterales menores y adintelados, sobre el central descansa un entablamento en arquitrabe, friso, cornisa y una lápida donde aparece una inscripción latina en la que destaca el nombre de Carlos III; además y posteriormente se añadió una verja de hierro y en el interior figuran dos garitas de piedra y planta circular y abovedadas, coronadas por un chapitel con bola. 

Y la Puerta de Villanueva que da a la plaza de Murillo frente al Museo del Prado y que es la que se utiliza actualmente; se trata de una edificación con dos pabellones laterales de medio punto y en el centro entre ellos un vano adintelado subdividido por dos columnas de orden toscano, todo ello realizado de forma lisa y sencilla en piedra berroqueña.

El Jardín, cuyo plano de 1875 vemos sobre este texto, quedó estructurado en tres terrazas que salvan la inclinación del terreno, las dos más bajas están igual que cuando fueron creadas, son las de los Cuadros y las de las Escuelas Botánicas, y la tercera más alta, que fue reformada en el siglo XIX, se denomina Terraza del Plano de la Flor. En la remodelación de 2005 se añadió la cuarta Terraza, la de los Laureles, que dijimos antes. Además se dotó con semilleros, estufa, almacén, etc. y el Pabellón Villanueva, obra del mencionado arquitecto real, con un criterio más estético que científico que acogería la biblioteca, herbarios y aulas, hoy también dedicado a exposiciones temporales. Actualmente además, el Jardín Botánico edita diferentes publicaciones y revistas especializadas y celebra actos diversos en sus espacios, tanto de carácter particular como también públicos, por ejemplo las “Luces del Botánico” o las “Noches del Botánico” entre otras muchas actividades. Guarda numerosas colecciones, herbarios, más de 30.000 títulos en su biblioteca y numerosos archivos provenientes de colecciones particulares donadas, precisamente el primer catálogo editado de dichos volúmenes fue realizado por el bibliotecario citado Simón de Rojas Clemente y Rubio (Titaguas, Valencia, 1777 – Madrid, 1827), que lo fue en dos períodos distintos y reconocido como la más alta autoridad en la ciencia de la ampelografía entre otras muchas cosas más que podéis descubrir en la Real Academia de la Historia. Debajo, foto de la reproducción de la estatua original realizada en 1998 por Carlos Ferreira de la Torre, ubicada en el paseo Alto de Casimiro Gómez, encargada a José Grajera Herboso en 1864 que fue destruida durante la Guerra Civil.


Si os acordáis cuando conocimos las diferentes Acequias de Madrid en el capítulo sobre el CANALILLO, ver aquí, citamos que el tramo del Este tuvo un ramal que bajaba por la Castellana hasta surtir de agua al Retiro y al Jardín Botánico, pues este es. Y ahora que ya conocemos la historia del REAL JARDIN BOTANICO DE MADRID, es hora de entrar a conocerlo, pero como este artículo ha quedado un pelín largo, vamos a recorrerlo en una segunda parte, ver aquí. Y en otro hablaremos de su Rosaleda y sus árboles singulares, ver aquí.


@ Santiago Navas Fernández


2 comentarios:

  1. Muchas gracias por tu amplia información. Muy interesante.

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    1. Las Zancadas de Santi Navas30 de abril de 2023, 11:03

      Gracias por leer. Un saludo, seguimos!!

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