En realidad, el barrio de Malasaña es como el de Salesas, una parte de un barrio mucho más grande y que hunde sus raíces en un hecho histórico. Se encuadra dentro del barrio administrativo de Universidad que a su vez es parte del distrito Centro. Y se delimita entre las calles Fuencarral y San Bernardo por un lado, y las de Carranza y Gran Vía por otro, más o menos, pero sólo a nivel turístico. Hay quien afirma que es el barrio de Maravillas y que cambió su nombre por el citado a raíz de los acontecimientos del 2 de mayo de 1808, por eso su territorio llegaría hasta la calle de San Vicente Ferrer únicamente, aunque nuestra ruta va a ampliarse un poco hasta la paralela calle del Espíritu Santo. También hay quien dice que el barrio de Maravillas es el actual conocido como barrio de Universidad cuyo origen está en la congregación religiosa que adoptó a Nuestra Señora de las Maravillas (un tipo de flor, por cierto) mientras lo de Malasaña procede de la joven heroína caída el día del alzamiento de Madrid contra la invasión francesa auspiciada o permitida por los enfrentamientos entre Fernando VII y su padre Carlos IV. En todo caso, vamos a intentar aquí, conocer el entorno de Manuela Malasaña y el 2 de mayo.
Pero vamos a ver qué dice la Historia conocida y aceptada. Madrid crecía desde el establecimiento de la ciudad como capital; Felipe IV de España y III de Portugal (Valladolid, 8 de abril de 1605 - Madrid, 17 de septiembre de 1665) fue conocido como «el Grande» o «el Rey Planeta», reinó desde 1621 en España hasta su muerte y en Portugal hasta 1640, y fue en ese período cuando se levantó la nueva Cerca de Felipe IV para ampliar Madrid (de la cual queda visible un pequeño tramo que visitamos, ver aquí), moviendo las puertas de la villa hacia el norte que pasaron a ser: la Puerta de Fuencarral, próxima a la actual glorieta de San Bernardo; la Puerta de las Maravillas, al final de la calle de San Andrés; y la Puerta de los Pozos de la Nieve cerca de la actual glorieta de Bilbao. En los terrenos intramuros, entre los caminos que surgieron en dirección a Fuencarral se crearon una serie de calles y manzanas de casas ubicándose una Cruz en la que es la calle del Espíritu Santo desde el siglo XIX, antes calle de Buenavista. Y hacia mediados del XVII se levantó la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, que vemos en la foto sobre el texto y que procede del Museo de Historia de Madrid, así como el Convento anexo hoy desaparecido y el Arco de Monleón.
La Cruz que se ubicaba en lo que hoy es la plaza de Juan Pujol, desapareció en el siglo XIX, siendo este espacio un "rastrillo" popular por el cual se ha reclamado por parte de los vecinos, al menos, recuperar el nombre. De momento figura en una parte de ella, justo como vemos en la foto sobre este texto, hay un cartel con ese nombre sobre las pinturas murales. De árboles ni hablamos, apenas unos pocos ocupan el espacio. En la esquina de la calle del Espíritu Santo con la de San Bernardo, se encuentra el Palacio de Parcent o de los Siete Jardines, levantado en 1728 según proyecto del arquitecto Gabriel Valenciano, pasó por diversos dueños hasta que en 1940 fue adquirido por el Estado y en 1995 fue reconocido como Bien de Interés Cultural (lo vimos en nuestro recorrido por el CAMINO DE SANTIAGO, ver aquí).
En la esquina de San Andrés con San Vicente Ferrer, se conservan los azulejos del antiguo Laboratorios/Farmacia Juanse que, según el propio grabado, data de 1892. Los cuales fueron tapados con yeso tras la guerra civil para evitar pagar el impuesto sobre publicidad implantado por el franquismo, así hasta los años 60. En un tiempo no muy lejano a nuestros días, fueron vandalizados como tantos otros lugares y paredes, por estúpidos que pretenden llamarse grafiteros, insultando un tipo de arte mural serio e importante. Los azulejos se instalaron hacia 1920, obra del ilustrador, pintor y ceramista Enrique Guijo, sobre grandes paneles policromados y con cenefas de "cuerda seca" en marcos de lacerías y otros recursos tradicionales; a veces curiosos y divertidos, publicitaban remedios farmacéuticos relacionados con los males y enfermedades de la época.
Un poco más abajo y en la esquina con la calle de la Palma está la antigua Fábrica de Hielo "La Industrial". Cuya historia comienza con su creación en 1908, cinco años después compraron dos inmuebles que fueron derribados para levantar las construcciones que ahora vemos, destinadas a fabricación, almacenes, oficinas y cocheras, según proyecto de Críspulo Moro Cabeza, Luis Sainz de los Terreros Gómez y Manuel Luxan Zubay. Estuvo hasta 1983, cuando la propia empresa emprendió la construcción del edificio actual de viviendas y oficinas conservando las fachadas de la antigua fábrica, la que da a San Andrés completamente de ladrillo visto; con reforma a cargo de Manuel y Braulio Peña Arribas.
Y ya que estamos en la calle de la Palma, llamada así tal vez en recuerdo del arroyo del Palmeral, veamos otras curiosidades. Por ejemplo en el número 11 estuvo la casa del chocolatero Matías López, cuya curiosa historia ya conocimos en otro recorrido, pero vamos a recordarlo. Don Matías se estableció en Madrid en 1844 trabajando por cuenta ajena, ahorró y montó su propia marca de chocolates, pero para introducirla en el mercado siguió una táctica inédita: mandaba a familiares y amigos a chocolaterías a preguntar si tenían "chocolates Matías López" que eran los que querían, la respuesta era la esperada, y pocos días después se pasaba él como representante y conseguía los pedidos. Llegó a crear una marca que se expansionó por Europa y América a nivel de las grandes de la época, haciendo sombra a las mismas marcas suizas. Pero no sólo eso, destacó entre otros hitos, por otorgar grandes beneficios sociales a sus empleados que no existían entonces en ninguna otra empresa, hasta el punto de que se dice que "inventó" la seguridad social y los fondos de pensiones.
Casi enfrente, en el número 10 se encuentra el edifico de la Real Fábrica de Velas, levantada por el arquitecto Manuel de Vera en estilo neoclásico en 1788 por expreso deseo de Carlos III, para abastecer a los espacios reales exclusivamente. Una gran producción dada la cantidad de gente que trabajaba en Palacio y los sitios Reales, además de proveer para actos oficiales, fiestas, etc. Pero con la llegada del gas, la producción disminuyó al tiempo que la fábrica se abría al público en general, para aligerar gastos. Y en 1834 la regente María Cristina mandó su cierre y subasta. Pero continuó su producción en menor medida hasta 1918, año en que la electricidad se extendió ahogándola, mientras, había funcionado con el nombre de Real Oficio de Cerería La Palma tras ganar la subasta el comerciante Federico Carducho que trasladó la producción a otro local más pequeño. Mientras que el edificio fue vendido al citado Matías López el cual instaló allí su fábrica de chocolates. Y de ahí pasó por otros usos hasta el día de hoy, del cual sólo se conserva la fachada.
También esta calle de la Palma se convirtió en un icono de La Movida Madrileña, un movimiento musical y cultural que tuvo su impulso en la política aperturista municipal con el alcalde Tierno Galván en los años 80. Salas como La Vía Láctea, El Penta, Madrid Me Mata o El TupperWare a la que han seguido otras como La Chica de Ayer, María Puñales, La reina lagarta, etc. han marcado su sino. Igual ha pasado con antiguos comercios, que se han ido renovando y aún se conserva alguno con solera e "indumentaria" de entonces.
Pero bajemos curioseando por la calle hasta encontrarnos con la calle del dos de mayo, así denominada desde 1840. Antes fue la calle de San Pedro Nueva, así llamada cuando se construyó el Cuartel de Monteleón, pues antes era la calle de la Cruz, cuyo tramo en dirección a la calle Carranza, se dedicó al teniente Ruiz, aunque sólo se le puso el apellido en un exceso de confianza en que todo el mundo sepa, con solo verlo, que se refieren a este personaje, el cual tiene su estatua realizada por Benlliure no muy lejos de aquí, en la plaza del Rey, lo vimos en otro reciente paseo, pincha aquí. En definitiva, en la calle citada, al principio es donde está la entrada a la Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, Santos Justo y Pastor, el nombre de la Virgen le viene porque sostiene a un niño Jesús encontrado entre las flores del jardín conocidas como "maravillas".
Según todos los indicios y por no eternizarnos, Nuestra Señora de las Maravillas se instaló junto a la iglesia de San Antón sita en la calle de la Palma hacia 1616. Ocho años después se funda el Convento de las Carmelitas Calzadas Recoletas de San Antonio Abad y allí va a parar la imagen que dará nombre al lugar. Felipe IV las toma bajo su protección y comienza la construcción de la iglesia, inaugurada en 1647 tras trabajar en ella Cristóbal de Aguilera primero y Alonso Carbonel después. Sufre varias reformas y ampliaciones, así como los rigores de la Guerra de la Independencia dada su vecindad con el Cuartel de Monteleón. Hasta que en 1869 las Carmelitas son expulsadas y el Convento demolido en beneficio de la ampliación de la plaza del dos de mayo.
Así pues, la plaza del 2 de mayo se levantó sobre el antiguo Cuartel de Monteleón, el Convento de las Maravillas y algunas casas sueltas. Sólo el primero de esos tres derribos es consecuencia directa de la dicha guerra y de él sólo se conserva el Arco de entrada junto a las estatuas dedicadas a los dos héroes, Daoiz y Velarde. En realidad dicho arco es el de entrada a la finca del Palacio de Monteleón, levantado hacia 1690 por los duques de tal nombre, parece ser que nietos de Hernán Cortés, tras derribar una finca de campo anterior; contaba con un inmenso jardín italiano con una gran fuente de mármol en el centro y un interior lujoso, con unas escalinatas como las famosas de El Escorial. En 1723 sufre un terrible incendio y en 1803 se vende al Estado que construiría el citado Cuartel acabado a finales de 1807, o sea que no duró un año apenas. El monumento responde a la iniciativa de Fernando VII, pero sufragado por el Cuerpo de Artillería; encomendado al escultor Antonio Solá en 1822 en mármol de Carrara. En 1831 llegó de Roma a Madrid y se expuso en el Museo del Prado, quince años después pasó al Parterre del Retiro, regresando al Museo, de donde salió en 1869 hacia la confluencia de las calles Carranza y Ruiz, donde estuvieron diez años. Nuevamente fue conducido a la plaza de la Moncloa y, por fin, en el año 1932 fue instalado definitivamente en la plaza junto al Arco de Monteleón en memoria de los militares Luis Daoiz (1767-1808) y Pedro Velarde (1779-1808), que también fueron puestos a calles colindantes a la plaza. Es necesario hacer referencia aquí a que los monumentos relacionados con el levantamiento del dos de mayo de 1808 proliferan por Madrid y otras poblaciones, como por ejemplo el CEMENTERIO DE LA FLORIDA junto al Parque del Oeste (ver aquí), el Monumento al Pueblo del Dos de Mayo de 1808 junto a los Jardines de Ferraz (ver aquí), el Obelisco del Paseo del Prado (con el pebetero siempre encendido), etc. En esta plaza podemos disfrutar de un buen arbolado de Olmo, Castaño de Indias, Almez, Ciprés, Catalpa, etc. de las que encontraremos más ejemplares por las calles, es particular el Olmo y el Aligustre.
Justo al lado, se nombró una calle con el apellido Manuela Malasaña, que a su vez da el segundo nombre al barrio, como estamos viendo. Manuela Malasaña Oñoro (Madrid, 10/03/1791 – Madrid, 02/05/1808) vivía en la calle de San Andrés con sus padres, cerca de donde están hechas las fotos sobre este texto. Debía ser muy conocida en la zona pues su muerte causó mucho revuelo. No se sabe bien cómo fue pero se especula con que a la vuelta del taller de costura donde trabajaba, unos soldados franceses quisieron abusar de ella y se defendió con las tijeras de cortar "sobrantes"; otra teoría la ubica ayudando a los militares de Monteleón desde un balcón y aún otra habla de que fue encarcelada por guardar un arma en su casa; también se la sitúa ayudando a su padre, pero hay constancia de que éste ya había fallecido para entonces. El caso es que se convirtió en un símbolo, una heroína casi anónima pues no se tiene ni un retrato fiable de ella, a la que la tradición regaló el nombre popular al "barrio de Manuela Malasaña", simplificado en su apellido. Y además, era hija de un panadero de origen francés, afincado aquí ¿Qué más quieres? Dejo bajo estas líneas un imaginativo retrato de ella.
Justo en la esquina de que hemos hablado y como una referencia más hacia la diferencia entre la ficción y la realidad, nos encontramos con el Teatro Maravillas, inaugurado en 1889 con la obra de Ruperto Chapí "Las hijas de Zebedeo". En 1919, tras obras realizadas por el arquitecto Alfonso María Sánchez-Vega Malo, cambió su nombre por Cinema Madrid, alternando las obras teatrales con la proyección de películas. En 1921 dirigió una ampliación José Espelius Anduaga. Tras la Guerra Civil se especializó en la "revista". En 1979 se vio afectado por una bomba, pero aguantó hasta 1999 y un año después fue derrumbado y se reconstruyó con menor tamaño cediendo terreno a otros usos comerciales. Reabrió sus puertas en 2005 bajo la dirección de Pedro Larrañaga.
@ 2024, by Santiago Navas Fernández
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