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martes, 18 de febrero de 2020

LA VENTANA (III)




UNA  NOCHE  DE  CHICAS


- Pues hija, no sé. De aquí no creo que sea… -le respondía Ana.

- Desde luego yo no le he dado el teléfono a nadie, ni siquiera a Personal, total, lo único por lo que lo tengo es por mi madre, para el resto ya tengo mi móvil y el de la empresa.

- Oye ¿y cuándo te lo pusieron, quién les abrió la puerta del apartamento?

- Uf, no quería decirlo, pero ¿tu te acuerdas que pedí permiso para ir al dentista porque me dolía una muela? Pues ese día fue. Lo que pasa es que para que me pusieran el teléfono fijo, no me pareció una razón suficiente cogerme un día.


martes, 11 de febrero de 2020

LA VENTANA (II)



El  TELÉFONO


- ¿Y qué pasó del “homre sombra”?

- Pues no lo volví a ver más. Sabe Dios quién sería.

- Bueno, ya sabes que hay gente para todo -las dos compañeras seguían tecleando mecánicamente, en realidad en su trabajo apenas les daba tiempo de hablar durante el turno, pero una vez adquirida la práctica, les era fácil mantener algún tipo de conversación entre ellas en medio de su tarea de transcribir lo que recibían por otro conducto, montar las páginas que luego verían los clientes o traspasar los emails a los lugares adecuados.

- ¿Y del teléfono qué pasó al final?


viernes, 7 de febrero de 2020

ESCENAS DE LA GRAN CIUDAD 2


GRAN  VIA


Cuando se abre el semáforo, la avalancha cruza la amplia avenida. Un viandante se detiene en el centro, alza sus brazos y, cuando ya ha pasado todo el mundo y los coches comienzan a moverse, grita: "¡los sueños me amargan la realidad!", sus palabras rebotan en el silencio contra los edificios y escapan volando como pájaros hacia el cielo. El tráfico se detiene y todos le miran... nada más.


@  by  Santiago Navas Fernández

martes, 4 de febrero de 2020

LA VENTANA (I)



EL  ATICO


- ¿Te han puesto ya el teléfono?

- No, la verdad es que aún no lo he contratado -ambas compañeras siguieron tecleando en su ordenador sin mirarse. El día estaba claro, a pesar del frío. Por los enormes ventanales del décimo piso sólo se veía la autovía a sus pies y el parque que se abría al otro lado; más allá, los aviones despegaban y aterrizaban constantemente sin que el rugido de los motores les llegara gracias a los cristales tan gruesos, infranqueables, aislantes y que no se podían abrir, de los modernos edificios de oficinas.

Clara se había mudado de la habitación del hotel de 2 estrellas donde se había alojado desde que llegó del pueblo, tan solo hacía un mes, a un pequeño piso de alquiler que se le comía bastante más de la mitad del sueldo, pero al menos tenía la intimidad que en el hotel le faltaba. No era fácil encontrar piso en Madrid y más si se buscaba una zona con relativas características, para una chica joven, de prometedora carrera en una gran empresa del entorno financiero, sola sin familia y que no le implicase un desplazamiento diario demasiado largo, además que tuviera servicios básicos, pero sin aglomeraciones ¡ah, y unas buenas comunicaciones con el resto de la ciudad! Así que tuvo que elegir entre lo poco que había disponible.


sábado, 1 de febrero de 2020

ESCENAS DE LA GRAN CIUDAD 1

OBRAS

Obras y zanjas abiertas por toda la gran ciudad. El miedo y la aprensión de Francisco le impedían pasar sobre las planchas que ocupaban la acera o los andamios junto a las fachadas, aunque hubiese carteles indicadores y vallas protectoras. Así que prefirió ir por la calzada: la cabeza baja, el paso rápido y los puños apretados en los bolsillos del gabán.


@  by  Santiago Navas Fernández

viernes, 24 de enero de 2020

LA VENTANA (un cuento original, por entregas)


A partir desde el primer martes de febrero y todos los sucesivos martes, la historia LA VENTANA saldrá publicada en este blog mediante entregas, lo que equivale a capítulos, aunque sea una historia corta. Ya sabes: 4 de febrero, 4 entregas, 4 desarrollos, una sola historia, dos vidas...

Una historia fantástica a la luz de la luna llena que entra por una ventana cualquiera de una comunidad de vecinos de Madrid. Donde, como es lógico, la verdad de lo que ocurre y sorprende a su protagonista, no se descubre hasta el último momento, que dará comienzo a su vez, a una nueva historia, completamente distinta. Fantasía e intriga, inquietud y el retrato de una juventud que se abre camino al mundo, el pasado tomará cara y sentido por fin, gracias a las casualidades que la vida nos presenta como hechos anónimos. Tal vez una mano en el más allá, decide qué debe seguir a qué, para llegar a la conclusión que decide nuestros destinos.

Cada día, al volver a casa, cansada del trabajo... Su madre nunca quiso venir a Madrid y así morirá... ¡odiándolo!

Idea original y no publicada en ningún otro sitio. Suscríbete al blog (en el recuadro de la columna izquierda, es gratis) y cada vez que se publique algo, recibirás un aviso en tu email.


@ by Santiago Navas Fernández

sábado, 18 de enero de 2020

UN MUNDO SIN BIBLIOTECAS (cuento fantástico)


Siento mi mano recogida, doblada por la muñeca, como si quisiera sostener algo que se le ha escapado. Es una sensación extraña. No sé por qué tengo la mano así, es como si quisiera sostener uno de esos ladrillos simples, rasillas creo que los llaman los albañiles. Duermen sobre el suelo abandonados. La mirada busca el fondo del horizonte como si de un viaje marino se tratara, no me muevo. Las perdigonadas de arena con que el viento riega mi cuerpo, de arriba abajo y de abajo arriba, me hieren levemente. El árbol no me deja ver el bosque, porque no lo hay. ¿De dónde he sacado esa frase?. Parezco hipnotizado mientras identifico con recelo las ruinas que se desplomaron a mis pies mucho antes de que yo llegara. Son lo que no eran y fueron lo que ya no son. El viento, la lluvia y el sol han arrebatado lo poco de dignidad que les quedaba. Alguna vez fueron un edificio y alguna vez acogieron gentes al refugio de su calor o de su frío, gentes que se refugiaban para … ¿para qué?. No lo puedo recordar.
Unas letras talladas en madera se confunden mientras se degradan en el tumulto del derrumbe, aún se distingue una B grande, anónima, rota, pero no lo suficiente como para no descubrir un rastro que la une con los recuerdos dormidos. El hilo de un siseo que chista silencio, el lento crepitar de unas páginas que se arquean sobre sí y cambian de posición. El polvo invisible pero respirable que todo lo invade y que sólo habita en este lugar. Todos los nombres. ¿A qué me suena eso?, ¿qué recuerdos me trae?.
Se ha abierto el abismo. El polvo que se confunde con la arena y que se resbala entre los dedos de mi mano arqueada, es fruto de la celulosa momificada, resquicio por donde se recomponen las formas que fueron y ya no son. ¿Dónde está mi otra mano?, ¿qué hace?. Guardaba un bulto apoyado sobre el pecho, pero ya no existe, el bulto, no el pecho que se mantiene firme; se ha diluido por entre el tiempo como un cuerpo corrupto, como quedará el pecho dentro de unos años seguramente. Y con él se irá el recuerdo del edificio que allí se levantó, sobre las ruinas que descansan un paso por delante de mí, camino del horizonte que nunca se alcanzará. Ruinas que observo preguntándome, si el terremoto habrá sido en todas partes tan selectivo en los edificios afectados, como lo ha sido aquí.

@ by  Santiago Navas Fernández

(Publicado en el número 19 de la revista MI BIBLIOTECA, editada por la Fundación Alonso Quijano para el fomento de la lectura)