Con este paseo acabamos de recorrer el barrio de Valverde del distrito de Fuencarral - El Pardo, que hemos ido conociendo tras visitar Las Tablas, Fuencarral y Begoña en paseos sucesivos. En estos últimos dos casos tomamos como referente lo que fue la antigua carretera de Francia, que venía desde lo que hoy es Bravo Murillo y seguía en dirección norte; dicha calle la conocemos bajo la denominación de Nuestra Señora de Valverde, de ahí el nombre del barrio. Por tanto y aunque se encuentre fuera del propio barrio, vamos a empezar por el Santuario de Nuestra Señora de Valverde que es donde está el origen de tal denominación.
Dicen algunos historiadores que el culto a Nuestra Señora de Valverde ya existía antes de la llegada de los árabes en el 712, incluso hay quien habla de "saqueos" y "quema" de iglesias por los musulmanes y claro, para aderezarlo, dice que la imagen de la Virgen fue escondida durante la dominación y apareció ¡en fin! coincidiendo con la fecha de la construcción del Santuario en el 1242. Ya comentamos cuando hablamos del antiguo pueblo de Fuencarral, que Felipe II se hizo ferviente seguidor de la Virgen, en concreto a partir de 1595 cuando el Concejo y vecinos le ofrecieron el Patronazgo de la Ermita incluyendo las tierras que lo rodeaban, pero con una condición, la de construir allí un monasterio. El monarca acepta pero pasa el encargo a su secretario, don Juan Ruiz de Velasco, y a su esposa, que se quedan con el Patronazgo de Valverde, con cierto disgusto de los lugareños. Pero no hay cuidado porque el secretario entrega a los Dominicos el espacio para que el arquitecto Francisco de Mora (discípulo de Juan de Herrera, el de El Escorial) construya el deseado monasterio al que da su beneplácito el Arzobispo de Toledo, máxima autoridad religiosa entonces. Con la muerte sin descendencia del único hijo de don Juan Ruiz en 1641, el Patronazgo pasa a manos de los monjes. En 1723 don Juan Bautista de Iturralde y Gamio, gracias a la influencia de su confesor que era dominico, obtiene el permiso para construirse una "casita" donde hacer "estadías" puntuales en el Patronazgo; pero se ve que se le fue la mano, porque la cosa acabó en Palacio de dos plantas, sótano y jardines que, eso sí, le dio grandiosidad al lugar. Felipe V crea el marquesado de Murillo a favor del mentado en 1739, la casita-palacete adquiere la condición de Palacio oficial de los marqueses que ya residían allí de hecho y que, además, tienen lugar reservado en la iglesia a la que entran por un pasadizo privado. Cierto es que el señor de Iturralde, navarro baztaniano de gran Fe, llevaba más de tres años financiado las obras de mejora y engrandecimiento del lugar. Tanto prestigio da al lugar, que siete años después se hace la presentación en el recinto de los 9 tomos que recogen la obra completa de Fray Luis de Granada. En la foto de debajo el Palacio y la Iglesia, después Santuario, en buen estado tras sucesivas rehabilitaciones.
En 1809, bajo reinado de José I, se suprimen los conventos y los monjes abandonan el lugar que es vendido por el Estado a un francés llamado Federico Crossat, hasta que con el regreso de Fernando VII volvió a manos de los monjes. En 1836 la desamortización de Mendizábal da lugar a la exclaustración de los dominicos y tras varias vicisitudes, en 1863 se cede la propiedad al pueblo de Fuencarral que así lo reclamaba. Pero tan solo cuatro años después, Rafael Reinoso esposo de Dolores Muñoz, descendiente de los primeros patronos (don Juan Ruiz de Velasco) solicita a la reina Isabel II la reversión de las tierras y monasterio al Patronato de Velasco, lo cual le es concedido en 1873. A finales del XIX varios edificios habían sido derribados y del resto, salvo la iglesia, estaban en estado ruinoso; en 1885 el marques del Pico de Velasco ordena el derribo del eremitorio pero el Ayuntamiento lo impide. Y en 1918 la Audiencia Territorial de Madrid confirma la propiedad a la familia Reinoso.
Y llegamos al capítulo final. En 1990 se crea la Hermandad de Nuestra Señora de Valverde que reclama la propiedad de la finca frente a los herederos de la familia Reinoso. La solución vendrá cuando se desarrolle el PAU de Montecarmelo, donde se integra la ermita y la finca, pasando a ser suelo dotacional, por lo cual ningún edificio puede ser derribado, a cambio, se entrega a los herederos, unos solares en el propio PAU citado y en el de Las Tablas que, por supuesto, son de gran valor económico. Al pasar a manos del Ayuntamiento de Madrid, prospera la solicitud de BIC que estaba pendiente desde 1977 y que es concedida en julio de 2021, la Hermandad se hace cargo de la iglesia que había sido declarada Santuario Diocesano en 2012 por el Arzobispo de Madrid, máxima autoridad religiosa correspondiente.
¿Cómo se originó esta advocación? Pues como casi todas, a través de una leyenda que la Fe hace posible y que se repite en múltiples lugares. Veamos. Dicen que en el lugar llamado Cuesta del Cuervo, donde solían parar los pastores con sus rebaños, lo cual supone que debía reunir ciertas condiciones propicias a tal fin, el 25 de abril de 1242 (para ser exactos) amaneció con un extraño brillo que a mediodía se convirtió en un resplandor que inquietó a las bestias y cegó a los pastores, hasta que la Virgen misma hizo acto de presencia, y esto hila con la supuesta aparición de su imagen. Corrieron los pastores a avisar a los vecinos del pueblo que, como veis en el mapa, cerca no estaba; "repicaron las campanas", se supone que en la que hoy es la Parroquia de San Miguel, y la gente acudió en procesión hacia el lugar de los pastores donde la talla de la Virgen había aparecido, los vecinos interpretaron que esa luz manaba como reconocimiento a la gran fe popular, así que tomaron en hombros la imagen y la trasladaron a su Iglesia. Sin embargo, días después desapareció del interior del templo y la población salió en tromba a recorrer caminos en busca de supuestos ladrones, la encontraron en el lugar de su aparición; los aldeanos la retornaron a la iglesia y fijaron turnos de vigilancia para evitar un nuevo robo, no obstante, la venerada imagen volvió a desaparecer, vuelta a buscarla y vuelta a encontrarla donde se había aparecido la primera vez en la Cuesta del Cuervo, así que interpretaron que es que la Virgen misma quería que allí alzaran un templo en su honor, y en agradecimiento la Virgen misma hizo manar un pozo de aguas curativas que estuvo dando agua todo lo que duraron las obras de construcción, secándose a su fin. Se conserva el brocal dentro del Santuario (ver foto sobre este texto).
Allí estuvo la imagen hasta su desaparición en 1936 aunque esta vez no se había ido sola y, de hecho, jamás volvió a aparecer. Cuentan las crónicas que se trataba de una talla de madera de álamo negro y chopo que un tal padre Fito trajo ex profeso, para constituir la oración a Nuestra Señora de Valverde en 1242 (coincidiendo con la aparición de la imagen, el inicio de la construcción del templo y el nacimiento de la leyenda). Una fotografía antigua que se conserva, muestra una talla que recuerda de lejos a Nuestra Señora de Montserrat en su concepto artístico. No debe extrañar las incongruencias o similitudes de ésta u otras leyendas iguales, si razonamos que casi todas las advocaciones marianas aparecieron durante los años de la edad de expansión y asentamiento del catolicismo, pues se necesitaban referentes religiosos a los que dirigir sus plegarias a nivel local, siempre bajo el visto bueno de la Iglesia que administraba y autorizaba dichas historias a través de personal dedicado a promover dichas leyendas.
Y una vez conocido el origen del nombre administrativo del barrio, vamos a regresar al lugar del título de este paseo para conocer sus circunstancias.
Comencemos por la urbanización "Nuevo Toboso", la realización de la fantasía de dos soñadores, el arquitecto Casto Fernández-Shaw Iturralde (Madrid, 1896 - 1978; hijo del famoso libretista de zarzuelas, Carlos Fernández-Shaw, algunas tan conocidas como La Revoltosa, La Vida Breve y La Venta de Don Quijote, ésta con música de Ruperto Chapí) y del ginecólogo Fernando Luque, que fue el impulsor de la idea de hacer una urbanización inspirada en el pueblo manchego que se recoge en el Quijote, El Toboso, y darle a las calles ese tipismo y nombres que identificaran la obra de Cervantes, a la cual Casto era muy aficionado además. Ya en 1934 Fernando Luque le había encargado el edificio de su clínica, así que compartían sueños y en 1956 comenzaron su aventura que concluyó en 1960 con la presente Urbanización, destaca el molino concebido quizá como edificio de oficinas que se convirtió en vivienda del guarda, coronado por una alegoría de don Quijote y, enfrente, un monumento dedicado a Dulcinea de El Toboso rematado con un globo en la zona alta donde unos hierros simulan rayos como si éste fuera el mismo Sol. El proyecto incluía diferentes casas unifamiliares (entre ellas la residencia del propio Luque) de estilo manchego a base de ladrillo y paredes encaladas principalmente, con una proyección para crear un restaurante, un hotel, edificios de oficinas y viviendas, etc. pero no llegaría a realizarse ante la muerte del promotor en 1967.
A mediados de los 90 del siglo pasado se inició la construcción del barrio de Tres Olivos que se prolongó hasta principios del siguiente, encuadrado fuera de los proyectos de PAU originados tras el PGOU de 1997 que dio lugar a barrios como el vecino de Las Tablas o Sanchinarro, absorbió a la urbanización de Nuevo Toboso citada y, de hecho, continuó con la tónica de nombrar las calles del barrio con denominaciones que recuerdan el Quijote. A las usadas de Alonso Quijano, Caballero de la Blanca Luna, Ínsula Barataria, Princesa Micomicona… se sumaron las de Aldonza Lorenzo, Bella Altisidora, Caballero de la Mancha, Caballero de la Triste Figura, Caballero de los Espejos, Caballero de los Leones, Campo de Calatrava, Campo de Montiel, Cardenio, Casildea de Vandalia, Condesa Trifaldi, Cueva de Montesinos, Dorotea, Ingenioso Hidalgo, Luscinda, Reino de Candaya, Retablo de Melisendra, Rocinante y Sanchica.
En abril de 2007 se abrió la estación de metro de Tres Olivos, posterior a la de Fuencarral y anterior a la de Montecarmelo, con la curiosidad de que en ella es necesario el cambio de tren por una razón muy peculiar, que a partir de ahí las siguientes estaciones son más cortas y se usan metros de menor longitud por abaratamiento de coste y porque se calculó que la demanda no iba a ser la misma que en el resto de la extensa línea 10. Está ubicada frente a las zonas deportivas y el PARQUE DE SANTA ANA que vamos a ver ahora.
La información básica de este Parque según la web municipal es la siguiente:
Superficie: 19.913 m2
- Árboles: 383
Arce 16%
Plátano de sombra 44%
Ciprés de Monterrey 15%
Tuya oriental 6% - Arbustos: 18
Ciruelo rojo 72%Lilo 17%
Ciprés de Monterrey 11% - Macizos arbustivos: 792 m2
Romero 21%
Espino de fuego 20%
Rosa de siria 9%
El Parque cuenta con todos sus caminos empedrados. Tiene numerosas pistas deportivas a su alrededor ocupando un gran espacio que baja hasta la carretera de Colmenar y cuenta con una zona infantil muy amplia. Además hay un Mirador sobre el propio entorno y que por encima de dicha carretera observa Montecarmelo y los muros del Monte de El Pardo al fondo. En los días adecuados se celebra un mercadillo en su entrada principal, calle San Cugat del Vallés 4.
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