Enrique III de Castilla "el Doliente" (Burgos, 1379-Toledo, 1406, ver biografía en Real Academia de la Historia), mandó construir en 1405, un "cazadero" en el actual lugar de El Pardo, reflejado con más o menos exactitud en el cuadro "Vista de la torre de la Parada" de Félix Casteló en 1640, que se exhibe en el Museo de Historia de Madrid, cuya reproducción encabeza esta Zancada. Llegar a él se hacía por un camino denominado SENDA REAL (de la cual tenemos por ahí un artículo que puedes releer si pinchas en el nombre) que atravesaba los montes de encinas donde abundaban venados y que era conocido desde Alfonso X (Toledo, 23/XI/1221-Sevilla, 4/04/1284), habiéndose encontrado referencias escritas en tiempos de Alfonso XI (Salamanca, 13/08/1311 - Gibraltar, 26/03/1350). Puede que el nombre de "el Pardo" que tenía el monte donde se ubicaba, se extendiera a todo el territorio que hoy así conocemos, y sea una derivación del propio "parador de caza" según expone el doctor y catedrático en Filología latina y Paleografía griega Gregorio de Andrés (ver biografía aquí) en su libro "Las cacerías en la provincia de Madrid en el siglo XIV según el “Libro de la Montería” de Alfonso XI", claro que hay quien afirma que se debe a la presencia de "osos pardos" o incluso al color que le da la gran presencia de encinas. ¡A saber! Cuenta la prensa rosa que Enrique III se hacía acompañar de su pariente doña María de Albornoz para solaz de ambos en los ratos de descanso, cuentan que incluso el rey ofreció al esposo de su prima, que lo era, nombrarle Maestre de Calatrava si se separaba de ella, pero eso a nuestros efectos, solo sirve para entretener el camino con chismorreos de varios siglos anteriores (¿habéis visto "Juego de Tronos"?, pues no os cuento más).
Desde 1405 El Pardo se convierte en sitio real, es decir, pasa a dominio de la Corona. De ahí que Enrique IV transforme el pabellón de caza en Castillo. Carlos I, primer Austria aunque con esencias de Trastámara por parte de madre, actuó por influencia de su hijo, futuro Felipe II, y en 1547 mando transformar el castillo en un Palacio prototipo de alcázar castellano dotándole de cuatro torres en las esquinas, portón y patio interior porticado en torno al cual giraba la vida de sus moradores; fue decorado al gusto de los Austria con cuadros de Sánchez Coello y Tiziano entre otros, pero un desgraciado accidente ocurrido en 1604 acaba con el edificio y enseres. Felipe III ordena reconstruirlo coincidiendo en fechas con la edificación del Convento de los Padres Capuchinos o Convento de Nuestra Señora de los Ángeles, hacia 1612, que contiene el famoso Cristo Yacente obra de Gregorio Hernández (o Fernández, según, ver biografía aquí) que en el siglo XX sería encerrado en una urna obra del orfebre Félix Granda. Primero como estructura provisional y luego como lo vemos arriba, no fue acabado hasta 1650 con proyecto del arquitecto Juan Gómez de Mora; sufrió el derrumbe de la iglesia durante la invasión francesa, levantada años después por Isidro González Vázquez y sufrió también el saqueo de la colección pictórica real, quedando hoy en día sólo algunas obras de Ribera, Bartolomé González, Lucas Jordán y Francisco Rizi, de éste es el altar. Hay que visitar también la talla de la Divina Pastora, enfrente del Cristo, obra de Mariano Bellver y Collazos, disfrutar de las vidrieras y visitar la fuente de agua bendecida sita en el exterior de la fachada.
A la llegada de los Borbones, el cambio apuntó hacia el afrancesamiento (¡pues no haberlos votado, si no te gustaban!) al igual que en otros Palacios. Felipe IV amplió la Torre de la Parada donde albergó notables obras de arte y Felipe V cambió los cuadros por tapices aduciendo que lo encontraba lúgubre. Fernando VI lo declaró Real Sitio (¿pero no lo era ya?, pues no sé, cosas de reyes). Y por fin, con Carlos III comienzan a construir casas para los empleados del real lugar, conformándose así el inicio de la pobalción como tal, además de remozar el edificio transformándolo en el Palacio de El Pardo, según encargo al arquitecto de su confianza, Sabatini (año Sabatini), en 1772. Convertido en residencia ocasional de diferentes reyes, en él murió Alfonso XII en 1885, y en él Alfonso XIII impulsó un campo de experimentación y cultivos agrícolas.
Lugar real, no es raro encontrarse con ilustres que lo han habitado a lo largo de su historia, así el mismo Goya llegó a residir allí (debía ser un pelín "culillo" de mal asiento este hombre, porque también vimos que se quedaba de vez en cuando en "la Casa de la Vieja" del Jardín de EL CAPRICHO, ver aquí); no fue el único artista, pues el dramaturgo, poeta, periodista... gaditano, Carlos Fernández Shaw falleció aquí en junio de 1911 (su biografía en Real Academia de la Historia). En el Palacio hicieron noche antes de la boda, las futuras reinas María Josefa Amalia de Sajonia, casada con Fernando VII en 1819; María Cristina de Habsburgo-Lorena, esposada con Alfonso XII en 1880; y Victoria Eugenia de Battemberg, que lo sería de Alfonso XIII desde 1906. En 2003 celebrarían su compromiso Felipe VI y la actual reina Leticia Ortiz. Pero no olvidaros de que hubo una Guerra Civil, durante la cual el palacio funcionó como Cuartel Militar del Ejército Republicano que se dedicó a proteger la entrada a la capital por el norte, el antiguo "Orfanato" dio cobijo a tropas de la Brigada Internacional que intervino en el frente de la Ciudad Universitaria, que son los actuales acuartelamientos de la Guardia Real, por cierto, tienen un museo muy interesante. Desde 1940 el Palacio fue residencia del dictador Franco hasta su muerte en 1975 y a partir de ahí, se dedicó a hospedar a insignes mandatarios extranjeros de visita oficial en España.
El REAL SITIO DE EL PARDO pasó a convertirse en población en el siglo XIX como municipio perteneciente al partido judicial de El Escorial (otro real Sitio Real), viéndose incrementado por nuevas viviendas y la coqueta colonia Mingorrubio que da nombre también a las amplias praderas colindantes y las que ocupan la trasera del cementerio local y la presa, fue construida para alojar al personal al servicio de la Jefatura del Estado, rodeada de amplias praderas verdes, ajardinada en sus calles y con una "parroquia castrense" como eje central. Pero en 1951 El Pardo con sus colonias "fue absorbido", como tantos otros municipios, por la ampliación de Madrid, pasando posteriormente a ser un barrio del distrito de Fuencarral-El Pardo, eso sí, el barrio más extenso de Madrid y el de menos densidad de población. Dentro de sus límites encontramos un gran coto cerrado y el Palacio de la Zarzuela, residencia real de la Familia Real.
Pero esta pequeña población encajada a golpe de martillo en el distrito que forma con Fuencarral, tiene la mayor extensión natural que sirve de pulmón a la capital, gestionada desde 1982 por Patrimonio Nacional y declarada en 1987 como Zona de Espacial Protección para Aves (ZEPA). Fernando VI mandó rodear su perímetro con un muro que se levantó en 1753 con el sólo interés de evitar que los herbívoros del lugar fueran a las huertas colindantes a alimentarse del trabajo de los agricultores, además de impedir que se escaparan del lugar de caza y los furtivos no entraran a ella; la hizo dotar de 32 puertas más o menos grandes, de las que sólo se puede apreciar la principal: la Puerta de Hierro que se ubicaba en el camino de Madrid y que hoy se ve desplazada al cruce de dicha carretera con la M30 y el inicio de la A6; es obra del arquitecto Francisco Nangle junto con Francisco Moradillo y el escultor Olivieri que se encargaron de su decoración, en un estilo barroco clásico con un arco de medio punto formando la puerta principal sobre el que un frontón exhibe el escudo real y sobre ellos, diferentes estatuas; a los lados se adosan columnas a modo de puertas sobre las que reposan sendos jarrones; la verja de hierro fundido con adornos es la que corresponde a la antigua puerta, obra de Francisco Barranco, se colocó a su terminación en 1755.
El Monte de El Pardo como cazadero que fue y sigue siendo gracias a ese especial cuidado que puso la realeza a lo largo de la historia, es rica en fauna cinegética tanto mayor como menor, que se mantiene en equilibrio aceptable gracias a cacerías controladas a fin de evitar la superpoblación que se originaría por la carencia de depredadores naturales. Se pueden encontrar gamos, ciervos, jabalíes, conejos y otros como el gato montés, zorros, tejones, garduños y jinetas; todos difíciles de ver, aunque es posible que si nos arrimamos a la verja por ciertos lugares, veamos a lo lejos pasar algunos ejemplares. Además, la recuperación del cauce fluvial al que se ha incorporado una senda (como ya vimos en el recorrido de ésta desde Madrid en tres zancadas, pincha aquí para ir a la primera), junto con la privacidad del cercano pantano (que vimos en la tercera etapa de dicha ruta, ver aquí), han favorecido la anidación de aves como la gaviota reidora, el águila pescadora, las cigüeñas negras... así como numerosas especies anfibias y piscícolas que demuestran la buena calidad del agua. Si bien hay que señalar que no existen nutrias, osos, lobos o linces que en otros tiempos habitaron el monte y el río.
El Monte es un bosque donde predominan la encina y la jara, junto con quejido, alcornoques y pinos replantados en algunos casos. Y ya más cerca del río y zonas húmedas, disfrutaremos de olmos, plataneros, cerezos, robles, chopos, fresnos, sauces... y una extensa variedad de vegetación de ribera. En las praderas de Mingorrubio y otras de la zona, así como estanciales a lo largo del Monte de El Pardo, Somontes, etc. podemos encontrar merenderos con amplias sombras de encinas y otro arbolado, bancos e incluso áreas infantiles abiertas. El Monte contiene numerosas sendas aparte de la ya vista SENDA FLUVIAL (citada en sus tres Zancadas aquí) que nos permiten disfrutar de la naturaleza, llevándonos por antiguos caminos (a El Goloso, a Fuencarral, etc.) o nuevos senderos (Peñarrubia, Valpalomero, etc.), además, hay varios miradores orientados al poniente, vestigios de casamatas, o de alguna iglesia como la del Buen Suceso, antiguas Quintas hoy transformadas en restaurantes y, entre otros, el antiguo muro con el recuerdo de viejas puertas que durante una época estuvieron cerradas y vigiladas, un ejemplo lo encontramos en la de la carretera a Fuencarral. El Pardo constituye un pulmón cercano, cargado de historia y repleto de posibilidades para pasear, tomar algo o comer y respirar sano, tanto si te quedas en el monte que lo rodea, como si recorres el pueblo. ¿Qué madrileño no lo conoce? Si quieres ahondar y saber más de todo lo que hay en El Monte, pincha aquí.
Y además de lo expuesto y para que amplíes información, aquí te dejo una interesante web de turismo sobre El Pardo: elpardo.net en la que colaboran vecinos con sus aportaciones. Y si quieres ver cada rincón, no te olvides que el Palacio y otros monumentos, son Patrimonio Nacional de todos, una visita nunca viene mal para profundizar en la pinceladas que desde este blog pretendo dar ¡Que lo disfrutéis!
Si quieres, puedes recorrer el Monte de El Pardo en otra Zancada, pincha aquí.
@ 2022 by Santiago Navas Fernández
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