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jueves, 24 de marzo de 2022

SERIE PASEOS, PARQUES Y JARDINES DE MADRID LXXV: EL PASAPORTE DE LOS MUSEOS DEL METRO DE MADRID, 1ª ZANCADA.

 


Este caminante que os escribe, le daba vueltas al coco para ver cómo hacer algo acerca del Metro de Madrid; por eso, por cada estación que pasaba y tenía algo que mostrar, le sacaba una foto, acumulando estatuas, azulejos, exposiciones, perspectivas, dibujos, murales... Ya había visitado espacios singulares y algún museo, cuando en febrero de 2022, el Metro sacó un Pasaporte precisamente sobre los Museos del Metro de Madrid y otros puntos especiales o significativos ¡qué gran sorpresa! Bueno, pues como yo, miles de madrileños y algún turista hemos pensado lo mismo y si antes podías visitar estos lugares sin más que ir, ahora, a efectos de la consecución del mencionado pasaporte, hay que pedir cita para luego obtener un sello que demuestre que has estado, algo parecido a lo del Camino de Santiago, pero más urbano. Miles de pasaportes en dos semanas ¡han desbordado las previsiones! En cuanto a las reservas para las visitas, sólo decir que POR FAVOR, SI NO VAS A IR ANULA TU RESERVA PARA QUE OTRA PERSONA PUEDA OPTAR A ELLA.


A mí la idea del pasaporte me parece genial. Los Museos ya son interesantes de por sí, pues guardan la historia de la ciudad, incluso de varios siglos hacia atrás como en el de los Caños del Peral o como en el Paleontológico de Carpetana, o más recientes como el de trenes de Chamartín o el de la estación de Chamberí, así como otros lugares que iremos viendo. Además a esto, se suma el incentivo de hacer una especie de carrera en busca del sello que demuestre que has hecho la visita, eso sí, siempre concertada para disfrutar del contenido y aprender. Por suerte, he podido agrupar mis visitas durante marzo. Y digo por suerte porque los miles de pasaportes repartidos han sido insuficientes para la demanda recibida y las plazas ofertadas en algunos espacios. Y por si fuera poco ¡todo es gratis! que ya es. Así que para mí, una genial idea del Metro, insisto. Pero vamos a ver qué es necesario visitar una vez obtenido el Pasaporte, al final os enlazo la web:


El sistema funciona así: tu coges cita donde es necesario, asistes a la visita guiada, o sin cita en los lugares donde no existe, te haces un autorretrato que demuestre que has estado y buscas que te sellen cada hoja correspondiente. Cuando los tengas todos, te diriges a los puntos de información que te detalla el propio Pasaporte para convalidar la última hoja, la del "regalito". Ya te digo, una iniciativa genial, sólo he de decir por decir algo, que me hubiera gustado que el Pasaporte tuviera una primera página para que el usuario pusiéramos nuestro nombre a mano e incluso una fotografía. ¡Vamos ya con las visitas!.



Yacimiento paleontológico de Carpetana

Es el mayor yacimiento que existe en la ciudad de Madrid. Salió a la luz en la ejecución de las obras de ampliación y mejora de la estación de Carpetana. Una gran variedad de sedimentos y fósiles fueron datados en el Mioceno medio, es decir, hace 14 millones años a.C. siglo más o siglo menos. Cinco mil restos de caballos, tortugas, piezas de mandíbulas u otros huesos, carnívoros que hoy no existen, distintos  rumiantes, etc. entre los que destacó uno especialmente grande, el gonfoterido o mastodonte, un elefante mayor que los que han sobrevivido hasta nuestros días, cuya representación consta en una vitrina creada para su exhibición en uno de los accesos de la estación, en la cual aparecen otros restos con paneles explicativos; siguiendo el pasillo de dicha entrada, podemos leer notas sobre los trabajos de excavación. Y en el otro acceso se ha colocado otro panel que representa como era el lugar donde nos encontramos y algunos de los animales y vegetales que nos podíamos encontrar. Este tipo de hallazgos no son aislados, en la zona de las terrazas del Manzanares y áreas limítrofes, se han encontrado más restos de fauna que en algún caso era autóctona de la zona, en las grandes praderas y charcas, fruto de las cuales se han obtenido diferentes yacimientos arqueológicos, uno en el que también podemos ver paneles y restos se encuentra en el intercambiador de Príncipe Pío (que ya vimos aquí) y ¡cómo no! encontramos otra buena parte de dichos restos en el Museo de San Isidro de Madrid y en el Arqueológico Nacional.



Otra cuestión es lo de "Carpetana". Se trata del nombre que recibía un pueblo prerromano, de origen indoeuropeo, para más, celtíbero, de usos agrícolas y ganaderos sedentarios, que habitó el entorno de las actuales provincias de Madrid, Toledo, Guadalajara, Cuenca y, sobre todo, Ciudad Real, tanto así que a veces se les ha denominado los manchegos carpetanos. Fue duramente atacado por los cartagineses, a los que consiguieron expulsar a cambio de quedar bastante debilitados, motivo por el cual cuando llegaron las huestes del Imperio Romano optaron por asociarse integrándose en la Hispania como un territorio más, siendo una de sus principales ciudades la que a partir de entonces se conocería como "Complutum", cercana a la actual Alcalá de Henares. Por tanto, la denominada Vía Carpetana que pasa por encima del metro, da nombre a la estación y se correspondió seguramente a un camino de esa época, como ocurre con la Vía Lusitana, que también hace mención a otra sub provincia romana hacia la que apunta dicho camino, existieran o no más o menos ahí.


El vestíbulo de Tirso de Molina

El Metro de Madrid se inauguró con el tramo Cuatro Caminos Sol en 1919 y dos años más tarde, dado el gran éxito obtenido, se realizó la primera ampliación hasta Atocha. Una de las estaciones era la de la plaza del Progreso, cuyo nombre recibió al inaugurarse en 1921. Dicho espacio procedía del derribo del Convento de la Merced en 1834, lugar donde vivió el prolífico Tirso de Molina; este hecho sirvió de pretexto para quitar lo de "progreso", que sonaba muy republicano, en julio de 1939 y renombrar plaza y estación con el del gran dramaturgo citado. Actualmente podemos visitar su vestíbulo tal y como lo concibió su diseñador, Antonio Palacios, con los azulejos blancos sevillanos biselados y el friso toledano de tonos azulados y oro, más el escudo antiguo de Madrid realizado en cerámica con reflejos metálicos que se ubicó en Cuatro Caminos en la inauguración de 1919. Durante las obras de construcción se encontraron los cadáveres de los monjes enterrados en el antiguo convento, según era costumbre, y al no saber las autoridades qué hacer con ellos, se volvieron a enterrar tras las paredes una vez acabados los túneles, lo cual ha dado pie a todo tipo de especulaciones, ruidos y leyendas como la de la viajera del último tren de la noche.


La estación de Chamberí

Y hablando de fantasmas ¿no has oído hablar de los fantasmas del metro de la Línea 1? Si has pasado entre Bilbao e Iglesia antes de 2008, habrás visto entre la oscuridad una supuesta estación abandonada en la que decían que vivían gentes sin hogar que entraban por las noches cuando el metro estaba sin circulación, a través de los túneles y que allí tenían su morada. La estación existe, escenario natural de películas, era parte del primer tramo inaugurado en 1919, pero al ampliar la longitud de las estaciones en 1966 y ante la imposibilidad de hacerlo con ésta, se decidió cerrarla. En 2008 se consideró su rehabilitación pues se conservaba tal y como se inauguró, constituyendo así lo que se llamaría Anden 0, que es el germen de los actuales Museos del Metro de Madrid.

Atravesamos las antiguas taquillas que te reciben y conducen a los estrechos pasillos de azulejo blanco biselados. La información básica que vemos hoy nos llama curiosamente la atención; la publicidad formada por azulejos pintados nos insinúa que estaba pensada para durar largo tiempo y así es, porque ha sobrevivido al paso de los años y a diversas adversidades; nos debemos fijar en cada detalle conservado desde su original como en el pavimento, techos, luces, etc. sin olvidarnos de la citada decoración diseñada por Antonio Palacios en los azulejos blancos y la franja verde con destellos metálicos, la cual tenían la función de ir señalando el camino con los brillos de las bombillas de baja potencia que se instalaron en un primer momento. Para salir, disfrutamos de una característica que hoy no existe, había que pisar la chapa colocada sobre el suelo ante la puerta. Por la seguridad no os preocupéis, el andén está protegido por unas mamparas de cristal que nos separan de las vías, eso sí, no olvidaros de contemplar al "jefe de estación" en su cabina en el andén de enfrente, los anuncios publicitarios y la cenefa de azulejos verdes, similar a otros lugares ya citados y que seguiremos viendo en próximas visitas.


El templete de Gran Vía

Es la gran obra de Antonio Palacios, otra más. Esta estación se inauguró con un templete externo donde unos ascensores que tenían un coste aparte del billete del metro, te bajaban al vestíbulo. En un principio adoptó el nombre de la plaza donde se ubica: la Red de San Luis, pero tras la guerra pasó a llamarse José Antonio, igual que cambió a dicho nombre la Gran Vía, por el fundador de Falange; no fue hasta bien entrada la Democracia en España cuando recibieron la denominación actual, 1982. Un día de 1970 se decidió acabar con el servicio de ascensores para lo que se desmanteló el templete que se trasladó a Porriño (Galicia), pueblo natal del arquitecto; de la misma forma, un día se decidió recuperarlo, así que en 2018 comenzaron las obras en las que aparecieron numerosos restos del propio templete y hasta los huecos de los antiguos ascensores. 


También apareció el magnífico escudo de Madrid realizado por el ceramista de Triana Ramos Rejano (ver referencia aquí), realizado en tonos verdes y dorados, de 1,60 por 2,10 metros, que se encontró enterrado (así, sin más ¿nadie lo había echado de menos desde entonces?), del mismo estilo que el de Cuatro Caminos que hoy figura en Tirso de Molina, al menos no se perdió. También se encontraron otros elementos como el friso original que diseñó Antonio Palacios en tonos verdes para esta estación, que incluía una cabeza de león y era de mayor anchura que los que hemos visto y veremos. Y diversos utensilios de la época que poco tienen de exclusivo en una estación del metro.


Se abrió un gran vestíbulo vertical con una vistosa pantalla informativa a la entrada, con escaleras y los mencionados ascensores. En el segundo piso hacia abajo, se instaló el museo donde se guarda todo lo que hemos citado, así como la trama de las excavaciones efectuadas en las obras. Y se completó con un panel (bajo este texto) que reproducía la vista de aquella Red de San Luis. 


Por cierto, que el de Gran Vía no fue el único templete que Antonio Palacios aportó al Metro, para el que trabajó durante 25 años junto con los hermanos Otamendi, también en la inauguración se erigió otro en la estación de Sol, pero fue retirado en 1934. 


Y con esto vamos a tomarnos un descanso, el camino es largo y las zancadas cortas pero intensas. Así que ¡hasta la segunda! Aquí os dejo unos enlaces muy interesantes:






@ 2022 by Santiago Navas Fernández

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